Cuatro Rounds Mi Esposa con su Amiga

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Mi esposa y yo llevamos cinco años de casados. Ella tiene 34, yo 36 y somos de la capital del país. No tenemos hijos y debo decir que vivimos como si tuviéramos diez menos. Nos encanta la rumba y somos bastante borrachos... los dos.

Esta historia comienza cuando llego a nuestras vidas una amiga del trabajo de mi esposa, la cual nació en la región costera de mi país. Claramente como en todos lados, los “costeños” como se les dice en mi país, son alegres, rumberos, bailan impresionante y se cuidan muchísimo con su figura, pues frecuentemente usan vestidos de baño. Debo decir en honor a la verdad, que su amiga es supremamente sexy, tiene unos senos redondos, parados y un trasero impresionante, es una morena de tez templada y ojos verdes impactantes.

Las dos crearon un lazo de amistad muy especial y yo alenté dicha amistad, pues me parecía que mi esposa ganaba muchísimo en espontaneidad (pues suele ser muy cohibida) y las rumbas con su amiga eran a todo pulmón (en todas las rumbas quedábamos los tres hasta altas horas de la madrugada).

Un día salimos a celebrar pues yo había cerrado un gran negocio y ellas dos tenían pendiente la celebración del cumpleaños de mi esposa. La sincronía no podía ser mejor, se tenía que festejar a lo grande, por lo cual las dos se vistieron muy sexy.  Fuimos a un restaurante español a comer y ver el grupo de flamenco que se presentaba en el sitio, ellas dos se sentaron juntas y yo al otro lado de la mesa. Empezamos a tomar ginebra, una tras otra, mientras pasaba la noche y nuestras risas y buen humor se incrementaban.

Primer round.

En cierto momento de la noche, me percaté, cosa que no había pasado antes, que las dos estaban muy cerca, digo, realmente sentadas una al lado de la otra, sin espacio entre las dos, abrazadas y muy afectuosas. Esto llamo poderosamente mi atención, pues como ya he comentado mi esposa es bastante cohibida y esta faceta, aunque estimulante, nunca se la había conocido.

Lo cierto es que llego el momento de irnos y nos inventamos un juego (de esos de borrachos) para acabar con lo que quedaba de botella. Se aceleró la forma de tomar y el pulso se empezó a perder, razón por la cual los besos afectuosos en las mejillas entre ellas, se fueron corriendo lentamente hacia el centro, hasta la comisura de los labios, donde ya contaban con otra entonación.. La primera vez que paso, me pregunté si sería yo el que estaba malinterpretando la escena. Segunda vez, más evidente…  espere que mi esposa reaccionará, dijera algo… pero no. Mire con cuidado debajo de la mesa y me di cuenta que tenían las manos cogidas, entrelazadas. Cada vez se hacía más notoria la mirada de su amiga, había deseo en sus ojos, se notaba que la temperatura empezaba a subir. Terminamos la botella y sin hacer ninguna acotación al respecto, las invité a irnos del lugar.

Segundo round.

Deje pasar el tema así y como sugerí, salimos del sitio donde cenamos al sitio de rumba de moda. Este estaba lleno, por lo que nos dieron unos puestos en la barra. Comenzó a sonar la música y empezamos a bailar entre los tres. De pronto me di cuenta que si me retiraba lentamente, despacio, terminarían bailando entre ellas. Ya para este momento, era clara la calentura de la amiga de mi esposa. Los tragos ya habían hecho lo suyo y ella tenía esa mirada penetrante, arrecha. Notaba como miraba con deseo a mi esposa, al principio fue dándole vueltas para mirarla, después empezó a pasar su mano suavemente por la cintura y la espalda cuando daba la vuelta. Se notaban las ganas que tenia de pegarla para bailar apretadas. Su mirada ya era clara, sus ojos se centraban en los senos de mi esposa, en su escote. Era tanta la gente del sitio que nadie se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo. Yo era un privilegiado en primera fila.

Un par de tragos más y me di cuenta que mi esposa se había soltado. Empezó a bailar más sexy, mas lanzada y empezó a coquetear con la cintura de su amiga. Los senos de las dos se tocaban y ya se veía las puntas de los pezones parados a través de las blusas, las manos apretaban las caderas de cada una, el sudor apareció y en sus caras el pelo caía a pedazos de manera que era dificil ver como apretaban los labios… lentamente las manos de la amiga bajaban a tocar el culo de mi esposa. Se notaba que la respiración iba en aumento. En ese momento mi esposa me miró y se volteó hacia donde yo estaba, reclinado sobre la barra, entre atónito y emocionado. Volteo a su amiga y la puso detrás en su espalda, con un suave movimiento de la cabeza, corrió su pelo de su cuello y se lo libero a su amiga, para que se lo besara suavemente, siempre mirándome fijamente, con esa pregunta encendida de “¿te gusta lo que ves?”.

No lo podía creer, estaba sucediendo… ¿dónde iba a terminar esta noche? No sabía cómo o por qué, pero tenía la seguridad que a esa noche le faltaban por lo menos dos asaltos más…


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