Dulce Juventud, diversión. [[Completo]]

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Stich Bar: el lugar de moda entre los chicos universitarios de la ciudad. 

A mí no me parecía diferente a todos los demás. Las mesitas altas en las que solo cabían 4 o 5 personas, la barra amplia atiborrada de bebidas embriagantes, la música de reggaetón a todo volumen y las lucecitas neón aturdiendo mis sentidos.

Dayana y Cristal, mis dos mejores amigas, convencieron a Ignacio que sería una gran idea salir en grupo a perdernos en alcohol. Yo no podía estar más en desacuerdo, pero si mi novio y amigas así lo querían no podía contradecirlos.

Nada más al llegar pude notar lo incomoda que sería esa noche para mí. No acostumbraba las fiestas, la bebida ni el cigarro. Así que esa noche estaba destinada a hacer cosas que me desagradaban o a aburrirme de lo lindo. 

El "DJ" comenzó a tocar una canción bastante movida y mis amigas no tardaron en ponerse de pie para agitar sus cuerpos en la pista de baile. 

-Vamos - insistió Ignacio - Bailemos amor.

-No cielo - respondí - necesito estar más ebria para que me veas ahí.

Sin decir palabra se dirigió a la barra y volvió con un par de tragos. Bebí el mío como si de jugo de frutas se tratara, necesitaba "estupidizarme" para no seguir actuando como una niña estúpida. Mis amigas arrastraron a mi novio a la pista, los veía pegarse unos contra otros y eso me motivó aún más para tomar.

Después de unos 5 tragos al fin me animé a bailar. Ignacio bailaba con Dayana así que elegí de pareja a Cristal. Ella era más baja que yo aún con tacones, así que la perdía fácilmente de vista entre el gentío.

En una de esas pérdidas termine en el centro de la pista sola. Un chico se acercó por detrás e intentó acariciarme, con mis reflejos aún apagados no pude alejarlo. Intentaba resistirme a sus movimientos pero mi cuerpo no reaccionaba. Entonces otro chico se acercó y empujó al que me estaba tocando, pensé que había sido Ignacio, pero entonces lo vi: Héctor.

Otra vez él. 

Sus ojos buscaron los míos en la obscuridad. Hui hacia mi mesa pero ahora la ocupaban otros chicos. La mano de Héctor me llevó al otro lado del salón. 

-Ven - gritó - Iremos a un mejor lugar.

Subimos una escalera y él mostró un pase. Habíamos accedido a la parte VIP del bar. Había menos mesas y la pista de baile estaba mucho más despejada.

-Estaremos más cómodos aquí - dijo

-Tengo que buscar a mi novio - respondí.

-Cálmate, te presentaré a mis amigos. Estarás mejor aquí.

-No me interesa ser parte de la colección de conquistas que le presentes a tus cómplices.

-Como tú quieras.

Me jaló hacia el pasillo de los baños, me besó ansiosamente y comenzó a meterme las manos en el vestido. Tenía los tragos en la cabeza así que lo dejé continuar. Sentí como el calor subía por todo mi cuerpo. Uno de sus brazos me rodeaba la cintura mientras que el otro buscaba desesperadamente mi sexo.  Nos movimos hacia uno de los sanitarios, puso el pestillo y me descubrió los pechos. Lamio mis aureolas durante unos segundos en los que el placer me embriagaba más que el alcohol. Lo necesitaba dentro de mí inmediatamente. 

Desabroche sus pantalones y descubrí su enorme e imponente erección. Impulsada por el alcohol y la excitación me lleve su miembro a la boca y lo relamí durante algunos minutos, me agradaba la sensación que me provocaba estar ahí de rodillas comiéndome su polla. Entre gemidos me puso de pie, hizo a un lado mi ropa interior y me penetro. Centímetro a centímetro, beso a beso.

Me embestía mientras yo le rogaba por mas, llevo uno de sus dedos a mi clítoris y comenzó a dar vueltas. El éxtasis me invadía en cada rincón. Lo acariciaba en la espalda y besaba su cuello y su pecho. Podía ver las estrellas, el placer inundaba cada rincón de mi cuerpo. Cada poro de mi piel era el ejemplo manifiesto de la sensibilidad. Entonces sentí una contracción y clave mis uñas en su espalda. Un par más y ya no resistí. Grite sonora y satisfechamente, deleitándome con el sabor del clímax. El también grito, se aferró más fuerte a mí y me lleno de su elixir. Jadeamos un poco. Se separó de mí poco a poco, nos arreglamos la ropa y salimos de ahí. No podía parar de mirarlo. Él también me miraba y sonreía, no sabía si de satisfacción o de orgullo.

Me guio hasta una mesa en donde se encontraban 3 chicas y un chico. Nos abrieron un espacio en la banca y nos sentamos.

-¡Vaya!, sí que es escurridiza la chica – una pelirroja de la mesa – estuviste casi una hora buscándola.

- Disculpen, pero no podía dejarla ir. – Respondió Héctor.

- ¿Y no piensas presentarla? – Intervino el chico.

- Claro. – Se aclaró la garganta – Ella es Clara, mi novia.

Me puse como de 5 colores diferentes y trague saliva.

-En tus sueños, Momia de exposición – Respondí a la defensiva.

-Lo sé, Artesanía de Museo – dijo chuscamente y luego disipo su mentira. – Chicos, ella es solo mi amiga.

Nos la pasamos bailando el resto de la noche. Rozando nuestros cuerpos por encima de la ropa, disimulando nuestro verdadero deseo. Nos divertimos mucho. Eso era Héctor: Diversión.

 


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