EN SU PAPEL-PARTE 3

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-  ¿No cobrará usted por horas?

-  ¿Cómo dice?

-  Nada, nada, estaba bromeando.

-  Ya. Una cosa antes de empezar por simple curiosidad, ¿qué les ha llevado a contratarnos?

-  Ni idea, eso viene de la plana mayor y me limito a cumplir órdenes. En primera instancia les sugerí que puesto que la persona que contratemos realizará mis labores quién mejor que yo para saber quién es o no es apto para el puesto ¿no le parece? Pero no opinaron lo mismo. Imagino que debe ser por el fiasco que se llevaron con la ultima contratación, aquí se armó la de San Quintín.

-  Algo leí en la prensa si no recuerdo mal, pero eso no creo que fuera problema de la buena o mala elección de los recursos humanos sino de que ese contable era un HDP ya me entiende.

-  No se corte, puede decirlo con todas sus letras y sino ya lo hago yo: un hijo de la grandísima puta. Quizás lleve razón pero ahora se quieren asegurar.

-  Nada es certero en esta vida. Mire, yo puedo decirle que contrate a tal o cual persona por los motivos que fueren (siempre desde el aspecto psicológico que es el que analizo, los historiales laborales y académicos obran en su poder) pero eso no es seguridad plena, no es garantía al cien por cien, le ruego tenga eso muy en cuenta y le suplico que informe a sus superiores en ese aspecto.

-  Estupendo, así se hará. ¿También quiere que firmemos algún tipo de documento por el cual no se hacen responsables de lo que pueda ocurrir en un futuro?

-  Anda, no se me había ocurrido, lo sugeriré en la Asesoría. Quizás así me ahorre algún que otro quebradero de cabeza porque no se crea que mi trabajo es fácil, las mentes nunca lo son.

-  ¿Ni siquiera la suya? Bueno dejémoslo, no quiero meterme en camisas de once varas.

-  Mejor que no, corre el riesgo de que si quiere que le hable de mi mente quiera por derecho indagar en la suya y le aseguro que no le conviene-le dijo mirándole fijamente a los ojos y dejando a su interlocutor con cara de póker.

Tres cuartos de hora más tarde ya habían analizado todos los perfiles de candidatos y candidatas al puesto y se no veía por el horizonte ninguna determinación por decantarse por ninguno.

-  Arto complicado es esto, era más sencillo con el método tradicional, vaya que sí.

-  Bueno Sr. Maceda, cuando uno es capaz de concentrarse y dejar las dificultades a un lado impidiendo que vuelvan a su lado todo fluye. Solo hay que saber hacerlo y sino ya existimos personas como yo para ayudarles en ello pese a que gente como usted no nos lo pongan fácil.

-  Yo no he obstaculizado en nada su labor que yo sepa, si ha sido así refréscame la memoria.

-  Con palabras no, pero no olvide que me dedico al estudio de las células grises como bien diría el detective bigotudo de mi gran admirada Ágatha, y sus gestos, sus procederes y, lo más significativo de todo, sus silencios lo dicen todo. No sé si el problema radica en la desconfianza hacia mí o hacia el método, pero para que esto funcione tenemos que tener fe el uno en el otro. Yo la tengo en usted, téngala usted en mí. ¿Y ahora qué pasa? ¿Tengo monos en la cara? Entiendo, la indumentaria. ¿es eso?

-  Comprenderá que para mí no me resulte fácil viéndola de esa guisa…

-  Para el carro…O sea, que los seres humanos somos lo que somos a tenor de nuestra apariencia exterior, ¿es lo que quiere decirme usted con esto? Déjeme terminar que no espero respuesta, me la ha facilitado usted muy generosamente. ¿Me puede decir qué indumentaria llevaba el contable que con cuatro manejos en el debe y en el haber, cuatro triquiñuelas en los balances y unos cuantos trucos de magia en los libros de registro les birló más de dos millones de euros de la empresa? O, ¿sabe qué vestimenta llevaba el hombre que esta misma mañana ha sido detenido por asestarle dos martillazos a su vecino por tener la música alta en horario, según él, prohibitivo? ¿Lo sabe o no lo sabe?

-  Tampoco es necesario que se ponga así, no vaya a darle una jaqueca y tendré yo la culpa. En lo referente al contable, por supuesto que lo sé, trabajaba en el despacho contiguo, la indumentaria del hombre martillo como usted comprenderá la desconozco ¿pero no cree que estamos perdiendo ya demasiado tiempo y no hemos llegado a ningún lado?

-  Usted no ha llegado a ningún lado, yo hace tiempo que he llegado a la meta.

-  Pues bien, dígame entonces a quién debo llamar y decirle que ha sido seleccionado para el puesto.

-  Jajaja, muy gracioso. No, la cosa no funciona así, me da que a usted le han informado mal. Usted analiza los perfiles profesionales de la gente, lo que saben o dicen saber reflejado en los documentos que ellos mismos traen y yo por mi parte como público (para que usted lo entienda) me limito a ver el espectáculo desde el patio de butacas y ofrecer mi opinión, pero la última palabra no la tengo yo. Y ahora si me disculpa debo marcharme, en media hora hay otra selección de personal en otra empresa y allí también han requerido nuestros servicios. Así que debo volver a mi oficina, cambiarme de disfraz (no vaya a ser que alguno de los aquí presentes aparezca por allí y me reconozca) y dirigirme rauda hacia allí. Le deseo toda la suerte del mundo, buenos días.

Y con esas Amelia se levantó y salió del despacho dejando al Sr. Maceda mucho más desconcertado de lo que ya estaba.


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