EL VESTIDO: Eligiendo

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Era lo típico. Fin de año. Fiesta.  Este año, Ángel, aquel amor que siempre lamenté perder, me invitó a cenar con unos amigos suyos. Ni lo pensé, pero necesitaba un vestido nuevo. Nuevo, elegante y sexy. Muy sexy. Sabía lo que quería y donde encontrarlo así que, aparte el precio, no me llevaría mucho tiempo. ¡Fatal equivocación! Tonos, brillos, colores, tejidos... Cada prenda era un mundo de sueños, de sensaciones, de imaginación... y como de esa tengo mucha, ya me estaba yo calentando solo de pensar en aquellos vestidos acariciando mi piel y dejando al descubierto gran parte de ella.

Despedí a la amable dependienta para poder elegir tranquila entre los distintos modelos que me había recomendado. Era difícil, mucho, renunciar a aquellas maravillosas prendas. De haber podido, las hubiese comprado todas pero debía escoger solo uno. Al fin opté por dos, uno rojo y otro negro, y fui con ellos a los probadores. Había tomado la precaución de maquillarme, hacerme un peinado acorde, ponerme medias con liguero y un bonito tanga de encaje. Entré en una cabina, me quedé en medias y tanga y me puse el vestido rojo. Era precioso. Atrevidísimo con aquel gran escote que dejaba desnuda la mayor parte de mis tetas. ¡¡Ufff!! Me humedecí solo de pensar como me iban a mirar. Me encantaba que enseñase tanto de mis pechos y la abertura lateral por la que podía mostrarse la pierna hasta la ingle. Era tremendamente sexy y se ajustaba a mis curvas como si hubiese nacido con él. Me lo quité y me probé el negro. También tenía un gran escote pero, además, la parte superior era una transparencia que, acariciando apenas los pezones, no daba lugar a la imaginación. La duda me corroía. Tal vez no debía haber despedido a la dependienta pero no me atreví a salir a buscarla por la tienda con todas las tetas transparentándose. Oí ruido en la cabina de al lado. Llamé. ¿Oiga? Una chica me contestó. 

-Mira. Podrías ayudarme?

Tendría unos treinta y cinco y un cuerpo muy parecido al mío. La sorpresa se reflejó en su cara al verme así vestida. Le expliqué la situación y accedió a ayudarme, por lo que entramos en mi cabina. Dejé que me viese con aquel vestido, di un par de vueltas y lo hice caer quedando semidesnuda delante de ella. Vi como miraba mis tetas y como un ligero rubor coloreaba sus mejillas. Me puse el vestido rojo y lo mismo. Los pezones picaban la tela desafiantes. Me acerqué a ella, rozándola, para que mi perfume la envolviese.

-¿Cuál te gusta más?

-No se -dijo- Son distintos. Los dos son muy sugerentes. El negro más elegante, el rojo más sexy. No se.

-Tienes un cuerpo muy parecido al mío -le dije- ¿Te los probarías para que pueda verlos?.

Dudó pero percibí un ligero temblor en su cuerpo.

-¡Por favor! -le pedí  melosa, acariciándole la mejilla- Accedió.

Se quitó el vaquero regalándome la visión de su vulva rasurada a través de una braguita trasparente de color azul, se desprendió de la camiseta y le ayudé con el sujetador, desnudando unos pechos firmes y generosos de endurecidos pezones. Se movía con timidez mirando al suelo. La tomé de la barbilla y le alcé la cabeza.

-Vamos, eres preciosa -la animé- Tienes un cuerpo estupendo.

Le ayudé a ponerse el vestido rojo. ¡Joder! Le sentaba genial. Tanto que me estaba poniendo cachonda con toda la situación. Recoloqué la tela del corpiño y, al hacerlo, rocé, como por un casual, uno de sus pezones que respondió endureciéndose de inmediato. Se le escapó un gemido. Sin más preámbulo, besé su cuello y deslicé una mano hasta encontrar su entrepierna. Había una ligera humedad en ella; en cambio,  a mi se me iba deslizando un hilo de flujo que mojaba mi tanga. Acaricié sus labios mojados y masajeé el clítoris por encima de la seda. Gimió. Sus músculos se contrajeron y avanzó su pelvis hacia mi para aumentar el contacto. Estaba excitadísima, temblando, la respiración agitada. La besé en la boca en tanto sus jugos mojaban mis dedos cada vez más. Enterré su cabeza en mis pechos introduciéndole gran parte de una teta en la boca para acallar el grito que se le escapaba mientras se corría profusamente sobre mi mano.

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La segunda parte del relato, "EL VESTIDO: 2-Decidiendo", podéis encontrarla en:

piel y placer.blogspot.com


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