Un relato navideño: Un piano a la orden 1

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Luces. Luces de un rojo intenso cual nochebuena, blanco del alma pura y verde de la mas viva parte de la naturaleza. Listones, velas, y por supuesto, un hermoso pino. No quedaba espacio alguno en esta pequeña vivienda para un adorno más. Típico de nuestra familia (los Booker), todo el vecindario sabía que mi madre (la señora Booker) adoraba este momento del año. En esta residencia se podía respirar el ambiente pacífico y positivo... Les voy a contar una historia, un día en el que aprendí el verdadero significado de estas fechas tan especiales. ¡Lo recuerdo aun muy claro!
Como cualquier otro niño, yo no podía esperar a ver que me traería esa persona especial, vestida de blanco y rojo. Siempre soñé con verlo frente a frente, encontrarme con ése héroe que hacía este día, mi favorito del año. Lo intenté una o dos veces, pero no tuve éxito.
Toda la familia reunida, en paz y armonía. Charlábamos y reíamos mientras esperábamos la gran cena. Mi madre me dijo que junto a mi hermano, fuéramos a comprar unas cuantas cosas que hacían falta para la cena. Cielos, esto me recuerda que me fue tan difícil aprender el idioma de señas, pero tenía que hacerlo si quería comunicarme con mi pequeño hermano. Fui hacia el, y le expliqué lo que mamá dijo. Sin embargo lo encontré altamente inquieto. Le pregunté que ocurría, a lo cual sólo apuntó con un dedo hacía un rincón de su habitación. Su piano. Su piano se había roto. Mi hermano lo toca, y se supone que nos iba a tocar una canción antes de la gran cena. El pequeño Norman estaba destrozado. Uno podía notar fácilmente todo el esfuerzo que hacía para no derramar ni una lagrima. Algo no muy común en los niños.
—Norman, no te preocupes, yo te conseguiré uno antes de la gran cena. No tengo idea alguna de donde lo encontrare, sobre todo en este día tan saturado. Pero lo conseguiré. Lo prometo. —dije con determinación.
"No tienes que hacerlo" respondió con señas.
—No te preocupes hermanito, lo haré, ¡no quiero que te quedes sin tocar esa canción!
"Gracias..." Dijo para después plantar una pequeña sonrisa en su rostro.
Y bueno, aquí comenzó mi búsqueda.
Salí de casa, y fui directo a la tienda. El piano mas económico costaba el doble del dinero que tenía a mi disposición. Tenía que hacer algo y rápido, no había mucho tiempo a mi favor. Abandoné la tienda, y al momento de salir un hombre de gran estatura me tomó del brazo y me jaló.
—¡chico! ¡Necesito de tu ayuda, por favor!
—disculpe, pero en realidad estoy un poco...
—Solo será un momento chico.
—Bien...
—Excelente, por favor sígueme.
Resulta que el nombre de aquel señor era Isaac, y necesitaba ayuda para envolver regalos, ya que eran muchos y no podía hacerlo el solo. No tenía a nadie a quien pedirle ayuda, así que simplemente fue por la primera persona que vio en las calles. Conversamos un poco hasta que finalmente terminamos.
—Muy bien, creo que eso es todo. Lamento no tener dinero para recompensarte muchacho. ¡Pero mira! Puedes llevarte esto, es un lindo collar. -me dio un curioso collar navideño
—Oh cielos, gracias señor Isaac.
—No hay de que chico, ¡y espero que puedas conseguir eso para tu pequeño hermano!
Al salir de la casa del señor Isaac, me percaté de que aun me quedaban 2 horas antes de la gran cena.
—Disculpa hijo, no quiero molestarte pero, ¿me harías un pequeñísimo favor? —me dijo una voz femenina mientras me tocaba el hombro, era una anciana indefensa.
—Ciertamente no creo de tener tiem-
—No tomara mucho tiempo hijo...
—¿Como voy a conseguir el dinero a tiempo? En fin, aún así está señora necesita ayuda—pensé
—De acuerdo señora.
—Por favor sígueme hijo.
La casa de la anciana (quien me dijo que podía llamarla "abuela") está justo a un lado de la del señor Isaac. La abuela necesitaba un poco de ayuda para encontrar el adorno mas importante para su pino, la estrella. Estuvimos platicando, hasta que la encontré. La abuela se alegró muchísimo, y me pidió que la pusiera en la cima de su pino. Así lo hice, debo admitir, que a pesar de ser un pino bastante humilde, hasta el día de hoy no he visto una estrella tan hermosa de adorno como la que la abuela tenía.
—Por favor disculpa a esta anciana por no tener dinero que ofrecerte de agradecimiento hijo...
—No se preocupe abuela, no hay ningún problema.
—Quiero darte este reloj, espero te guste.
Le agradecí, realmente era un reloj muy bonito. En el camino camino hacia la salida pensé:
—Muy bien. No mas distracciones. Me queda solo una hora.
Al dejar la casa de la abuela, todo parecía normal, hasta que noté a un pequeño niño empapado en lagrimas. Estaba sentado en una banca, completamente derrotado.
—Oye amigo, ¿te encuentras bien?
—No realmente. —respondió con tartamudeos
—¿Que sucede?
—Mi mami me pidió que cuidara de su vestido... Y yo lo manche de chocolate.
—Tal vez se pueda quitar. ¿Ya lo intentaste?
—No... ¡Oye! ¿Tu crees que puedas ayudarme a limpiarlo?
Suspiré. "Las cosas en las que me meto" pensé.
—Supongo que puedo intentarlo.
—Siiiiiii, ven, acompáñame.
El nombre del pequeño era Edward, y si, créanlo o no, ¡su casa se encontraba a un lado de la casa de la abuela! Por suerte para Edward, la mancha de chocolate era muy pequeña, y mi madre me enseñó una vez como quitar manchas como esas fácilmente. Sin embargo me tomó un cierto periodo de tiempo, pero lo hice, quité la mancha. Edward me veía con los ojos que una persona de su edad tiene cuando se impresionan por algo.
—Wow, te lo agradezco mucho, ¡mi mami no estará triste ahora!
—No hay problema.
—Ten, quiero darte esta pelota. Cuídala bien, ¡es muy divertida!
—Lo haré. —le respondí sonriendo.—
Perdí demasiado tiempo con esos tres, me entristecí porque esta sería la primera vez que rompo una de mis promesas. ¿Que podía hacer? Quedaban 30 minutos para la gran cena y aun me faltaba la mitad del dinero. Entonces miré las cosas que había recolectado, un collar, un brillante reloj y una pequeña pelota.


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