Los ingleses

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Me pongo la gabardina de corte inglés sobre la camisa de cuadros escoseses bien ceñida; mis pantalones estrechos de pernera negros, porqué me alzan el culo, también inglés; y a golpes de cabeza en el aire me peino a ritmo de heavy metal auténticamente inglés. Es perfecta para oxigenar mi cabello.

Si no os habéis dado cuenta soy un “cool” adolescente inglés. Sólo me falta una cosa. Alargar mi cuello de avestruz que tengo y sumergirme en la melancolía del caminar propia de los ingleses. Hasta aquí la estadística dice que debería pasar desapercibido y ser un individuo del montón. Como adolescente inglés no estaría interesado en la política de mi país; ni de la economía; ni del resto, pero en realidad me encanta. En especial los temas de política y sociedad. Estoy viviendo en un circo mediático donde la gente vota por ese espectáculo y todo el mundo participa. Se venden más periódicos sensacionalistas que de crítica constructiva. La evolución del pensamiento inglés transcurre y se centra en la contraportada del “The Sun” en los lavabos públicos.

He reflexionado intensamente y he podido extraer conclusiones: la culpa es de los españoles. Si uno pone TVE a las 14:30 se informa con todo esmero de detalles que los hijos de ciertos cantantes de copla tienen hijos con una elegancia muy deseable.       Que ciertas personas de la nobleza octogenarias viven coleando felizmente casándose por tercera vez. Pero no sé quién ha copiado a quién. Mi reina hace buenos negocios alquilando sus propiedades en los futuros juegos olímpicos, mientras que la monarquía española es noticia por corrupción de un yerno del rey que vive en Washington D.C.

A los ingleses nos encanta ir a Alicante, a la comunidad de Valencia donde era presidida por “Camps” (el bien vestido, un hombre con clase) a tomar el sol porqué no cuesta ninguna libra y a comer paellas. Los ingleses somos inteligentes y no nos gusta que nos paguen trajes. Los ingleses son mejores.

Si todavía estás leyendo vas a pensar que soy un inglés estirado, pijo, egocéntrico y que tengo un chihuahua negro espantadizo. Pues no os equivocáis, ni tampoco  en que tengo una ex-novia española valenciana. Y que mi padre es un diplomático de la nobleza inglesa, muy culto y accionista del “The Sun”, donde conocí precisamente a mi ex que dejé al cabo de un día por la imposibilidad de que aprendiera inglés.


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