Tiempo (Parte 1 de 2)

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Ya me dijo al poco tiempo de conocernos que la personalidad lo es todo, y al final lo ha sido todo hasta el punto de que eso haya conseguido separarnos, o tal vez no haya sido eso... sino mi actitud en determinados momentos.

Me acuerdo de sus palabras al comienzo de la relación, que al principio ella era más expresiva y lo demostraba más pero que le hicieron daño y cambió, que le costaba confiar al cien por cien en alguien. Justo eso es lo que me está pasando a mi.

Aquella conversación, en esa cafetería, en la que por primera vez hablamos de los relatos y le dije que yo nunca le haría eso, lo último que me esperaba es que ella acabara haciéndomelo a mi. Que sí, que no fue ella la que eligió dejar de sentir, pero el dolor no varía, el daño es de tal magnitud que todas las palabras que pueda utilizar para describirlo serían insuficientes.

Quizás no deberíamos haber hablado de los escritos en ningún momento, no sé si eso hubiera sido mejor.

Yo me enamoré de su personalidad, de ella, de todo en definitiva, y ya sé que no era la persona perfecta, nadie lo es, pero a pesar de sus imperfecciones yo la quería tal y como era.
Y aunque hayan cambiado sus sentimientos y los míos, por mi parte, todavía sigo sintiendo algo, aún pasando dos meses sin estar juntos.
Entiendo y no entiendo que no quiera empezar de nuevo la relación, así que respeto su decisión aunque me sangre el corazón.

Hay más personas y el mundo no se acaba después de una ruptura, pero el destino la puso en mi camino y aunque me duela que se despidiese, hay que saber respetar las decisiones de la otra persona aunque cueste aceptarlas y perdonar a pesar de que duelan muchísimo las heridas que dejó y la alteración emocional que produjo, pues no era su intención.

Ese caos en mi cabeza, la cual no le encuentra sentido ni explicación a nada, que utiliza el subconsciente cada noche despertandome recordandome a la persona por la cual lo daría todo. Y es que la atracción mental es infinitamente de mayor intensidad que la física, porque de una mente no te puedes librar ni cerrando los ojos.

Ambos éramos raros, cada uno con sus cosas y sus gustos, con algunos en común y otros no, pero nos entendíamos y congeniábamos, así que hay cosas que nunca llegaré a entender y preguntas que no tendrán respuesta porque no hay explicación a esto.

Al final el tiempo lo tendrá que curar todo, curar las heridas que dejó en mi corazón, las cuales ocasionó sin intención pero que no llega a comprender mi razón.

Al principio nadé en un mar de lágrimas, luego en un mar de dudas y al final llegué a la tierra sin saber mi propia personalidad o quizás mis actitudes, perdido en definitiva.

En la vida lo único que hay seguro es la muerte, de lo demás nunca podemos estar seguros. Creemos que estamos seguros de ciertas cosas pero nunca tenemos la certeza plena, así que todo es posible cuando nada es seguro.

Puede que en algunos momentos no fuese yo el que estaba ahí y que esa persona diferente de la que se enamoró no estuviese presente. Que lo que haya hecho que me diga adiós no sea mi personalidad, sino mi actitud en esos momentos, la cual fue incorrecta.

Le demostré que era diferente y es posible que en algún momento creyese que no lo era y eso hiciera que cambiasen sus sentimientos hacia mi.

La conclusión de esto es que no llegamos a conocernos, y no me refiero sólo entre nosotros, sino a nosotros mismos, porque creer que éramos incompatibles o diferentes sólo me hace pensar que tal vez no lo éramos tanto e incluso diría que éramos más parecidos de lo que creímos.

Porque creo que si nos hubiéramos conocido de verdad seguiríamos juntos, pero el problema es que no nos hemos conocido y por mi parte creo que no me he encontrado a mi mismo. Tal vez no seamos almas gemelas, pero los polos opuestos se atraen. Y es que si creyese que no merece la pena estar con ella no querría saber nada de ella, pero no es el caso. Ya sea de una manera u otra quiero mantener el contacto aunque no me quiera.

Al final un aspecto de la relación si no directamente, sí indirectamente, ha hecho que no se encuentre ante el verdadero yo y tomase la decisión de cambiar de opinión y acabar con nuestra unión.

Creo que nos entendemos más de lo que creemos y que encajamos más de lo que nos imaginamos, el problema está en hacérselo ver a la otra persona, porque es imposible cuando se decide cortar el contacto y establecer distancia entre nosotros. Pero bueno, no siempre se puede tener lo que se quiere.

Veo fotos de nosotros juntos y leo nuestras conversaciones y sigo sin entender cómo hemos acabado así, mejor dicho, por qué hemos acabado.

Bailo sobre las heridas cada vez que me viene un recuerdo suyo y es que ella me caló como lo hace un cigarrillo con un fumador, me marcó por dentro dejando huella, como lo hace un senderista en el camino.
Era mi tesoro, como el anillo de sus películas favoritas, era mi droga, una droga que le daba a mi corazón y el cual ahora no recibe, al cual le cuesta desengancharse de su adicción.

Desde su último te quiero hasta el día que decidió acabar con nuestra relación sólo pasaron seis días y el motivo de que ella me dijese que no podía dormir bien era yo. Y ahora el motivo de que yo no pueda dormir bien es ella.

Todo el tiempo del mundo es insuficiente para ver que se acabó lo nuestro al igual que insuficiente era el tiempo que pasaba con ella, como también lo era para ella un mes antes de que se despidise, pues así lo plasmó por escrito.

Mi faceta organizadora y planificadora han influido en la despedida, habiéndome vuelto pesado porque ella ya me dijo al poco tiempo de conocernos que no le gustaba planear su futuro, cosa que yo no dejaba de hacer cada día y que ahora no hago porque prefiero vivir el presente.

Al final la agobié con vernos tan a menudo, porque hay que quedarse con ganas de más para la próxima vez que nos veíamos y así ella no hubiera perdido la ilusión.

No tenía que haber subido cuando fueron sus fiestas ni haberla recogido con el coche ese día, pues hay veces que necesitamos nuestro espacio y no estar presionados por nada. Puede que en ese momento variase mi actitud, pero no mi personalidad.

Y no sólo con quedar, sino que hay otros momentos en los que no tenía que darle importancia a aquello que hicieron que se sintiese presionada, agobiada, al fin y al cabo.

(continúa en la siguiente publicación) 


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