Los tres cerditos (Versión Nitro) 2

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Un viernes noche, como cada viernes, Juanito y Ernesto quedaron en el bar de siempre, y allí, como cada viernes noche, el camarero, que como dato curioso diré que era un hipopótamo, se acercó a su mesa con tres cervezas.

—Esta noche solo dos —le pidió amablemente Ernesto.

—¿Qué sucede con el señor Tocino? —Preguntó el camarero extrañado por su ausencia.

A lo cual Juanito contestó:

—El señor tocino se llevó tal decepción cuando vio la realidad, que decidió colocarse una mochila de piedras e ir a buscar la ciudad perdida de la Atlántida.

El camarero, poco sorprendido, dejó un par de cervezas en la mesa y se retiró a cubrir la barra.

—Pareces cansado Ernesto —le señaló el señor Morcilla a su compañero—. ¿Acabas de llegar del ensayo?

—Sí, hemos terminado hace poco, apenas me ha dado tiempo de ducharme y salir —le contestó su agotado amigo cerduno.

Juanito adoptó una pose pensativa, sorprendido por el comportamiento de su buen amigo, y es que él no podía entender por qué alguien dedica tanto tiempo a no conseguir nada en la vida, así que una vez más, se dirigió a su compañero:

—No puedo entenderte —le aseguró—. ¿Por qué pierdes el tiempo con la música y la pintura en lugar de buscar un trabajo mejor para poder vivir más cómodamente?

A lo que Ernesto contestó:

—Yo no podría vivir tu vida. Entiende que algunos tenemos sueños, y vamos a luchar por ellos, porque para los que son como yo, ir de casa al trabajo y del trabajo a casa, nos mata por dentro lentamente, no espero que puedas entenderlo.

—Te entiendo —le respondió Juanito— pero eso lo soluciona una buena cerda. Verás, ya conoces a Beicon, mi pareja. Desde que vivimos juntos, cuando llego a casa cada día después de trabajar, y me siento a ver la tele, ella me prepara la cena. Y eso amigo, eso es lo más grande que le puede pasar a un cerdo. Calor de hogar.

Ernesto, lejos de haber quedado encandilado por las palabras de su compañero, le preguntó:

—¿Eso piensas? Yo no lo veo de esa forma, preferiría tener a alguien en mi vida que tuviese sus propios sueños y objetivos, creo que, a la larga, alguien que solo me hace la cena mientras veo la tele sería tedioso. 

¡Tedioso! —Le contesta Juanito un tanto sorprendido por las palabras de su compañero—. Tedioso es mejor que cansado, estás hecho unos zorros, no os ofendáis — les a los zorros sentados en la mesa de al lado—. Mírate, estás cansado. ¿Cansado para qué? No has conseguido nada con esos sueños tuyos, dime ¿de qué te sirve mantenerte en forma? Si no dejas esas aficiones tuyas, jamás encontrarás un buen trabajo, y si no encuentras un buen trabajo, ninguna cerda va a querer estar contigo. ¿Para qué te sirve entonces?

—Ahí Juanito —suspiró Ernesto— ojalá pudiese hacértelo entender, pero creo que, para una mente tan cerrada, sería imposible, intenta verlo de esta forma, puede que yo no consiga ninguno de mis objetivos en la vida, pero al menos, cuando mura, dios quiera que sea dentro de mucho, podré hacerlo orgulloso por haber luchado por mis sueños.

El señor Morcilla seguía sin comprender nada de nada, así que se tomaron otro par de rondas y cada uno se fue a su casa.

Por desgracia, no faltaba tanto para el último día del señor Martín, ya que su casa, al igual que la de su amigo, el señor Tocino, entorpecía el paso de la autopista, por lo cual, el gobierno lo echó de allí. Y al tratarse de un terreno pobre que en principio no vale nada, y digo nada para el gobierno, ya que, para Ernesto, esa chabola de madera era su hogar, le dieron 3000 euros, precio estándar de expropiación por aquel entonces, y lo echaron a la calle de una patada. Una vez más el lobo metafórico, metafóricamente se comió a un pobre. Con su sueldo y ese dinero, Ernesto apenas pode pagar el alquiler de un motel de mala muerte, pero no por eso se rindió en ningún momento. Continuó con su grupo, su pintura y sus carreras por el bosque. Incluso después de que le despidiesen del trabajo, ya que la oficina donde trabajaba también entorpecía la autopista, y a su jefe le ofrecieron una millonada de la cual no vio un duro, siguió luchando. Al menos, hasta el día que un lobo no tan metafórico lo asesinó y le robó la cartera mientras corría por el bosque. Una cartera metafórica, ya que el cerdo no tenía tanto dinero como para llevar una. Tras otra veintena de asesinatos de animales de diversos cuentos, la policía animal detuvo al malvado lobo y lo condenó a veintiún días de servicio comunitario ayudando a construir una autopista que pasaba por allí cerca.

El funeral del señor Martín no fue un funeral a lo grande. Tan solo asistieron sus compañeros del grupo de country, el burro, el gallo tomatero y el armadillo, además de algunos de sus escasos fans, algún compañero de su antiguo trabajo, y por supuesto su mejor amigo, el señor Morcilla, que llora desconsolado la perdida de otro compañero. Cuando Juanito se acercó al ataúd de su amigo, vio algo que cambiaría su forma de ver la vida para siempre, nunca supo a ciencia cierta si fueron los maquilladores de la funeraria, un tanto sádicos, o si realmente, Ernesto había muerto con una sonrisa en la cara, pero ese último gesto de su compañero, hizo que Juanito por fin comprendiese la forma de vivir de Ernesto, entonces, le dio a este su último adiós, y le susurró antes de irse:

—Al final te ha matado el deporte… aun así, cuando llegue mi día… Buda quiera que sea dentro de mucho, yo también quiero morir orgulloso.

Y fin.

¿Queréis saber qué pasó con el señor Morcilla después el funeral?  Bien, pues yo os lo diré.

Cuando llegó a casa, se encontró a la cerda de su novia practicando zoofilia, que en ese mundo es sexo normal, con el lobo que mató a su amigo, que se había escaqueado del servicio comunitario. Esta vez lo de cerda, sí que es un insulto.

—Cariño, has salido muy pronto de trabajar… —dijo la cerdita.

Al no poder comprender el hecho de que alguien a quien tanto quieres, te engañe de esa forma, en lugar de cortar contigo antes de tirarse a otro, Juanito hizo lo más razonable que se le ocurrió en ese momento, cogió su escopeta y los mató a los dos. Debería de habérselo pensado mejor, en cualquier caso, actualmente es un prófugo de la ley y nadie conoce su paradero.

Y fin de verdad.


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