Aquel Día... -"Fantasías Bajo La Luna Llena"

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Las paredes de su casa retumbaban, no se oían más que sus pasos sobre el falso piso y, en la sala de star, el pequeño motor de agua burbujeante de la pecera. Recuerda aquella noche claramente, a pesar que esa noche hubo mucha neblina. Recuerda que salió presuroso de su casa, estaba sobre la hora, antes de salir cogió una sudadera gris, había comenzado a lloviznar, el clima amenazaba empeorar. Aquella lluvia no iba a ser otra cosa que empeorar.

Nunca le había gustado ir a los eventos del insti, pero que más daba, ella lo esperaría en la entrada principal. Había esperado volver a hablar con ella hace varios días. Eran 15 minutos a pie de su casa al insti, 12 calles que recorrer. Mientras corría  recordaba la última vez que estuvieron juntos. Le dijo que le quería y que quería estar con ella, que no hay nadie más que ella en su corazón. No podía creer que se lo había dicho, ni aun en ese momento lo creía. Ella, sin embargo, no dijo nada, movió la cabeza un poco, y la agacho.

Yo también te quiero, pero no sé qué decir, yo no sé qué pensar…

Lo miro a los ojos un instante y agachando la cabeza, se alejó. Él sé que en blanco, pensativo, sin saber que hacer o decir. Aquel día salió casi arrastrado los pies de clase. Pero en la puerta se cruzó con ella, ello lo vio y sonrió, y acercándose lentamente a él, le tomo la mano, le dio dos besos, y se despidió de él sin decir nada. El solo la vio alejarse. “Te veo el viernes a las 8 en la entrada del insti”, sobre su mano había dejado una pequeña nota. Tres días, solo pensó en aquel momento, tres días. ¿Para qué? Ni él lo sabía, solo estaba emocionado y muy ansioso.

Desde entonces no pudo hacer más que contar los segundos para aquel momento, y ahora estaba tarde. Llego en menos de 10 minutos, algo agitado pero aun así se esforzó para buscarla entre la multitud. Después de un instante la vio, lejos, sola, con las mano dentro de los bolsillo de una sudadera coral, tenía la capucha y el cabello recogido hacia un lado. Las gotas de lluvia humedecían su rostro, y opacaban sus ojos, esos que durante mucho tiempo llamaron su atención, pero para él, ella estaba preciosa, hermosa como siempre. Se acercó lentamente a ella, y cuando lo vio sonrió tristemente, ella lo imito. Cuando se encontró lo suficientemente cerca de ella, con el borde de su sudadera seco una gota que resbalaba sobre su mejilla, ella sonrió algo más animada, él la imito. Y sin saber hacia dónde, dieron media vuelta y echaron a andar.

Caminaron en silencio alrededor de 20 minutos, llegando a la entrada de una calle que los llevaba de regreso al insti, se detuvieron, él se bajó la capucha de la sudadera, ella hizo lo mismo. Se vieron a los ojos y sonrieron tontamente, la lluvia aumentaba cada vez más, y la niebla se hacía más densa, pero eso no impedimento para que ellos no estuvieran ahí. Frente a frente, sin nada más que observando uno los ojos del otro. Ella agacho la cabeza de repente, como avergonzada. Él solo acaricio su mejilla algo preocupado, la tensión era fuerte, ambos los sentían, ninguno sabía que a pasar o que hacían exactamente ahí.

He pensado en lo que me dijiste – levanto la cabeza lentamente, su voz se oía acongojada – y creo que es lo mejor para ambos, no es justo para ninguno de los dos… Entonces eso significa que...

Pero no le dejo terminar, ella se lanzó a sus brazos, él solo atino a estrecharla contra su pecho y darle calor. Ella respiraba suavemente y él podía sentirlo. Le acaricio la mejilla, acomodo un mechon de cabello suelto y beso su frente, ella subió la cabeza y beso sus labios. Aquel beso hizo que aquella feroz lluvia no sea que más testigo de aquella escena. Él pudo sentir su sonrisa, alzo la miraba, se fijó en ella y la vio casi completamente empapada, ella solo rio un poco. Y, tomando su mano, echaron correr, como dos pequeños niños después de hacer una travesura.

Ahora aquel recuerdo está grabando en su mente, lo recuerda con nostalgia. Han pasado diez años desde entonces, diez años de cosas y cosas, de buenos y malos momentos. Diez años en los que con cada suspiro que salía de su corazón, le juraba que le amaba. Él no sabe dónde ella esta. Y aunque no esté con ella, él la ama, y ella de donde este, lo ama.


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