Caperucita

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Llamo al timbre del apartamento xxxx en un  edificio del centro de Bogotá. Oculto mis nervios detrás de las gafas oscuras de mi sencillo y cómodo disfraz de Neo. Complementan mi disfraz una gabardina larga negra, una camiseta de algodón en v,  y unas botas punteras. Abren la puerta y  quedo de una pieza. Mi excompañera de diplomado de proyectos, esa mujer seria, muy bien puesta, guapa y elegante, casi inalcanzable,  estaba  transformada en toda una sexy lolita caperucita roja. Quedo sin habla, no atino ni a saludarla. Me ha cortado totalmente el aliento. Ella se da cuenta de mi cara y  me invita a seguir pícaramente, se da media vuelta y entra al apartamento dando saltitos haciendo ondear su faldita, dejando ver parte de su tanguita,  personificando muy bien su cuento. Que lastima que hay gente en el apartamento  si no me hubiera abalanzado sobre ella sin misericordia. Los amigos de mi caperuza se preparan para salir. Hay un Kick Ass, una Pirata, un Pedro Picapiedra, una abejita, un Alicio en el país de las maravillas,  una gata muy culona,  pero yo no tengo ojos para nada más que esas piernas y esa faldita de cuento  que insinúa el pecado, y que  deja verle mucho de ese trasero hermoso cuando se mueve, del que me vuelvo fan al instante.

Todos comemos unas pizzas, tomamos unos tragos y salimos para un bar que se llama Centrico. Allí una fila interminable de personajes de películas y demonios nos esperaba  para poder tomar uno de los ascensores. Cuando por fin lo logramos el ambiente es genial. Buscamos un sitio al lado de las escaleras y al grupo se nos une otra caperucita y un Superman que han guardado la mesa. Pero este clon no le da ni a las botas  a mi caperuza. Todos bailamos juntos y después de un par de botellas de ginebra subimos a la terraza. Allí Superman y el hombre araña se la disputan  y tratan de hacer de lobos descaradamente. Pero solo tengo que tomarla de la cintura y ella se hace mía al instante. Nos fugamos hacia el interior del bar con la excusa de recoger nuestras cosas de la mesa, y al cerrar la puerta de la terraza la atraigo hacia mí y la beso  apasionadamente. Ella me responde y le recorro discretamente con mis dedos sus piernas por debajo de su falda. Siento escalofríos de sentir su piel, definitivamente es imposible de resistirse a sus encantos.

La fiesta continúa a toda madre, entre besos y caricias entre disimuladas y descaradas,  pero llega a su fin y vamos nuevamente al apartamento de sus amigos. No podemos evitar comernos las bocas sin pudor, y eso causa curiosidad a todos. Ella siempre ha sido la más madura, la que los cuida, la que los protege y les sirve de celestina, y verla en la situación de colegiala descontrolada  les da mucha curiosidad malsana. Ya un poco cansados de bailar me siento en una silla de la sala  y ella se sienta encima mío, puedo sentir su vagina calientita debajo de su falda sin pudor, siento como ella se mueve encima de mi pene disimuladamente. No quiero que se levante nunca, y no me importa si alguien se da cuenta de nuestro juego.

Nos Vamos!!….. salimos huyendo de las ganas que nos tenemos. Tomamos un taxi y vamos a la primera parada de nuestro tour por todas las residencias de la ciudad. Siempre decimos que hay que conocerlas todas para poder opinar. En el cuarto ella juega con su disfraz, me tienta con sus medias de malla, y su escote sexy, cruza sus piernas con doble sentido, y yo no puedo más. La desnudo frenéticamente, le beso en cada cm de su cuerpo, la penetro sin piedad  y la hago mía con todas las ganas. Queremos sentirnos al máximo, perdemos la moral y dejamos de pensar. Ella se coloca encima de mí dando la espalda y me hace sentir un niño, con la clase de sexo que me está dando. Se mueve despacio pero frenético, segura de ir al orgasmo y llevarme a la locura. Su cintura y su culo cabalgan sin contemplaciones, ni si quiera voltea a mirarme del ritmo que lleva. Y terminamos al tiempo, como si lleváramos toda la vida de conocernos.

Nos quedamos dormidos, y al despertar lo hacemos una y otra y otra vez en miles de poses que incluso inventamos. Ninguno quiere regresar a la vida real. Nuestros cuerpos no se quieren separar. Somos adictos el uno al otro. Esos conjuros solo son posibles en  noche de brujas. Y desde  ahora me preparo para el siguiente año  poseer a la mujer maravilla.


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