El polo de limón

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Siempre tengo en la nevera polos de limón. De esos que son puro hielo. Me acuerdo que de joven los comprábamos para preparar los combinados cuando íbamos de fiesta, a la hora de hacer botellón. En una palangana vertíamos el vozka y una botella de refresco de limón y varios polos del mismo sabor, para mantener fresca la bebida, que nos tomábamos con pajita.

Pero ya he crecido, y a los polos de limón les he encontrado otra utilidad, mas de mi estilo. Y hoy voy a coger uno, para disfrutarlo en la soledad de mi cama, aunque creedme, en compañía también es igual de genial, o incluso más.

Cojo uno, y le quito el envoltorio. Está muy frío, por lo que me lo meto en la boca, para quitarle todo el hielo que lo recubre. En un par de chupadas consigo que el hielo se funda y dejar una pequeña capa líquida a su alrededor.

Es el momento de empezar a acariciarme con él. Es largo, está duro, está frío, me va a proporcionar mucho placer. Con él así, comienzo a acariciarme el coñito. Lo muevo de arriba abajo, sintiendo cómo mi coñito se va abriendo al placer.

Lo paso por encima de mi clit, que reacciona al frío escondiéndose pero al poco siento como empieza a arder, a hincharse. Me gusta cómo se calienta, como se excita con la caricia del polo.

Estoy muy excitada, tanto que el calor que desprendo hace que se vaya fundiendo el polo. Gotas heladas descienden por mi muslo, haciendo que me caliente cada vez más.

La punta del helado se ha redondeado. Es el momento de apoyarlo sobre mi coñito, y hacerlo girar. Me lo deja frio, pero caliente a la vez. Se dilata, me pide que lo meta.

Y eso hago. Empujo despacio. Entra dilatándome, me calienta muchísimo. No dejo que llegue aún hasta el fondo. Empiezo a moverlo dentro, fuera, dentro, fuera, y me pongo cachonda como nunca.

Mi coñito responde al hielo cerrándose, pero al empujar lo vuelvo a dilatar. Como se está fundiendo, desliza muy fácilmente. Estoy cada vez más cachonda. Me gusta mucho hacer esto.

De repente, un calor recorre mi cuerpo. Mi coñito ha reaccionado al hielo y se ha hipersensibilizado. Es el momento. Lo empujo muy dentro de mí, y me penetra del todo. Se introduce dentro de mi sexo, quedando fuera únicamente el palito.

Mi vagina se cierra sobre él, no lo quiere soltar. Es el momento de estirar hacia afuera. Sale dilatándome. Me encanta este juego. Empiezo a jugar metiéndomelo del todo, sacándomelo. Cuando lo meto se amolda a mi sexo, al salir me muero de placer.

Cada vez lo muevo más rápidamente. Estoy muy sensible. Cierro los ojos para sentirlo mejor, y me corro. Es intenso. Mis vasos sanguíneos se han dilatado tanto por el calor de mi sexo que ardo literalmente de placer.

El orgasmo es tan intenso que no puedo mover el polo, que se ha quedado acomodado en mi coñito, y los espasmos de mi éxtasis lo abrazan, rebotando en él y multiplicándose, por lo sensible que me he quedado.

Pero el polo aún no se ha fundido. Lo dejo dentro, quiero jugar con mis dedos. Acariciando mi clit con el dedo enseguida me vuelvo a correr. Estoy muy sensible por el hielo. Tanto que no me cuesta darme un tercer orgasmos, metiendo y sacando el polo de mi coñito.

Cuando siento que el helado está casi fundido lo saco. El palo es muy basto para mi sensible coñito. Lo chupo. Está frío, pero mantiene un saber especial, mezcla entre limón y sexo. Me encanta.

Relato inédito publicado en la segunda parte de mi trilogía "Libertad sexual, mis juegos y juguetes" disponible en Amazon, de la autora Azucena López

El resto de mis relatos, en mi blog... http://azucenal.blogspot.com


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