Profesora, ante todo.2

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Entramos en la cafetería, buscamos una mesa y nos sentamos.

- Que vas a tomar Cris.
- Un café solo, por favor.- Raúl con un movimiento de mano llamó al camarero.
- Un café para la señorita y un descafeinado para mi, por favor.
Sentados frente a frente, mucho silencio, diciendo con los ojos, lo que nuestros labios no se atrevían, Raúl, mi primer y único amor.
A lo largo de mi vida han pasado algunos chicos, pero nunca he sentido lo que he sentido por él, recuerdo cada mirada, cada roce, cada movimiento de su cuerpo. Una vez iba en bici para casa, en un cruce lo ví, iba en vaquero y camiseta, su pelo rubio al viento que tanto me gustaba, al ver que me miraba, descontrole la bici, me fuí directa contra un árbol, fué corriendo en mi ayuda, me agarró por la cintura y me llevó a casa, no dormí aquella noche, sentía su contacto, olía su aroma en mi piel.
Lo tenía delante de mis ojos, había ansiado tanto ese momento, por qué tenía que ser el puñetero inspector?.
Raúl decidió romper el hielo.
- Podríamos dejar a un lado en este momento a los chicos?, estoy muy enfadado conmigo mismo, perdona mi atrevimiento, pero llevo muchos años deseando encontrarme contigo, y sabes, no te reconocí, no lo entiendo.
- No te enfades, a mi tambien me ha pasado, éramos casi unos niños, han pasado veinte años. Hace unos años le pregunté a mi hermano Pedro por tí - le dije, mirando directamente a sus lindos ojos verdes - me dijo que te habías casado.
- Mi matrimonio duró dos años, decidimos dejarlo, creo que aburrí a mi mujer, ella era hiperactiva, en cambio yo, pura monotonía, al poco tiempo se casó con su compañero de trabajo. No digas lo siento, ya que para mi fué un alivio. Dejemos mi vida a un lado, háblame de tí, aparte del instituto, que haces?, compartes tu vida con alguien?.
- No, por mi vida no ha pasado nadie que me haya ilusionado, mi amiga Carla dice que soy muy exigente, a veces he pensado que tiene razón, pero más vale sola que mal acompañada, aparte, tendría que renunciar a tantas cosas que me llenan, suelo participar en carreras para beneficios sociales, ayudo y apoyo a madres adolescentes para que no dejen los estudios, es decir les doy clases por las tardes y fines de semana.
- Jajaja, eres como Teresa de Calcuta.
-Noooo, esa mujer se me queda muy grande - dije dando un sonido muy largo a la frase.
La tarde se fué en un pis-pas, recordando aventuras y amigos. -Te acompaño a casa, Cris?, me has hecho pasar un rato muy agradable - cómo iba a negarme, si estaba en una nube, absorbida por un huracán.
Al llegar al portal, nos despedimos, me dio un beso en la mejilla, tuve la sensación que le costaba separar sus labios de mi piel, me hubiera gustado alargar el momento, pero lo corté.
- Hasta mañana, Raúl.
- Me metí en el portal, cerré la puerta lentamente, observando  como bajaba calle abajo, de repente empezó  a chillar - hasta mañana Cris, estás guapísima - siguió caminando sin darse la vuelta, jajajaja, esas cosas, eran las que me gustaban de él.
Llegué a las ocho en punto al instituto, fuí directamente a las canchas, tocaba educación física a primera.
- Buenos días Chicos, vamos a calentar motores,- todos incluida yo hicimos los ejercicio de calentamiento, de vez en cuando miraba a ver si estaba por alguna parte.
- A quién buscas? - preguntó, sintiendo su aliento justo detrás de mi oreja.
- A nadie, - dije a la defensiva, - haz llegando un poquito tarde.
- Si, es cierto, he estado  preparando unos exámenes para tus chicos.
- Unos qué?, -pregunté bastante cabreada, - a los alumnos y a mi nos dijeron que  solo obsevarias, creo que esto se pasa de la raya, ellos han pasado las pruebas de acceso, han quedado los primeros, que más quieren de ellos.
- Ese día hubieron muchas anomalías,
- Anomalías, anomalías?,- chillé, unas lágrimas resbalaron por mis mejillas, la impotencia, la rabia comían mis entrañas, lo peor era que no tenía palabras, por primera vez, me había quedado muda.
Llamé a los chicos y les explique la nueva situación, ellos le quitaron hierro al asunto, diciendo palabras muy bonitas.
- Profe, lo has hecho muy bien, estamos preparados para todo, si nos quieren examinar, que nos examinen, nos has enseñado a creer, y esa es nuestra seña de identidad,- entonces dijeron todos en unísono - une y vencerás, cree y serás. - No me pude contener, el llanto me invadió, estaba muy orgullosa de todos y cada uno de ellos. Nos dirigimos a la clase en silencio, cada uno se puso en su puesto, Raúl fué repartiendo uno a uno los exámenes, sin expresión, sumergido en su propio mundo egoísta.
La mañana transcurrió en silencio, notaba la mirada de Raúl en cada paso, me encontraba muy mal, sobre todo mis sentimientos encontrados, mi corazón palpitaba cuando lo sentía cerca, y mi orgullo derrotado peleaba para ponerse en guardia.
Sonó la sirena, salí como alma lleva el diablo del Instituto.


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