Emergencia de adultos.

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Estaba yo sentada en el estar de enfermería de la emergencia de adultos,
era un día de semana, de esos donde abundan los pacientes. Eran un poco más
de la 5 de la tarde, el área estaba llena pero todos los pacientes
atendidos, yo estaba sentada mirando el celular y bromeando con el
asistente de traslado, en eso entra Andrés, uno de mis colegas vestido de
ropa común pues estaba en su día libre. Él es blanco estatura media, ojos y
cabello color café, rostro redondo dándole un aspecto inocente y fresco.
En cuanto lo vi se me descompuso el cuerpo, como solía suceder cada vez que
lo veía, un vacío en mi estómago, la piel erizada, mis manos sudadas y como
no! Mi cosita se dilataba y se volvía un charco.


Es que las ganas que yo le tenía a ese hombre no eran comunes, era un
estado de excitación en el que yo caía cada vez que lo tenía cerca a duras
penas mantenía compostura.

Hola Ana como estás?- me dice.

Bien gracias y tu, que haces por aca? -Le digo.

Vine al compartir que hubo arriba en la sala de usos múltiples. No sabía
que estabas de guardia.- me responde.

Yo estaba que me lo comía con los ojos; en eso le digo:
-Tu sabes una guardia como todas.-

Por fuera me mostraba tranquila, pero por dentro era un huracán de
emociones y estaba dispuesta a cualquier locura así fuese tan sólo por un
beso de él. Yo creo que él estaba en las mismas ya que noté que me miraba
fijamente, como deseoso de que pasara algo más.

Yo no podía perder la oportunidad de hacer algo, pero no sabía que decirle
ya que ahí seguía el asistente de traslado, así que lo más brillante que se
me ocurrió fue decirle:
-Necesito hablar contigo!-
mientras me incorporaba de la silla y me encaminé hacia un pequeño
consultorio ginecológico que estaba al fondo y que le daban poco uso.
Él más atrás me dice:
-Si claro!- Como imaginándose lo que venía a continuación.

En cuanto entramos y le pongo el pasador a la puerta, me abalanzo sobre él
besándolo locamente, mientras en mi mente me repito:
-Por fiiiiin!-
El me sigue la corriente metiendo su lengua como nunca en mi boca, mientras
yo se la halo y jugueteo con ella. Posa sus manos en mi cintura y me empuja
contra él haciéndome sentir a su "amigo" que esta bien duro y listo.
Yo ahogada en su boca me enloquecía sentirlo, así que llevé mi mano hasta
el pantalón y empecé a masajearlo, él me suspiró al oído al contacto de mi
mano a lo cual con su mano izquierda apretaba mis senos y con la derecha
haló delicadamente el cordón de mi pantalón y se hizo paso hasta mi panty que estaba
super mojada, y empezó a toquetear mi clítoris que estaba ya enorme y
palpitante a la espera de él.


Sus masajes eran cada vez más fuertes y ya no podía controlarme por lo que
le dije al oído -Me vas a hacer gritar cariño!- Por lo visto mis palabras
lo enloquecieron por lo que se desabrochó el pantalón y sacó su pene; ahí
estaba muy duro, rosado y delicioso a la vista, empecé a acariciarlo suavemente pero con firmeza pero lo que en verdad ansiaba era meterlo de lleno en
mi boca pero él quiso ir más allá. Me volteó y me dijo:
- Por favor dejame meterlo un poco, que quiero sentirte apretadita!

Me puse un poco nerviosa porque sentía la gente entrar y salir de la
emergencia y temía que llegase la supervisora a revisar. Qué diríamos en
nuestra defensa? Los dos trabajamos allí y de paso ambos éramos casados,
sería el chisme del año ya que eramos unos trabajadores serios y
responsables.
Pero bueno, en esa situación nada de eso nos importó desde el principio,
asi que me volteé y me apoyé a la pared y me bajé el pantalón, él metió su
mano y apartó mis piernas buscando mi ya chorreante agujerito a la espera
de lo inminente, cuando por fin en una embestida lo metió dentro de mí.

Ufffff!- fue lo que alcancé a decir porque no podía elevar la voz, mientras
él se sostenía a mi cintura empujando con fuerza; tal era mi excitación que
las piernas me flaqueaban, pero me aguanté, no quería que terminara, estaba
en trance al sentir como me daba placer, pero sus ganas lo desesperaban y
aumentó la velocidad de sus embistes hasta que sentí como se corría dentro
de mí, aquellos chorros cálidos inundándome toda en mi interior, mientras
él se inclinaba jadeante y me daba un beso en la espalda.

En cuanto pudimos nos incorporamos, acomodamos nuestra ropa en medio de
risas por la locura que habíamos hecho; nunca había hecho algo así, por lo
que estaba sorprendida de lo que uno podía hacer bajo la tentación de los
instintos sexuales. Se asomó a la puerta y en cuanto pudo salió. Esperé
unos minutos para salir y en cuanto lo hice ví que todo seguía igual, por
lo visto nadie notó nada. Disimuladamente me fui al baño del área de
hospitalización a limpiarme, pues estaba inundada de los fluidos de ambos
para luego volver a mi puesto de trabajo con una sonrisa y pensado que no
había sido un día más en la emergencia de adultos.


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