Ardor......

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Ardor!!, pero no por el calor desprendido por el sol. Si no, por la ebullición que empieza a correr por las venas, que hacen que se acelere el corazón y la respiración sea más profunda e intensa. Mientras que las manos comprueban el calor emergente de la entrepierna.

 

Qué bonita estampa, sentada en tú sillón de relax. Totalmente relajada y tener a un hábil hombre arrodillado ante ti maniobrando en tú entrepierna acariciando tus labios y golpeando con ternura y pasión el clítoris. Mientras tu acaricias su cabeza, no dejando que retire su boca de la entrepierna húmeda y deseosa de recibir más lengua y mas besos.

 

Sentir las manos de el recorrer tus piernas, llegando desde tus caderas hasta tus pies. Subiendo también por la cintura hasta llegar a los senos, para el sentir tus pezones duros apuntando al cielo.

 

Sentir desviar sus labios y empezar a besar las bragadura, tierno, apasionada, intenso.sua manos sigues acariciando los senos con pasión, rodeando con sus dedos los pezones manteniéndolos erguidos al cielo, también se deslizan hasta tu cuello, cara y mejillas, acariciando los labios. Saboreas el olor de tú propia pasión en sus dedos mientras él desliza sus labios hacia el vientre, ombligo, parándose poco antes de llegar a los senos, besando la parte inferior de ellos. Sus manos, fuertes manos, suevas manos, sigues padeciéndolas acariciando el pelo, cuello y parte posterior  de la cabeza. La piel se eriza, recorre un escalofrío todo el cuerpo. Mientras él sigue besando ese suave y maravilloso cuerpo y subiendo lentamente sus labios, lo aferras con tus piernas, no quieres que se separe su cuerpo de ti ni un milímetro, quieres sentir como se desliza. Nunca imaginaste que ese sillón fuera un lugar donde podrías experimentar tal placer, si descanso, pero no la sensación de lujuria contenida, quieres que te haga, no quieres ser tú la que produzca placer, quieres y deseas que te lo produzcan. Él sigue disfrutando de la suavidad de tú piel, él siente tus espasmos recorrer tú cuerpo mientras lo besa. Él siente tu respiración profunda, tu continuas sintiendo el calor de sus labios y la ternura de sus caricias. A cada instante tu respiración se entre corta más y más, hasta lanzar un tenue gemido que sale de tú boca entre abierta. El sube lentamente hasta llegar con sus labios a tus senos, besando lentamente tu aureola, antes de llegar a besarte los pezones, jugar con su lengua rodeándolos y dar leves mordiscos con sus labios en ellos, sus manos ahora están recorriendo tus brazos extendidos sobre el sillón. Acaricia las palmas de tus manos, sube por tus antebrazos, hasta llegar a tus hombros, para luego bajar por el costado, llagando a la altura de tus senos y empujando contra su boca tus cuerpo y por lo tanto tus senos. Sientes como su cuerpo ya no hace falta que lo sujetes con tus piernas, el no quiere separarlo de ti, sientes como su estomago esta a la altura de tu bragadura, el se pega a ti y tu mueves tus caderas para sentirle lo mas pegado a tú vulva.

En esta situación ni el infierno desprende tanto calor,

calor de pasión,

calor de lujuria,

calor infinito,

calor provocado por la necesidad de sentirse deseado,

calor por la necesidad de sentirse amado,

calor delicioso,

calor en definitiva maravillo.

 

Tus fuerzas empiezan a abandonarte, el sigue en tus pechos, tus movimientos de caderas se aceleran restregándote contra su abdomen, los gemidos dejan de ser tenues, empieza a elevarse el tono de ellos, tus labios se encuentran con los suyos, tú lengua se encuentra con la suya, la guerra de pasión empieza intensamente. Ahora tú vulva está entre su abdomen y su entrepierna. Sientes como el glande se su miembro con los movimientos toca por toda tu vulva sin entrar, pasa entre tus labios, sientes como el miembro se empapa de tus jugos. Dejas de basarle y esgrimes un gemido de placer a la vez que entre tus piernas consigue escapar los fluidos del placer, placer que el no va a dejar que se pierdan y quiere tomar todos esos jugos que desprendes por el placer infringido por tal hombre, hambriento de ti y de recibir tú recompensa en forma de tus jugos provocados por tú orgasmo. El sacia su ansia de ti y tu quedas tendida en el sillón satisfecha mientras el pega su cara en tu vulva acariciándola y sintiendo tú sabor y olor del  placer derramado por ti, sabiendo que fue él quien provocó tal situación. Le acaricias la cabeza mientras él está a tus pies aferrado con ternura a tus caderas y su cabeza entre tus piernas………

 


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