Adiós al amor más grande de mi vida

Mi padre me dijo una vez que llegaría, y yo le creí (el usualmente no se equivocaba en este tipo de cosas). El amor llegara cuando ella lo decida, ni un minuto antes, ni un minuto después.

Desde una no muy temprana edad (siempre fui medio lento) comencé a experimentar. Al principio fueron cosas pequeñas, fugaces. Otras veces daban la ilusión de grandes compromisos, pero al final siempre terminaban en la nada.

Jamás me apure, y me enfoque en otras cosas siguiendo casi al pie de la letra el gran consejo de mi padre. En mi interior sabía que todo llegaría a su debido tiempo, no tenía sentido intentar apurar nada.

Fue ya entrado en mis veinti tantos que una mañana común como cualquier otra me levante de la cama, y como zombi seguí mi acostumbrada rutina del baño, y de pronto, allí estaba. Había estado justo debajo de mi propia nariz por un tiempo, pero fue allí mismo que tuve frente a frente la realización de que finalmente, como mi padre me había prometido, había llegado.

La barba más perfecta que un hombre podría pedir. Allí estaba, mirándome, admirándome en el espejo.

Por un largo tiempo tuvimos una hermosa existencia juntos. Pasamos buenos momento, malos momentos, pero siempre juntos, siempre dándome fuerzas, apoyándonos mutuamente. Una perfecta relación simbiótica, basada en el más puro amor y admiración.

Pero después de mucho tiempo ha llegado ese temible día. Después de mucho tiempo tengo que decirte adiós. Con un gran pesar en mi alma y corazón, fuerzas externas, mucho más poderosas que nosotros me han obligado a extremas y tristes medidas.

Admirándote en silencio, con lágrimas en mis ojos y tristeza en mi corazón, debo decirte adiós. No es para siempre, eso es seguro, pero si por un largo tiempo. La vida hará que nos crucemos otra vez, después de todo estamos destinados a estar juntos, eso es un hecho que ninguna fuerza de este mundo podrá cambiar eso.