Mi sobrina celebra su cumpleaños en mi casa

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El fin de semana mi sobrina Sofía cumplía 19 años, y tenía pensado hacer una merienda-cena e invitar a sus amigos. Yo le ofrecí el patio de mi casa, que tiene un jardín y piscina, para que lo pudiera celebrar.

Me llamo Karme, tengo 40 años y al decir de mis amigos estoy "bastante bien".

Ya en la tarde del sábado comenzaron a  llegar sus amistades, entre ellas su amigo-amigo Carlos , que estaba para comérselo: alto, moreno, cuerpo atlético y bastante simpático. Yo le dije en broma a mi sobrina: cuando no lo quieras me lo envias a mi casa.

Aproveché mientras estuve para coquetear con alguno de los invitados, y no creo que desmereciera ante estos jóvenes, pues me arreglé y puse un traje para la ocasión, bastante provocativo. Pero tras el soplo de las velas y reparto de la tarta, me retiré al interior de la casa, mirando de vez en cuando por la ventana de la parte alta. 

Ya habían comenzado las risas, bromas y el reparto de los regalos: libros, CD,s, sensuales conjuntos de ropa interior, camisones transparentes y varios más de juguetería sexual, que fueron los más comentados y que produjeron mayor alboroto. En ese momento Lucrecia, la asistenta, quiso hacerse notar. Se había abierto varios botones de la blusa y quitado el sujetador, dejando una visión perfecta de sus hermosas tetas cada vez que se inclinaba a recoger algún vaso, haciendo sensuales contoneos mientras los recogía. Me fijé que un joven se le acercó a preguntarle algo y ella le señaló hacia el interior de la casa, entrando con él.

Subieron a la parte alta de la casa y le indicó donde estaba el baño. Tras entrar él, unos minutos después entró ella, y le pidió permiso para ayudarlo cuando se estaba sacudiendo las gotas de orina del pene. Tras la sorpresa mostró su asentimiento. Ella continuó con un poco de papel y luego se agachó  e introdujo el pene en su boca. No paraba de succionar, y él estaba gozando con el trabajo de Lucrecia, por los sonidos de satisfacción que se oían desde fuera.

-Venga, chúpamela como dios manda, trágatela entera hasta la base de los huevos.

Ella le obedeció metiéndosela casi hasta su garganta.

Lucrecia se colocó en la posición del perrito y él comenzó a follar su chochito desde atrás, metiéndosela y sacándosela como un desesperado a una velocidad infernal.

-Toma, toma, esto es lo que querías, ¿eh? le dijo

- ¡Métemela hasta el fondo, clávamela, clávamela bien fuerte! oh si asi, así, ¡más fuerte, más fuerte, ooohh que gusto! le contestó.

Un amplio río de esperma regó el interior de Lucrecia. Ella se la chupó nuevamente al sacarlo de su chochito, sin dejarle ni una gota. Se vistieron y salió cada uno para un lado, él al patio y ella hacia la cocina.

Abrí la puerta del dormitorio, donde me encontraba, y llamé a Lucrecia, que aún estaba en el pasillo, pidiéndole que entrara.

Estaba nerviosa, tras cerrar la puerta le pedí que me contara con detalle lo sucedido momentos antes, y mientras que se fuera desvistiendo, si no quería que tomara otras medidas más drásticas. Yo me encontraba con un conjunto de sujetador y braga de encaje negro y un liguero a juego como única indumentaria. Me senté en la cama y la hice arrodillarse y apoyar su cara en mis muslos, para poderle dar unas palmadas en su trasero durante los silencios, para que no parara su relato. Luego apreté su cara contra mi pubis, que se estaba humedeciendo por sus palabras y tras quitarme las bragas le ordené que me lo chupara.

Luego la hice recostarse en el borde de la cama boca arriba, con las piernas abiertas colgando. Era una estampa preciosa la de esta joven mulata de 18 años desnuda expuesta ante mi. Pude saborear su chochito y los restos abundantes del esperma del joven que se la folló, pude disfrutar de un auténtico festín, y Lucrecia también, por los sonidos de éxtasis y palabras que salían de su boca y lo abierta y húmeda que estaba su almeja. Lucrecia se arregló y tras darnos un beso se fue hacia la cocina.

Los amigos se fueron retirando. Ya solo quedaban Sofía, Carlos y otros dos amigos , Ramón y Felipe.

Sofía se dirigió a mi para pedirme permiso para quedarse a dormir en la casa los cuatro, pues querían quedarse más tiempo y no estaban para conducir con lo que habían bebido.

No solo les permití quedarse, sino que también les autoricé para que hicieran todas las locuras que quisieran, sexuales o lo que les apeteciera. Sofía me lo agradeció con un intenso beso en la boca y un fuerte abrazo.

Debido al calor y el alcohol ya estaban todos en ropa interior. Me asomé a la ventana y pude ver sus juegos y risas. En ese momento Ramón y Felipe se desnudaron y se dirigieron hacia Carlos y Sofía. Les quitaron el boxer y la braguita. Los tres hombres se pusieron abrazados en hilera al borde de la piscina frente a Sofía, y comenzaron a contonearse rítmicamente hacia un lado, otro, adelante y atrás, con el consiguiente bamboleo de sus rabos. Luego cogieron a Sofía en volandas y la tiraron a la piscina, cayendo ellos detrás.

Tras nadar un poco, se pusieron en la zona de menos profundidad, les llegaba el agua por los muslos, y Carlos abrazó a Sofía por detrás, restregándose contra su culo mientras le besaba el cuello. Ramón comenzó a acariciar uno de sus pechos para luego comenzar a chuparlo mientras Felipe se arrodillaba para acariciar y besar el sexo de Sofía.

Salieron de la piscina y Sofía se colocó a "cuatro patas" sobre el césped, Carlos la agarró por detrás, le roció su agujero trasero con abundante líquido lubricante y comenzó a insertarle lentamente su polla en su agujero anal. Rafael se colocó de rodillas frente a ella y le colocó su mástil en la boca siendo succionado con voracidad por Sofía, mientras Felipe acariciaba su clítoris y le introducía uno de sus nuevos consoladores, enfundado en un preservativo, por la vagina. Al momento comenzaron los gritos de placer tras llegar al orgasmo, escurriendo el esperma por la comisura de los labios de Sofía y por su ano que fue chupado por Felipe.

- ¡Me han dado el mejor regalo de cumpleaños de mi vida! les dijo Sofía.

Más tarde subieron a las habitaciones. Ramón y Felipe en una y Carlos con ella en otra.

Antes de entrar en su habitación Sofía pasó por la mía, completamente desnuda como estaba, a darme las buenas noches con un largo e intenso beso, aprovechando yo para acariciar todo lo que pude de su hermoso cuerpo, acabando con mi boca en su hinchado clítoris, algo que también me agradeció. Me pidió que pasara más tarde por la habitación de sus amigos, que la estaban esperando a ella, pero que como nos parecíamos tanto físicamente: cuerpo, pechos, pelo,...a lo que yo acariciando su sexo le dije que nuestros chochitos también.

Me quedé pensando en la invitación que me había hecho mi sobrina y cual sería el momento adecuado para ir a compartir experiencias con estos dos jóvenes.


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