No querer sentir nuevamente.

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Soy una señorita algo gordita, pero estuve delgada y fui guapa, pero no importó ni contó para que pudiese llevar una vida normal.

Alegré la vista de muchos señores moviéndome con gracia por aquellos pasillos que yo me sé, mi pelo era largo y rizado, brillante y con volumen.

Ya lo fui todo físicamente, pero espiritualmente estaba vacía, desconocía que el cuerpo no vale nada. Para mí el valor era la carne y los huesos, no sabía que las almas tenían más valor, el verdadero valor.

Ellos me lo demostraron apartándome a un lado y yo lo llegué a aprender internada en una infinita soledad que llegó a desesperarme.

Por eso fui una hermosa “mujer vacía, virgen de conocimientos”, los tan necesarios conocimientos. Parecía que no hubiera aprovechado mis otras vidas para el aprendizaje y siendo bonita pensaba que todo me sería muy fácil.

Caí en el error.

No me importa, hoy lo cuento con especial talento.

Lamento mis fallos, pero sólo esta vida ya me ha valido para aprender lo que parece ser no aprendiera en las anteriores.

Ahora no tengo buen físico, pero mi mente funciona bien, quisiera enmendar mis fallos de juventud, pero no puedo ya están hechos.

Ya se rieron, ya pensé que existía la igualdad, la justicia y que la belleza podía más que la inteligencia y los dólares.

Ahora llevo el pelo corto, pero mi cabeza está llena de sabiduría, aquella que sólo los años dan a las inocentes chicas como yo. Ahora meneo cientos de gramos que intento sacarme cada día, gramos que fueron en aumento por los sinsabores vividos y las marchas forzadas.

Ahora puedo decir que me preparo para una tercera etapa de mi vida, la de la serenidad y la sonrisa, porque yo he procedido bien, en lo que creía, queriendo, pero me han respondido mal.

No volveré a llorar, no quiero vivir de nuevo, no daré ni un paso atrás y si me quieren ver, yo ya no quiero.

Belleza que no pudo con el dinero ni la inteligencia de otros, ¿y quién dice que la mía no sea superior?, no me he medido lo suficiente, no me aprecio ni me valoro.

Buen físico que me dejaste colgada en un armario del hall de mi piso y para vestir santos en las iglesias de Munchatiett, que me desnudaste y dejaste a la intemperie para que se rieran de mí los diablos de nuestro tiempo.

Pero ahora sé que soy yo, aquello en lo que me he convertido por saber a tiempo alejarme de todos los que me hicieron crecer tan rápido en una dirección que no me gustaba. Un guardia civil diría:

-Has ido contra flecha, tienes multa.

-Por encima, -Le contestaría.

Por eso:

-Jamás volveré para verles de frente. No quiero volver a sentir.

 

 

 


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