Memorias de una Escort [4]

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  A la mañana siguiente tenía agujetas hasta en sitios que no sabía ni que podía sentir dolor. Me propuse por un momento quedarme en casa en plan tranquilo pero sabía que al día siguiente las agujetas iban a seguir presentes igualmente. Así que devolví una llamada que tenía de Angelo, el hombre con el que comí el día anterior y escuché atenta la proposición que me hacía. Esa noche prometía.

 

   Continué mi día como cualquier otro. Fui a hacer algunas compras y me relaje un poco en casa dándome un baño relajante. A las 21:00 ya estaba lista para ir al sitio que Angelo me había propuesto. 20 minutos después me encontraba delante de Swinging, un club de intercambio de parejas bastante llamativo por fuera. En la puerta, mi cliente ya estaba esperando, me cogió la mano y entramos a la par en el local. El ambiente era muy cálido y las luces tenues le daban más erotismo aún. Nos sentamos en la barra para pedir unos cócteles. Empezamos con unos Martini’s para caldear la noche.

  -Has hecho lo que te pedí – me dijo sugerente.

   Deslicé su mano por el reverso de mis muslos para que viera que exactamente había venido como él quería, sin ropa interior.

  -Deseo ver cómo te follan – me murmuro al oído.

   Noté como mi corto vestido se ceñía más a mí por el calor que empezaba a notar por todo mi cuerpo. Las miradas de algunas parejas empezaban a clavarse en Angelo y en mí. Concretamente le llamó la atención un chico que estaba sentado unas sillas a la derecha de nosotros. Mi acompañante me giró el taburete mirando hacía ese chico y por detrás comenzó a abrirme las piernas poco a poco y a tocarme con procacidad la parte interna de los muslos llevándose tras de sí parte del vestido. Mi mirada, fija en la de aquel chico, brillaba de deseo. Mientras mi compañero me deseaba con sus manos delante de aquel hombre, yo jugaba a atrapar la aceituna del Martini con la lengua, acariciándola con la punta y bebiendo un trago corto después. Observaba como el otro empezaba a ponerse nervioso y entraba cada vez más en calor. Sin poder más se acercó hasta nosotros y me dijo: “lujuria y belleza en una misma pieza. Ansío metértela por donde me pidas”. A Angelo,  conversó con él durante unos minutos mientras yo me terminaba el último trago amargo de mi copa. A continuación me dirigieron hacía una habitación con luces más tenues aún. Me dejé llevar por la incertidumbre del momento. Deseaba que uno de los dos o ambos me tocaran, me acariciaran incesantemente. En ese momento deseaba tener sexo sucio, indecente, férreo e increíblemente voluptuoso.

   A, volvió a colocarse nuevamente detrás de mí y me ofreció a Jonh (que es como se llamaba éste otro), parecía un juego muy excitante. Angelo me subió poco a poco el vestido mientras paseaba sus manos por mi sexo desnudo, todo esto alentándose de la mirada de Jonh que ya empezaba a tocarse él mismo por encima del pantalón. A, me retiró el vestido completamente y lo dejó caer. Me encontraba allí plantada, desnuda, con los tacones semi-cubriéndome los pies y con las ganas de ser obscenamente penetrada.

   Fue J Jonh quien se acercó un poco cohibido primero. Paseó sus manos por mi cintura de 59’ y subió hasta ambicionar mis senos con apetito. Cansada de su “decencia” me abalancé sobre su pantalón y se los aparté. Toquetee la dureza que sobresalía por encima del bóxer, con desvergüenza y con ganas de arrancárselo. Así que no esperé más y así lo hice. Le arranqué la ropa que se interponía entre mis manos y su cuerpo y bajé para acrecentar aún más la situación.

   Angelo no nos quitaba ojo de encima, estaba allí de pie apoyado en una columna mimando su miembro y hablando para sí.

   Yo, entraba en deseos de tener aquello que ingresaba en mi boca dentro de mí. Me coloqué de rodillas con las manos  en un diván rojo dándole la espalda y me acometió una y otra vez bajo la vista de A. El climax me llegó rápidamente ya que esta situación ya me excitaba bastante. J que aún no había llegado se apartó de mí y volvió a meter su pene en mi boca húmeda. Lo masturbé con gozo dejando que él me marcara las pautas. Sintiendo cada embestida en mi garganta. Deseaba culminar encima de mis senos y no me opuse. Su espasmo final se concentro en mi pecho.

   A, miraba celoso aquella situación y me pidió que me masturbara para ambos. Salió un segundo al pasillo solo con el calzoncillo y volvió con un pequeño vibrador que sacó de una máquina expendedora. Lo lubriqué con un poco de saliva y a la vista de ellos lo introducí en mi interior. Lo sacaba y paseaba por mis labios y lo volvía a introducir. Me puse de nuevo a gatas ante su expectación y le ofrecí que uno de ellos me penetrará de forma anal. No pasó ni dos segundos y ya sentía el frescor del material dentro. Gemía y suspiraba sin parar, deleitándome de aquella extrema sensualidad.

 

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