MIUNICH (UN HECHO EROTICO)

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MIUNICH (UN HECHO EROTICO)

 

Estaba pasando por un momento particular de mi vida, mi alma sufría por la relación que estaba viviendo, hecha de malentendidos y diálogos sin sentido. Pensamientos dolorosos que me asaltaban por la noche antes de irme a dormir, y crecían dentro de mí, arrastrándome en una tristeza de la que no lograba encontrar la manera de salir. Un viernes por la tarde en Barcelona, a principios de junio, caminando por el paseo del Born mi móvil sonó, era un amigo que me llamaba para saludarme. Me senté en un banco de piedra, uno de los que están alrededor de la plaza principal. En el banco frente al mío, dos chicas turcas, una morena y una rubia, hablaban tranquilamente. Estuve un rato charlando con mi amigo, el tiempo suficiente para observar bien a aquella mujer morena que estaba delante de mí. Sus ojos eran del color del hielo, tenía un cuerpo escultural, y sus gestos transmitían una pasión que creía que hubiese dejado de existir en cualquier mujer. Tal vez una de las mujeres más hermosas que he visto nunca. Vestida de una manera sencilla, con zapatillas de deporte y un chándal de algodón negro, desprendía una dulzura inusual. Tenía unos labios carnosos y sensuales, pechos grandes y un culo provocador, tenía sólo 32 años. Me di cuenta de que sus ojos se encontraban con los míos demasiado a menudo como para que fuera una simple coincidencia. Acabé la llamada, y me quedé un momento sentado pensando en qué hacer, después me levanté y me acerqué a ellas, y lo más educadamente posible dije: - Siento interrumpir vuestra conversación, pero tú... dirigiéndome a ella, eres tan hermosa que no puedo irme sin conocerte. Quisiera invitaros a las dos a tomar un café, os robaré tan sólo 10 minutos, lo prometo. Me temblaba la voz. Me miró fijamente sin decir nada, cruzó después la mirada con su amiga y me miró de nuevo. - Por mí de acuerdo, no hay problema; seguiremos nuestra conversación más tarde. Su amiga no vino, tal vez no quería molestar, me quedé a solas con ella. - ¿De dónde eres? - Soy turca, estoy en Barcelona durante dos días y mañana vuelvo a Munich. ¡Munich! Cuando dijo Munich, mi corazón dio un vuelco, era su ciudad favorita, siempre me lo decía, vivía en Zurich por trabajo, pero se habría ido a vivir a Munich si hubiera tenido la oportunidad, y yo también, si hubiera seguido con ella. Si no hubiera tenido tanto empeño en destruir nuestra historia, y lo hubiera utilizado para crecer juntos, ahora seguramente yo no estaría escribiendo ésta. - Hablo bien español porque de vez en cuando vengo aquí, me gusta Barcelona, ??el mar, el clima, y ??los españoles son simpáticos. - No conozco a nadie a quien no le guste esta ciudad, de moda en el mundo y deseada por todos para pasar una temporada. -En Munich el clima es diferente y las personas no son tan abiertas.

Trabajo con mi padre como diseñadora gráfica, la empresa es de mi familia, hace más de 50 años que emigraron de Turquía. Sólo después me di cuenta de que la suya, era una de las empresas de diseño más importantes de Alemania. -Ah… yo también diseño, soy arquitecto, y me ocupo de diseñar casas. Nuestra conversación empezó así, con palabras sencillas, diálogos banales, las cosas que se dicen cuando conoces a alguien. - ¿Quieres venir a cenar conmigo esta noche? dije con una luz de esperanza. -Me gustaría, pero no puedo, he dejado sola a mi amiga y no quiero que se enfade, y además mañana por la mañana mi vuelo a Munich sale muy temprano y no quiero acostarme tarde esta noche. - ¿Estas libre el próximo fin de semana? - Sí, ¿por qué? Me miró sorprendida. - Sí quieres, voy a Munich y me quedo unos días, por supuesto vendría por ti, y quisiera verte, pero si no tienes tiempo para dedicarme, no voy. Su respuesta, que aun hoy recuerdo, me hizo temblar. - Si vienes a Munich este fin de semana por mí, si tienes el valor de hacer esto por una mujer que sólo conoces desde hace una hora, entonces estaré contigo todo el tiempo que quieras, porque eres el tipo de hombre que busco. - ¿Incluida la noche? Le dije con una sonrisa. - Si sabes cómo conquistarme, incluida la noche, pero no te prometo nada. Sólo si sabes cómo abrir las puertas secretas de mis deseos… Según lo prometido, la llamé para fijar la hora y el lugar donde nos encontraríamos. - El viernes nos encontramos a las 19 horas en Gärtnerplatz, en la esquina con Klenzestrasse hay un pequeño bar donde hacen una deliciosa ensalada con queso se llama Intriew, es el bar de moda, no puedes equivocarte. Llegué a la hora acordada, una hermosa camarera de 20 años con los ojos azules como el mar, me sonrió y me invitó amablemente a sentarme. Después de esperar casi media hora, vi entrar a una chica bellísima con una camisa de seda blanca y pantalones negros de seda, que se acercaba sonriente a mi mesa arreglándose el pelo. - Hola… ¿No me dices nada? Me quedé sin aliento, desprendía un dulce e intenso aroma a vainilla que advertía de su presencia allí donde estuviese. - Lo siento, pero no te había reconocido, estás elegantísima; ¡qué cambio! -¿Pero que pensabas? ¿Qué habías conocido a una pobrecita? - Si quieres… podemos ir a cenar a un restaurante turco, es pequeño, pero es considerado uno de los mejores de Munich, estoy segura de que te va a gustar. Salimos del bar y caminamos por toda la Klenzestrasse, hasta llegar a un barrio muy particular, con las casas    pintadas de colores diferentes, en la esquina con la calle Baumstrasse, un pequeño restaurante todo de madera invitaba a entrar y a disfrutar de sus especialidades. Justo el ambiente que necesitaba.

La luz de las velas, una música mística, mesas distantes una de la otra, con grandes cojines para relajarse y estar más cómodo, un aroma de incienso llenaba todo el ambiente, la atmósfera era sensual y erótica. Los camareros con el torso desnudo, un pareo atado a la cintura, zapatillas hechas de cuerda y un pañuelo largo alrededor de la cabeza que caía hasta debajo de los hombros. Nos sentamos en una mesa un poco alejada de las demás.

 

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