Empieza con un chiste

-Profesora, ¿la luz se puede comer?

-No, Luis, ¿por qué?

-Es que ayer el vecino le dijo a su amiga: "Apaga la luz que te la vas a comer toda".

Efectivamente, ayer por la noche estaba en casa de Julián, concretamente en su cama. Estábamos en ropa interior, sentados contra el cabezal mirándonos mutuamente con pícaras sonrisas alumbrados sólo por una pequeña lámpara de mesa.

-Apaga la luz que te la vas a comer toda-me dijo Julián antes de ponernos a oscuras.

Me puse debajo de las sábanas. Él sin moverse, sintió un cosquilleo en su entrepierna. Yo, sin ver nada, le masajeaba el bulto por encima de sus boxers. Retrocedí con la mano, la piel de su barriga se puso tensa e introducí mis finos dedos por debajo de la tela de sus calzonzillos. Su miembro creció aún más y a cada caricia se hacía más grande. No lo veía pero podía sentirlo.

-Me la voy a comer toda- susurré.

Busqué la polla de Julián con las manos y me estremecí al tocarla. Él pudo notar como sonreí. Le pasé la lengua desde los huevos hasta el escroto y luego me la introducí toda en la boca. Chupeteé un poco sin mover mucho la cabeza esperando a que él se desesperara y me agarró por el pelo para marcar el ritmo. Mi boca subía y bajaba y mi entrepierna se excitaba sintiendo su pene en uno de mis orificios. Mis labios parecían no querer soltar su miembro y se desizaban arriba y abajo cada vez con más rapidez hasta que Julián me soltó la cabeza relajado y yo continué sola hasta saborear su semen. Lo besé con la boca llena de su jugo y le susurré:

-Quiero que derrames tu semen en cada uno de mis orificios.

Entraba un poco de luz desde la ventana del vecino (con las cortinas no podían vernos) y yo observé como su pene estaba listo para otro asalto.

-Quiero que me rompas el culo y luego me desgarres la vagina, que me acuerde de ti toda la semana y acabar en tu cama llena de semen por todos lados- le dije picarona, no sabía que podía decir tantas guarrerías.

Yo estaba desnuda a cuatro patas con la cara frente a él y él me introdujo un dedo en el ano y me beso mientras yo jadeaba. Le gustaba sentir mis jadeos dentro de él, lo había notado. 

-No te lo quiero romper pero si que te va a doler durante el resto de la semana... Para que no me olvides- me dijo al oído rozando su polla contra mi culo.

Yo agaché la cabeza y mi trasero se levantó más aun. Era un buen culo, no era muy gordo ni muy delgado. Era el tipo de culo que la gente se para a mirar, chicos y chicas. Y hoy Julián iba a disfrutar de él. Yo sonreía y él me pilló por sorpresa con una fuerte embestida.

-¡Ah!- grité con los ojos como platos y tras una pequeña pausa le dije:- ¡Sigue así!

Y él me obedeció. Una penetración por el culo, tras otra y otra y otra y cada vez más rápido y más fuerte. Sí que me dolía el culo pero me encantaba. Mis piernas temblaban pero no quería que parase de metérmela. Me derrumbé y ya no me sostenía a cuatro patas, ahora estaba tumbada boca abajo pero le pedí que no parara y siguió embistiéndome. Él se corrió y yo jadeé muy fuerte. Creo que el hijo del vecino también escuchó eso.

-No pares- intenté gritar, agotada y sudada-. Sigue aunque creas que no puedas más porque esto es fantástico.

Su pene aunque se acababa de correr ya estaba listo y esta vez puse más de mi parte aunque no tenía fuerzas para ponerme a cuatro patas él también estaba cansado pero insaciable. Seguimos con el meneo y las embestidas por culo durante una hora hasta que dijimos que no queríamos dejar a mi vagina con las ganas. Me puse ahora tumbada boca arriba y él todavía no me penetró si no que se puso en modo 69 y empezó a darme placer con la lengua. Yo aumenté su pene con mi boca, con el ritmo de antes pero estábamos muy empapados y enseguida paramos para meter su polla en mi vulva. Aun quedaba mucha noche y muchos orificios...