Me gustó la sopa.

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Me despertó del sueño profundo, un enérgico manoseo en mi miembro y testículos.  Me desperecé apenas y abrí finalmente los ojos. No demoraron mis sentidos en percibir con claridad lo que estaba sucediendo. Laura venía por más. Habíamos cogido dos veces en el corto tiempo que va desde las 23 a la 1. Agotados nos dormimos. Del sol ni noticias de modo que, considerando que estábamos en verano, fines de febrero para más datos, debía ser antes de las 5  y ya mi concuñada me urgía para otra tenida cuerpo a cuerpo. Era lunes, día de trabajo.

-Juaaann, ¿antes de irte me vas a hacer otro mimiiitoooo? –

-¿Tenes muchas ganitas? –

-¡Siiiiii! Y vos también por lo que puedo palpar….Pero no me cepillé los dientes así que me    pongo como mi gatita ¿Quereess?–

Ella no esperó de mi anuencia para posicionarse en cuatro, con la cabeza apoyada en la almohada y la cola levantada. Yo no necesité que repitiese el convite y la penetré, en la conchita. La cola quedó como materia pendiente.

Como mencioné, Laura es una de mis dos concuñadas, esposa de Javier, hermano de mi esposa Claudia. (La otra es Marina)

Los tres hermanos, y su madre, se encontraban en Europa por una semana.

Dos de sus cónyuges, nosotros dos, en “viaje de placer” de la misma duración, con las noches de cama compartida.

Nuestra suegra, de Laura y mía, había puesto en venta, desde la muerte del marido casi cuatro años del día del relato   , una casa familiar en el norte de Italia que había heredado ella y sus hijos. Al cabo de tanta espera, apareció un comprador (por el precio pretendido) pero con la condición de escriturar de inmediato.  En consecuencia, para obviar el tiempo que insumirían los poderes y sus legalizaciones, decidieron viajar  los cuatro herederos para firmar la transferencia. Salieron un sábado dejando a Laura, muy resentida, con sus dos hijitos y la sobrecarga de tener que cuidar, durante el día, de dos nenes y el de Claudia y míos.  Tres “demonios” de 4 a 6 años.

El domingo, llamé a Laura para preguntarle a qué hora le convenía que le llevase a Pablito, mi hijo.

-    Venite  entre 7:30 y 8, así cenamos y después me acompañas a ver una película que alquilé ¿Siii?-            

Hasta ahí nada que me hiciese pensar en algo “fuera de la ley”                                       

Lo vislumbré apenas ella me  abrió la puerta del departamento: estaba vestida para que resplandecieran sus 1,74 mts de formas deliciosas. En el living, luego en toda la casa, señoreaba la mirada, la sonrisa, el caminar de seductora consumada y el perfume arrollador de Laura. Recibí un beso en la mejilla e instrucciones:

-Vamos a tomar un aperitivo mientras los chicos juegan, cenamos, los acuesto y vemos la película  ¿te parece? – me susurró.

-Está bien ¿Qué película alquilaste? –

-No recuerdo el título… me parece que va a ser entretenida…es de enredos…de matrimonios tramposos.-

Ahí me persuadí que ella había completado los ingredientes necesarios para hacer una linda sopa:

             Un océano entre nuestras parejas y nosotros

             Chicos pequeños de sueño fácil

             Alcohol

             Vestuario sugerente

             Perfume embriagante

             Película erótica

¡Sí que estaba resentida y había planeado desquitarse con el marido, por haberla dejado en tierra!!!

En la primera parte de la velada y la cena, charlamos de temas variados y pasatistas.

Acostados los chicos, nos sentamos, copas en mano, juntos en el sofá del living para ver la película. Transcurridos unos 20 minutos de proyección, le tomé su mano en mi mano. No la retiró, giró la cabeza y fijó sus ojos en los míos como, me pareció, a la espera de la primera aproximación a lo que ambos sabíamos que sucedería (la sopa).

-Si seguis mirándome así, otros 5 segundos mi autocontrol se deshilacha,  no soy de madera. –

Su respuesta fue rozar los labios en los míos en un beso efímero.

                - ¡Eso no estuvo bien pero me encantó!! Ahora es mi turno de hacer algo  deshonesto.- murmuré

Nos besamos por primera vez. Instantes después del primer contacto comencé a recorrer su cuerpo. Ella redobló la intensidad de sus besos cuando sintió mi mano izquierda acariciar su conchita filtrándose entre el short ajustado. Con dificultad nos desanudamos:

                - ¿Me das alojamiento por esta noche? –

Asintió, enfáticamente,  con la cabeza.

- Voy a guardar el auto en el garaje de la esquina ¿Vamos a necesitar preservativos?

-Por mí no, tomo pastilla –

Fui hasta el auto casi corriendo, lo entré en el garaje, lo apuré al sereno por el ticket y casi corriendo volví, nos duchamos juntos, con el vértigo de la urgencia, apenas nos secamos y caímos en la cama para la primer cogida de la noche. Laura me llevó una dimensión de placer desconocida. A la par, ella, no ocultó que la estaba pasando “bomba”: gimió, suspiró, se movió deliciosamente y con un prolongado  ¡ahhhh, siiiiiiiii! anunció su orgasmo. Quedó complacida con la, casi inmediata, invasión a borbotones de mi semen y susurró un “¡que lindo me hiciste el amor!” y me abrazó fuerte como reteniéndome dentro de ella para disfrutar hasta las últimas gotas.

            - No te bajes Juany, quedate conmigo un poquito más -

Mi verga fue perdiendo temple, pero seguimos largos minutos, superpuestos, besándonos e intercambiando elogios y palabras dulces.

La segunda vuelta, precedida por una nueva ducha compartida y una mayor profusión de caricias y besos. Boca, seno y clítoris fueron mis blancos preferidos. Laura, a su tiempo, jugó con su lengua con el amigo y los dos gemelos.  La cogida propiamente dicha, no tuvo nada que envidiarle a la inicial.

El polvo mañanero, también  delicioso, fue el tercero de una veintena que, hasta hoy, disfrutamos con Laura: una sucesión de 15 de domingo a sábado, sin solución de continuidad. El domingo temprano regresaron los viajeros. Atrás quedó su resentimiento con Javier. En los 30 días posteriores concretamos 3  citas con 2 horas de hotel cada una que, a duras penas, mitigan el deseo de intimidad compartida que seguimos temiendo.


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