Las clases huelen a sexo (parte 5_desenlace)

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Habían pasado ya unos días desde que dieron el escarmiento a Carmen, ella aún estaba atormentada por haber caído en la trampa de sus alumnos, había pedido la baja, no soportaba la idea de que las fotos de ella atada de pies y manos, desnuda en la habitación de David salieran a la luz, si eso ocurría sería una tragedia, perdería todo, su posición, sus caprichos, puede que incluso no volviera a ejercer, la sola idea conseguía que le temblasen las piernas, pero como podía hacerse con las pruebas de su depravación.

 

Mientras tanto los chicos, seguían con normalidad, las fotos estaban bien guardadas, no tenían la necesidad de que salieran a la luz, solo las tomaron para acabar con el chantaje, jamás verían la luz, no era su intención arruinar su carrera, al fin y al cabo, no era mal profesora, simplemente era una mujer despechada, divorciada de un marido que no la miraba como mujer e intentaba saciar sus instintos más bajos.

 

El teléfono sonó

 

Si dígame Hola, ¿Bueno enfermita cuando regresas? –le pregunto el director– Cuando me den el alta Espero que sea pronto, se te echa de menos ¿Así? Si, preguntan por ti compañeros y alumnos, bueno te dejo ya me dirás cuando te reincorporas Al colgar sonrió, no la había dicho nada preocupante, eso quería decir que los chicos no movían ficha

 

Cuando la jornada de trabajo acabo, Carmen queda con otra profesora para que la cuente que tal es el director nuevo, su antecesor se había jubilado y este llevaba unos días

Sentadas en la terraza de un bar, mientras tomaban un refresco comenzó el interrogatorio.

 

Bueno dime ¿Cómo es el nuevo? Un hombre joven de unos cuarenta años como mucho, bastante agradable, aunque no es de la ciudad ¿Y de dónde es? – pregunto intrigada – Cáceres creo, se divorció hace poco y al enterarse del puesto aquí, se traslado

 

Al oír las palabras divorcio y nuevo el interés de la profesora aumento por el nuevo.

¿Y cómo es? ­ Pues, ya te digo joven, agradable y entre tú y yo está muy bien Jejeje – riendo sonoramente– Qué lástima no ser más joven, pero tu puede que le caigas en gracia Pero que tarde se ha hecho –comento mientras miraba el reloj – te tengo que dejar, nos vemos en clase, me incorporare en poco

 

A la mañana siguiente pidió el alta voluntaria, una vez con ella se dirigió hacia el instituto, para entregárselo al nuevo director, si todo salía como ella pensaba, su pequeño problemilla estaría resuelto.

Para la ocasión se vistió muy sugerente, llevaba medias, con una falda negra por encima de la rodilla y una blusa malva, un poco entreabierta dejando abierta la imaginación.

 

Al recorrer los pasillos, vio como las miradas se tornaban hacia ella, no solo de algún profesor se fijaba en su pecho, sino también alumnos, seguía conservando su toque.

 

Al llegar a la puerta, se paró, llamo y tras escuchar “adelante”, abrió y entro.

Siéntese ­ Soy Carmen, traigo el parte del alta Encantado, ¿cuando te incorporas entre nosotros? mañana mismo Entonces genial, por mi encantado – dijo, mientras echaba un vistazo rápido al escote de la cuarentona – Me han dicho que eres nuevo en la ciudad Si, la verdad que llevo días y aun no conozco nada ni a nadie, me gustaría encontrar algún sitio donde salir a tomar algo y conocer gente –tras su divorcio no había vuelto a estar con una mujer y miraba a la profesora de forma lasciva – Yo te enseño la ciudad y lo que tú quieras –mientras se levantaba y se acercaba más a él –

 

El director notaba que la profesora tampoco perdía el tiempo, mientras sonaba el teléfono, ella cerro con el pestillo, mientras Carlos, el director no se percataba de nada, pues atendía la llamada, ella se arrodillo frente a él, y desabrocho los pantalones, la cara de asombro fue mayúscula cuando al volver la mirada se encontró con la mujer de rodillas y acariciando su miembro que ya se erguía hacia el techo, mientras ella se relamía ya de gusto tan solo de imaginarse con tenerlo dentro de ella.

 

Mientras lamía y succionaba el miembro de aquel desconocido, empezó a sentir cada vez más calor, notaba como se empezaba a mojar toda ella, sus pezones se empezaban a marcar en la blusa y solo deseaba que ocupase otro lugar y no su boca.

Los gemidos cada vez eran más sonoros, ella no paraba de chupar con fuerza, mientras con su mano, jugaba en su clítoris.

Él se incorporó y ella se preguntó el motivo de que no la dejase continuar, pero pronto lo entendió, la cogió y la empujo contra la mesa del despacho, levanto la falda y observo que el tanga de la mujer tenía una mancha, señal de lo excitada que estaba, aparto la prenda y apunto su miembro hasta la abertura, ambos gimieron de gusto al notar el contacto de sus cuerpos.

 

Ummm – dijeron al unísono –

 

Mientras él agarraba con fuerza las caderas de ella y comenzaba a darle fuerte, sacando y metiendo una y otra vez su miembro, hasta el final y volviendo a insertárselo por completo una y otra vez, la profesora ya estaba desbocada, sus gemidos iban en aumento, y movía su trasero para acelerar el ritmo de las embestidas, lo estaba disfrutando y sumándole el morbo del lugar, era una mezcla genial.

 

Carmen, estoy a punto Hazlo, – bramo ella – la quiero dentro, lléname toda de ti, ummm

 

 

 

Él acelero la fuerza e intensidad de sus embestidas, mientras Carmen ponía cara de satisfacción comenzaba a notar las contracciones del miembro que tenía en su interior, sabía que lo soltaría en segundos, lo cual la excitaba más, hasta que noto como un líquido la mojaba por dentro, se había corrido ya. Un sonoro gemido por parte de él, lo confirmo.

 

Mientras Carlos se sentaba en su silla, el no contento con que ella no hubiera acabado, la tumbo en la mesa y con sus dedos comenzó a jugar en su sexo y su ano, mientras ella gemía y movía sus caderas, primero insistió en su clítoris, el semen salía de ella y manchaba sus piernas, noto que su fin estaba cerca, entonces con la ayuda de su lengua, comenzó a lamer su clítoris hinchado, mientras con sus dedos jugaba en sus agujeros, a la vez, a la mujer eso la excito el doble aun, se imaginó, siendo tomada por dos hombres a la vez, hasta que no pudo contenerse más y tras un largo y sonoro gemido culmino, aun con sus manos en la cabeza de él que sería su amante, él se incorporó limpiándose la cara de los flujos de su compañera.

En la cabeza de la profesora solo había un pensamiento; mientras siga acostándome con él nada pasara, aunque los chicos decidan sacar a la luz las fotos.

Con una sonrisa de oreja a oreja, no la importaba aun estar medio desnuda en aquella mesa, el fin siempre justifica los medios.


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