Atracción peligrosa (2)

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Ella al respirar sollozaba, pero no de dolor, más bien era un frenetismo al sentir sus grandes y fuertes manos recorrer tiernas sus labios, miro aquellos ojos y dejaron por un momento de ser serios y fríos, en ellos había preocupación y un brillo especial que la lleno de ternura.

-¿Estás bien? –él le pregunto interesado.

Elle al escuchar su ronca voz, se le paralizo todo el cuerpo. Quiso responderle, pero su voluntad no estaba conectada con sus labios y no pudo vocalizar palabra alguna. Simplemente movió levemente la cara hacia arriba y hacia abajo, cuando el término de limpiarla la miro a los ojos y le sonrió sabiendo que el golpe no había sido grave. Al verlo sonreír, su mirada se ilumino completa una vez más, involuntariamente, gesticulo una sonrisa mientras un temblor le recorrió desde el pecho hasta su ombligo.

Ella solo pudo tomar con su mano dicho pañuelo mientas el suavemente la tomaba del mentón y la miraba lleno de intriga. La fue soltando y ella sin parpadear, quedo inmóvil mirando como ese hombre caminaba hacia atrás y regresaba a su lugar.

-No te vayas… -nunca supo de donde salieron esas palabras, y el, se giro y camino nuevamente hacia ella.

-tu pañuelo, -solo eso  se le pudo ocurrir, y extendiendo la mano lo seguía mirando aun nerviosa.

El se detuvo y le sonrió, la miro fijo y se dio la vuelta, Brenda recupero su aliento y se dispuso a tomar un taxi. Abordo el primero en estacionarse y se fue mirándolo desvanecerse por la ventana, tomo el pañuelo en sus manos y lo llevo a su boca, inhalo profundo y esa esencia a marihuana la llenaba de excitación. Unos cosquilleos bailaban en lo más escondido de su intimidad. La cual, era suavemente tocada por sus dedos. Con la imagen de esos profundos ojos claros, se estremecía a escondidas en el asiento de ese taxi, su sangre hervía y sus sentidos llegaban a la locura cuando un torrente de pasión dibujo un gemido extasiante que la lleno de sensaciones placenteras haciéndola volar de bienestar.

No podía creer que un hombre como él pudiera encender sus más bajos instintos, llevándolos hasta la cima, lo deseaba, y no entendía por qué. Pero recordar su perfecto cuerpo, la volvía a perturbar completa haciendo que sus músculos se tensaran y su pulso cardiaco se acelerara como después de correr una maratón.

La mañana siguiente, ella llego más temprano de lo habitual, con la firme intensión de encontrárselo, no le importaba si lo estaría acosando, ella quería sentir sus manos nuevamente tocando su piel. Lo deseaba, y sus sentidos se lo exigían, la adrenalina subía por la idea de verlo otra vez pero que hoy, ella intentaría algo más.

Con perfecta sincronía vio a aquella figura caminar por la banqueta directo hacia ella, los latidos de su corazón aumentaban con cada paso que ese hombre daba. Una humedad se hizo presente y sus piernas comenzaron a temblar pero aun con todo ello tomo valor.

-Hola,

-Que hay

-Ayer no pude agradecerte lo que hiciste por mí, y hoy quiero decirte que no tenías porque exponerte con ese idiota. Pero gracias de todo corazón y bueno, lave tu pañuelo y aquí esta, para no regresártelo todo lleno de sangre.

-Como crees que iba a dejar que una mano golpeara una cara tan hermosa. -Le dijo mientras deslizaba sus dedos en su mejilla, ella, no pudo contener ese gran suspiro, como tampoco pudo hacer nada ante el aumento de la humedad de su delicado sexo.

-No es nada, pero deberías escoger mejor a tus novios. Le dijo mientras soltaba su rostro y se daba la vuelta.

-Espera, déjame invitarte un café, digo… como agradecimiento.

El se detuvo y la miro con una risa socarrona, sus ojos la miraron fijos y solo ascendió con la cabeza,

-Ok, déjame pasar a dejar mi bolso y vamos al café de la esquina, ¿te parece?

-Claro, quieres que te ayudo con tu bolso…

Ella le dio su bolso y juntos entraron al frio y triste establecimiento. El contemplaba los libros y los cuadros de algunos presidentes en la pared. Mientras ella se quitaba el abrigo y lo colgaba, él, la miró con curiosidad, recorriéndola de pies a cabeza. Al sentir su mirada recorriéndole el cuerpo, sintió un escalofrío recorrerle la espalda completa. Ella lo deseaba demasiado  y por fin lo tenía a solas, sus sentidos se incendiaron y el corazón estaba descontrolado, su respiración se aceleraba y la sangre le comenzaba a hervir. Este era el momento, debía actuar ahora y poseerlo, como tantas noches lo hizo suyo en sueños. Con paso torpe se acerco a él tocando sus fuertes brazos.

-Me gustan tus tatuajes. –Solo dijo eso como pretexto para tocarlo, lo recorrió con las yemas de los dedos y lo recorría estremecida de erotismo. Se mordía los labios y lo miraba con deseo, el, se dio cuenta de sus intensiones y solo se quedo firme frente a ella.

Brenda pasaba sus manos por el pecho de ese hombre y se sentía demasiado excitada, ya no aguantaba y deseaba besarlo, rodeo su cuello con las manos y el acerco su rostro, ella lo beso con los labios apasionados y las manos de ese hombre la tomaban firme de la cintura, le acariciaban los costados y su respiración se agitaba, en segundos ella desabotono su saco y lo tiro en el piso, comenzó con los botones superiores de su blusa pero otras manos le ayudaban con los siguientes, ella subió la camiseta dejando ver ese excitante cuerpo musculoso y tatuado,  su boca se dirigió a besarlo, esos dedos hábiles desanudaban su sostén, Breen, al sentir sus manos tibias recorrer su espalda desnuda, sintió un frenetismo encender sus ansias, llevando sus manos a la cintura, quito el botón que abrochaba su falda, en un movimiento, la prenda yacía en el piso. El la tomo de la cintura y la acomodo sobre su escritorio. Besándola fuera de control acariciando sus formas,  su lengua rozaba las delicadas pero excitadas puntas de sus senos, ella se sentía desfallecer de placer, pero su cuerpo quería sentir el rudo trato de su castigo. El besaba su abdomen y ella lo tomaba de la nuca dirigiéndolo hacia la exquisita fuente de su calor.

Su temperatura había aumentado demasiado, no le importaba más que ese momento, la boca de  su hombre estaba a punto de tocar el encaje de su ropa interior, y el roce de su lengua sobre ella, le trajo como un relámpago feroz una sensación delirante por dentro. Sus muslos se tensaron, las piernas no le respondían y su garganta estaba completamente seca. Desde sus entrañas, corrió un rio de placer que quemaba todo a su paso, apretó con fuerza la nuca de su hombre, y con la mirada perdida exhalo profundamente. Ese hombre despertó sensaciones que ella, no sabía siquiera que tenía. El clímax le nublo la mirada y al recobrarla, ese hombre estaba sobre ella listo para hacerla estremecer hasta la última punta de sus cabellos. Lo abrazo y retiro de su cuerpo la empapada prenda de su ropa interior. Lo poseyó con tal frenesí que no tardo en correrse.


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