Zeilo y sus inicios (1)

Hace varios milenios, cuando el rey Naldor gobernaba el Sur, comenzó la leyenda de Zeilo, nuestro héroe inmortal.

Durante 27 años Naldor había librado guerras y arrasado grandes ciudades y pueblos en busca de poder, y lo había logrado. Era el imperio más grande jamás conocido en el Sur. Tenía un ejército que hacía temblar la tierra y que podía mover montañas, eran los guerreros más fieros y mejor entrenados. Entre las tropas había soldados, mercenarios de Tolen, guerreras de las islas Matis, animales sacados de historias de terror y otras criaturas que cuando alguien las veía se moría en lo que se tarda en respirar una vez.

Era una noche de invierno cuando el ejército arrasaba un pueblo más. Las normas eran sencillas: reducir a cenizas el lugar y que nadie quedase con vida. Pero aquella noche fue la excepción, los soldados encontraron un bebé y decidieron dejarlo con vida para que se muriese de frío, hambre o por inhalación del humo. Con suerte viviría hasta que saliese el sol.

Con lo que no contaban aquellos soldados era que ese bebé iba a ser adoptado por los Dioses. Durante 20 años Zeilo fue su aprendiz, le llegaron a contar secretos y misterios que a cualquier mortal le gustaría escuchar al menos una sola vez aunque después no recordase ni su nombre. Zeilo aprendió demasiado y los Dioses lo sabían, vieron una amenaza en él. Se reunieron y sentenciaron devolverlo al mundo de las mujeres y los hombres, suponían que el mundo le corrompería como a cualquier ser humano.

Zeilo despertó en un bosque por la mañana, estaba confuso pero se recuperó en cuanto bebió de un río. Comprendió que los Dioses lo habían abandonado y la ira despertó en su interior. Recordó algo que había estado oculto en su mente durante años, un propósito y un deseo, matar al rey Naldor y acabar con su imperio.