Unos polvos mágicos

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Paseando por el centro de la ciudad he entrado a comprar caramelos. No sé, pero hoy necesitaba algo de dulce. Y cuando iba a pagar los he visto, ahí. Pensaba que ya habían desaparecido, yo era muy niña cuando estaban de moda, pero al parecer aún existen.

He cogido una bolsa y sí, eran los peta zetas originales. He comprobado la fecha de caducidad, y era correcta. El de la tienda me ha asegurado que se siguen fabricando, aunque no se venden como antaño.

Me he cogido tres bolsas. Creo que serán suficientes para varios días, y me he ido excitada a casa. Voy a experimentar con este nuevo juguete, que seguro que me va a proporcionar un placer diferente.

Lo primero que hago es desnudarme y acariciarme un poco. Quiero mojarme, ya que estos caramelos funcionan con la humedad. Al poco siento como mi humedad recorre mis muslos. Me apetece seguir acariciándome, darme un orgasmo. Como tengo facilidad para repetir me decido a hacerlo.

Tocándome el clit, consigo llegar rápidamente. Los espasmos de mis muslos, parecen que no cesas, y mi coñito se ha convertido en una fuente de la que fluye mi jugo. Estoy muy mojada, siempre me pasa al correrme.

Es el momento, abro los peta zetas, y echo unos pocos sobre mi sexo. En seguida explotan. Es una caricia muy suave, distinta. Son como pequeños golpecitos en mi vagina.

Quiero experimentar esta sensación sobre mi clit directamente, pero no está lo suficientemente mojado. Lo empapo con mi jugo, y pongo una pequeña piedrita de caramelo en mi dedo. Lo pongo sobre mi clit y me empiezo a acariciar. En segundos explota. Me ha gustado mucho.

Ahora pongo varios sobre mi dedo y acaricio mi clit. Poco a poco, según se humedecen, van explotando, uno a uno. Cada explosión es una caricia suave, muy agradable, pero así, no me volveré a correr, necesito más.

Me meto el dedo en mi sexo, y sale empapado. Lo meto en la bolsa de peta zetas y aunque algunos explotan, la mayoría se quedan pegados a mi piel. Introduzco el dedo dentro de mi coñito y empiezo a moverlo ahí. Explotan poco a poco, me encanta.

Estoy lanzada, muy excitada. Abro mi coñito con los dedos, y vierto el contenido de la bolsa de peta zetas dentro de mi vagina. Entra media bolsa. Cierro las piernas mientras siento cómo van explotando poco a poco, pero estas explosiones me secan.

Me siento llena, y algo seca, pero ya tengo mi nuevo juguete ahí donde lo quería. Con las piernas cerradas, me acaricio el clit, haciendo que un segundo orgasmo suba. Sé que lo mejor estará cuando me corra, por lo que me acaricio tranquilamente, sintiendo cómo de vez en cuando alguna explosión excita mi vagina.

Cuando estoy a punto de correrme, separo un poco mis muslos, cierro los ojos y me dispongo a disfrutar lo que me viene. Y efectivamente, no me defrauda. Al correrme, me inundo, y todo mi jugo lo absorben los caramelos, explotando decenas de ellos a la vez.

Es un orgasmo muy intenso, muy fuerte, con mi coñito hinchadito por el caramelo, con la intensa caricia de las explosiones al correrme, muy dentro de mí. Me ha encantado.

Sólo me has faltado tú, para sorber con tu lengua el líquido rosa que se escurre de mi sexo. Ha sido fantástico, la verdad.

Este relato está publicado en mi blog http://azucenal.blogspot.com

Y en mis libros "Libertad sexual", de Azucena López, publicado en Amazon


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