Comunicaciones

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                                                                               VI

                                                                             El viejo
 

-¡Qué oscuridad fantasmal! ¡Qué locura! Estar encerrados por relatar un acontecimiento totalmente importante... pero increíble. Hijos de perra. Me lo van a pagar bien caro, estos malditos policías. Soy muy tranquilo, estoy algo viejo; pero cuando me hacen estas pelotudeces no me contengo. No señor.

Por ver una bola de fuego... y aquello que era como un ser humano pero en chiquito. Bueno, tal vez estos sepan algo del asunto y querrán que nos quedemos calladitos la boca. Como suele pasar. Hay cosas que suceden... pero nadie debe decir nada. Por la famosa seguridad y bienestar general... o el beneficio de unos pocos.

Hubiéramos cerrao la boca y ya. No andar contando todo como unos pendejos. Esto es increíble. Pero qué joder. No olvidaré, mientras viva, la cara de  Baltasar cuando vimos aquella cosa brillante que caía del cielo. Casi, casi clavó los frenos. Menos mal que el negro es conductor de años y el Coco por la radio nos pidió que nos detengamos. Fue todo uno.

Lo pienso ahora y creo que ni cuenta nos dimos del agua hirviendo del mate. Chupamos dos sorbos cada uno, eso quemaba, antes de bajar. Nos quemamos hasta el apellido y ni cuenta nos dimos. Aquello era impresionante.

Inesperadamente surgió, de la nada, aquella bola de fuego. Venía como pedrada y de repente, disminuyó la velocidad, tal vez no tanto, pero lo hizo. Y se clavó en el agua después. ¡Qué brillo espectacular!

Era claro que no era un helicóptero o un avión, pues no parecía grande, además traía gran velocidad. Creo que ni el negro ni yo hablamos mucho. Sólo respondimos al radio cuando Coco llamó... y nos detuvimos tras él.

Desde el principio entendí que nunca había visto cosa igual. Fuimos tras Coco y hablamos los cuatro.

Al final nos metimos al agua y vimos aquello de cerca. Nunca había visto cosa tan rara y familiar también. Toda una luz saliendo del agua. Bajo el agua había algo que brillaba, y no era fuego. Era una luz como de un foco, pero que no enfoca a ninguna parte, sino a todas partes. No parecía algo metálico, sino blando, como de plástico y transparente.

Lo más sorprendente fue... ese cuerpo con cara de niño, de bebé...Un ser transparente, como el resto. Al tipo se le veían unas luces que le corrían por el cuerpo, como esas mangueritas con luces adentro, como las de navidad, esos que se usan en los frentes de los bailongos, o de las cantinas. La sabiola del loco era grande, eso me pareció. También los ojos. Además le brillaba el mate, le corría como una sustancia brillante desde la sabiola y por la columna hasta las patas. Bueno, lo que sería su columna porque como explicar lo que era, tan parecido y al mismo tiempo, diferente. En definitiva era como un bebé no nacido, esos que a veces muestran en las revistas. Me entendes... ¡Pero la mierda... qué pasa. Estoy hablando solo, me estoy volviendo loco. Está oscuro y no paro de hablar...

-¡Hola!..Hay alguien que me escuche. Coco, Coco... 

* http://www.pebuwar2.blogspot.com.uy/2009/03/cuento-comunicaciones.html

 


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