Mi vecina Claudia parte III

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Estábamos exhaustos.

Después del orgasmo triple sincronizado, Claudia se durmió profundamente. Ernesto se quedó dormido sentado en el sofá y yo me empecé a vestir. Sentí un corriente eléctrica recorrer mi espalda al escuchar a mi esposa llamándome desde afuera.

En 10 segundo terminé de vestirme y alcancé a cubrir a Claudia con el cubre sofá. Antes le di un último beso a su rajada perfecta. Me mese el cabello cuando pasaba junto a la vitrina. Abrí la puerta y ahí estaba Tere en bata. ¿Qué pasó?, le pregunté con tono alarmado. “Nada, pero no estaba segura si estabas aquí. Por eso no toqué”. “Pues, es que estaban unos amigos de Claudia y Ernesto y trajeron mucha cerveza. No me dejaban ir, pero ahorita si ya se acabó todo”. Le dije en el tono más casual que pude fingir.

Cuando nos acostamos ella dejó caer su bata y me mostró que no llevaba nada abajo. ¡Había salido desnuda a buscarme! Apenas se metió en la cama empezó a acariciarme. Olía delicioso. No sé por qué, de pronto instintivamente le separé las piernas y la penetré brutalmente. Ella apenas estaba lubricando y arqueo su espalda en una mezcla de dolor y placer. Se me quedó viendo un tanto desconcertada pero casi de inmediato se unió a mi ritmo. Cuando tuvo su primer orgasmo me salí, la volteé y sin más la penetré por su ano. Ella volvió a gemir de dolor. Con una mano acariciaba sus pechos y con la otra masajeaba su hinchado clítoris. Ella estaba jadeando y me pidió: “más fuerte, más fuerte, todo, lo quiero todo adentro”…. se vino de nuevo al mismo tiempo que yo inundaba de semen su trasero. Quedó boca abajo y pude ver como palpitaba su culo. Esas contracciones tan deliciosas que me exprimieron la última gota.

“Me dolió, pero sentí riquísimo. ¿Por qué no me habías hecho esto antes?”. “No sé, no se me había ocurrido”. “¿Cómo estuvo la fiesta?”. “Pues muy bien. Pero Claudia y Ernesto son muy atrevidos. Fíjate que casi hacían el amor frente de mí”. “¿Y qué hiciste?” “Pues me hice el disimulado, pero parece que a ellos les gusta exhibirse”.

Tere se quedó pensativa. “¿Por eso vienes tan excitado?” “La verdad sí”. Ella me tomó de la mano y nos metimos en la ducha. Cuando enjabonó y lavó mi cuerpo, se hincó y empezó una felación deliciosa. Una vez que se aseguró de que lo tenía completamente tieso, me lo volvió a enjabonar, se volteó y se auto penetró. Estaba completamente inclinada y con las piernas bien abiertas. De nuevo sentí las contracciones de su ano. Tomó un dildo que siempre estaba en el baño y se lo introdujo en la vagina. “¡Qué rico tener dos miembros adentro al mismo tiempo!”. “¿Qué? ¿En serio te gustaría?” “Pues no si a ti te molesta”. En respuesta empecé a bombearla con fuerza. Ella estaba gimiendo y se escuchaba el golpeteo de sus nalgas contra mi pelvis. Saqué mi miembro y ahora la volteé para penetrar su vagina. Tomé el dildo y se lo introduje atrás. Cerramos la llaves de agua para no estropear su lubricación y pude terminar de nuevo mientras ella me clavaba sus uñas en la espalda por un orgasmo super intenso.

Ya en la cama completamente desnudos, mientras le acariciaba su pubis, le dije “¿De verdad te animarías?” Se ruborizó. “Vas a pensar que soy una puta o algo así”. “Nunca jamás. Sería algo de mutuo acuerdo y con mucho cuidado de a quien involucraríamos”. Pasó un rato en silencio y yo jugaba con su clítoris. “¿Te gustaría con Ernesto nuestro vecino?” Ella se sobresaltó y dijo alarmada “¿Cómo crees?, aunque Claudia no es mi amiga, yo los respeto mucho. Además no creo que ellos sean ese tipo de personas y además… ¿cómo nos vamos a ver a las caras después de algo así?”

“Hoy conocí algo de ellos que nunca imaginé. Te aseguro que son muy liberales. Ya te dije que casi lo hacían enfrente de mi porque parecía excitarles que yo los viera”. Cerró los ojos. No sabía si se estaba imaginando a Ernesto o su clítoris estaba a punto de regalarle otro delicioso orgasmo.

Arqueó su espalda como señal de que había alcanzado el clímax. Yo no cedí y ahora le empecé a lamer con mi lengua. Cuando sentí su humedad ella dijo con voz trémula “¿crees que él aceptaría? Más bien, ¿los dos estarían de acuerdo?” Paré mi actividad bucal y me subí para penetrarla de nuevo y verla a los ojos. “¿Te gusta Ernesto?” Ella cerró los ojos y al mismo tiempo que movía su cadera para que yo la penetrara lo más profundo empezó a recordar.

“Hace mucho tiempo Ernesto y Claudia vinieron a nadar. Estaban solos pero yo los observaba desde la ventana. Empezaron a cachondear y de pronto él le dijo algo al oído a Claudia. Voltearon para todos lados asegurándose de que no había nadie. Él se recostó y se bajó el short. ¡Tenía un miembro impresionante! Claudia le dio sexo oral y lo masturbaba al mismo tiempo. Su mano se veía pequeña tomando ese animal que apenas cabía en su boca. Él terminó y vi como Claudia se comió todo. No he podido apartar esas imágenes de mi mente y esa ocasión me estuve masturbando todo el día. La verdad he imaginado muchas veces que me penetra y me parte en dos”. Cuando se estaba viniendo por tercera ocasión alcanzó a decir “¡¡¡Si me gustaría mucho!!! Pero solo si tú quieres”. Nos quedamos profundamente dormidos.

Al otro día no dijimos nada al respecto. Parecía que ella sentía cierta pena y que estaba arrepentida de su confesión que se le había salido al calor de la excitación. Nos despedimos y al ir hacia mi coche encontré a Claudia regando sus plantas. Me perturbé un poco pero decidí actuar natural. “Hola, Claudia, ¿tan temprano y cuidando tus plantas?” “Hola”, ella se acercó y me dio un beso en la mejilla. “Es que son mi adoración”. “¿Ernesto ya se fue?” “Sí. Él sale muy temprano y llevaba un cruda espantosa”. “Disculpa que ni te despedimos, pero ya ves que nos quedamos bien dormidos. Espero que no te hayas ofendido y no quieras venir a otra reunión”. Dijo con una mirada medio pícara.

“¿Sabes? Ojalá nos podamos reunir muy pronto. Creo que Tere quiere jugar con nosotros”.

Claudia abrió unos ojos enormes. “¿Quéeeeee? ¡¡¡Nooooooo!!!! ¿En serio? ¿Le contaste?”.

“No para nada. Pero yo no sabía que mi esposa tiene cierta fantasía con Ernesto”.

Claudia estaba que explotaba de alegría y emoción. “¡Lo sabía, lo sabía! ¡Qué emoción! Ernesto se va a poner loco de contento…”

“Oye. Tere no sabe nada de lo que pasó, pero te aseguro que nos vamos divertir de lo lindo el día que nos reunamos los cuatro”.

Claudia dijo, “seguro que sí”. “¿Quieres ver algo?”… “Bueno es que ya se me hace tarde”… Sin agregar más, se abrió la bata que traía y me mostró por un segundo que estaba completamente desnuda. Mi erección fue inmediata y solo le dije “¡Eres tremenda! Pero gracias por el regalo. Me lo llevo al trabajo en mi mente”.


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