UN SUEÑO EN JAQUE MATE

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Después de largas horas de sueño, desperté y me di cuenta que ese paisaje no era el mío. Esos seres que estaban junto a mi no pertenecían a mi historia, a mi vida.

¿Qué estaba sucediendo? Tranquila (me dije) igual es que acabas de regresar al mundo de los mortales y Morfeo sigue aún en tu subconsciente, seguro que un buen sorbo de ese líquido negro te vuelve en sí.

Pero no, una taza y media de café más tarde, todo continuaba igual y no sabía a qué atenerme. El decorado que veía a mí alrededor era un gran tablero de ajedrez con sus correspondientes piezas, sin contar la cocina claro. Gracias a ella pude hacerme el café.

No se que pintaba yo en medio de un juego al que no se jugar. Bien, quizás sea por eso, porque mi vida está llena de obstáculos que uno no sabe sortear. A lo mejor todo esto era un mensaje en clave…

El colmo de los colmos llegó cuando de repente vi como el alfil blanco se movía de su casilla (porque eso sí, aunque no sepa jugar, más o menos, el nombre de cada una de las piezas lo domino) y venía hacia mí. Me quedé quieta, no fuera a ser que por moverme se me abalanzaran los caballos y…

De golpe y porrazo empezaron a moverse todas y cada una de las piezas, blancas y negras. Venían todas hacia mí que me encontraba en el centro del tablero (ya podía haberme tomado el café en la cocina…)

Cerrad los ojos un momento y poneros en mi situación, la mía era de un pánico total, de inmovilización absoluta y de un mutismo grandioso.

Cuando estuvieron prácticamente a mi vera, se sentaron a mí alrededor. Sí, lo digo bien, eso también es increíble, ver unas piezas que si no me equivoco eran de mármol, doblarse tal cual plastilina.

Ahora eso sí, el colmo de los colmos fue cuando el rey blanco, que por lo que pude vislumbrar llevaba la voz cantante se dirigió hacia mi y me dijo: saludos querida amiga, imaginamos que sorprendida por nuestra visita, pero tranquila, todo pasa. Solo estamos aquí para que como en este juego, decidas de una vez (¿veis? ya lo decía yo, mensaje…) qué quieres hacer de tu vida, de tu existencia, de tu destino…

Eso es, dijo ahora la reina, las demás personas que encuentres podrán asesorarte, darte consejos, pero recuerda que tú, solo tú eres el único que decide sobre tu futuro. En tus manos está  que decidas ser un peón, un alfil, un rey…

En definitiva, saltó la torre, solo tú mueves las piezas hacia donde quieras que vayan y, únicamente de las jugadas que hagas día a día dependerá que esa partida llamada tu vida acabe o no en jaque mate.

Después de las últimas palabras pronunciadas las piezas poco a poco volvieron a ponerse en su lugar, como preparándose para la siguiente partida. Yo, exhausta después de lo vivido, me quedé dormida otra vez en medio de ese gran tablero.

Unas horas más tarde, apareció mi hijo: mamá despierta ya, que son las nueve…Así lo hice, desperté y…volvía a estar en mi habitación, en mi cama. Allí no había ningún tablero, ninguna pieza de ajedrez… ¿Lo había soñado? Había sido tan real…bueno, muchos sueños lo son. Incluso más reales que la propia realidad.

Y es que ese fue uno de los sueños que agradeces recordar cuando despiertas, no por la desagradable sensación de que un montón de piezas enormes se intenten abalanzar sobre ti, eso no lo recomiendo a nadie. Sino por el mensaje entre líneas que me dejaron y que, quién sabe, igual lo comparto con vosotros.

Solo tú mueves las piezas de tu vida hacia donde quieres llevarlas. De tu jugada depende el éxito o fracaso de la partida. Eso fue a grandes rasgos, lo que yo pude entender.

FIN


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