DE LO OCULTO l

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¡Callad, voces del desierto!

Dejad que fluya mi llanto

y escuchad mi quebranto,

que aún no estoy muerto.

 

¡OH, Angeles del cielo!

Descended a la tierra,

demorar vuestra guerra

y aquí hallaréis consuelo.

 

¡OH, voces del infierno!

Que tus llamas sean bruma

teñidas de blanca espuma

para avivar el invierno.

 

Angeles y demonios

se albergan en mi alma,

desasosiegan mi calma

ahogando mis tenorios.

 

Sentado en mi bosque estoy

sin nadie con quien hablar,

nadie con quien despachar,

pero deambulando voy.

 

Me siento muy apenado

mirando en mi rededor,

pues malgasté mi fulgor

en este denso arbolado.

 

Tengo yermo el corazón,

de aflicciones  no padece

y de empatía carece,

más no pierde ilusión.

 

Soy un tétrico viajero

anudado con cadenas,

camino henchido de penas,

pero morir no quiero.

 

Camino en la oscuridad

buscando algo de mesura,

ando solo, sin premura,

invocando amor, piedad.

 

Pido dones a mi hermano,

lo doy por agradecido,

soy hombre bien nacido

que requiere una mano.

 

No temo a la muerte

ni a la sombra que le abriga,

espero que me elija,

aunque maldiga mi suerte.

 

 

 

¡


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