Identidad o muerte

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Identidad o muerte (La misión sacra de Oz)

Luchas equivocas de gran calado se han sucedido sobre nuestra tierra. Sí, algunas comenzaron en la esperanza, pero al final se derrumbaron ilusorias.
Del "patria o muerte", se decía que no la apoyaba quien no tenía corazón y se mantenía apoyándola quien no tenía cerebro. De cualquier forma el hombre encuentra siempre la muerte, pero en ocasiones especiales no le rehúye como es común, sino que se conduce a ella temerariamente.


Entre convencidos y fervorosos la consigna de alcanzar o morir en el intento, es un horizonte y entre radicales una doctrina. En todo caso es claro que el verdadero fin no es alcázar, sino mutar a toda costa, ya sea ante la imposibilidad de conformarse por el ultimátum de la conciencia o la insoportable vergüenza, entre tantos otros motivos.
De esta actitud de búsqueda se revela que el enfoque de una idea puede parir una voluntad inquebrantable de extraña fuerza. Así queda impresionante una fila histórica de sucesos inverosímiles no siempre edificantes, de hombres cuya empresa violó todo canon, llevando a oponentes, partidarios y a sí mismos a la muerte.

¿Existe un límite en la persecución de las ideas?

 Conocí a un hombre cuyo sueño, era dejar de serlo. Y en el descubrimiento de lograrlo, se expuso a todas las consecuencias públicas de ser voluntariamente diferente. Pero una vez que entendió su deseo, jamás renunció. Resistiendo a la adversidad, permanentemente discriminado, y cargando la incertidumbre de que no existiese método de alcanzar su deseo, su decisión lo llevó a realizar sobre sí mismo experimentos extremos, cuyos resultados sabía inciertos. La patria, que el buscaba estaba en una creatura cuya forma material asimilaba del deseo de ser otro. Y ¿Quién puede evitar la carrera de una idea?.

Que la apariencia sea tan importante, no tiene explicación solo en la vanidad. Para suplantar, la apariencia es esencial como sabe todo falsificador. Perseguir la aceptación social bajo otra identidad tiene gradaciones, desde las muy frívolas hasta las que definen nacionalidades y razas. Como el contraste tolerado y habitual del maquillaje femenino, el cambio jurídico de personalidad por protección o las causales del transgénero pasando por las extravagancias del zoomorfismo.


Un día aquel hombre , al fin, se encontró ante el Mago de Oz, quien argumentó sobre su petición:
-¿Qué hay de malo en ti?, ¿Deseas una transformación extrema para ser diferente y ser una más entre ellas?, Ahora mismo, eres profundamente especial.
El hombre contestó:
-Quiero ser otro para ser yo mismo, quiero reencontrarme en otra forma para ser libre.

La persecución de una idea, no exige que ésta tenga sentido para extraños, ni aún para el propio. Éso es parte de su poder, un poder que empareja riesgos. Reconocido es el derecho de pensar libremente. Pero no el de actuar libremente. Entonces la imaginación ¿será el único territorio autónomo?. Si así es, la expresión, materialización imperfecta del pensamiento, es nuestra máxima posesión, y la más elemental causa para lograr una identidad o morir.


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