Silencio y dolor

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Sofía miro el viejo edificio recortado en la oscuridad y a su mente vinieron los recuerdos, durante el funeral también llovía. Lentamente y sabiéndose en todo momento observada cruzo la desierta calle por donde dio sus primeros y tímidos pasos en bicicleta.

            Después de diez años volvía a recorrer el camino a hacia el único sitio al que pudo llamar hogar, cada paso era un momento, un pedazo de su pasado unos felices y otros no tanto, que volvían a su mente al son de sus pisadas

Los periódicos se ensañaron con el caso, como sufrió su hermana; la violación, la tortura. A su mente vino también el único recuerdo agradable de aquel día. En el cementerio, debajo de un ciprés una caja bullía de actividad, al abrirla vio tres pequeñas criaturas, dos de ellas aún vivas. Aquellos cachorros famélicos y débiles cambiarían su vida para siempre.

            Sus desgastadas zapatillas hicieron crujir el parqué mientras se adentraba en lo que fue su casa. Al entrar en la habitación de su hermana, oyó pasos detrás. Su atacante fue rápido, la golpeó en la cabeza y ella cayo golpeándose la nariz en el suelo. Sin perder tiempo él se le subió encima, su pútrido aliento inundándole las fosas nasales.

-La pequeña ha vuelto a casa- le dijo al oído con una voz pastosa y profunda una voz que parecía salir de las mismas fauces del demonio.

-¡Silencio o te dolerá mucho más pequeña zorra!— Los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas. Aquellas palabras..

Aquella era la misma frase que su hermana pronunciaba constantemente en su lecho de muerte,

Pero Sofía no gritaba, en realidad había esperado aquello durante lo que le parecía una eternidad.

Ella sonrió, restañando con el dorso de la mano la sangre que fluía de sus labios.

-¡Silencio!..-Grito.

 Una enorme mancha oscura irrumpió en la habitación abalanzándose sobre el intruso con tal fuerza que este salió despedido al otro lado de la estancia. La muchacha se incorporó lentamente sin parar de observar a su agresor, el asesino de su hermana  se había refugiado en una esquina, con los ojos saliendo de sus orbitas sosteniendo el muñón donde había estado su mano, una mano que estaba siendo devorada delante de el por aquel enorme mastín, una criatura negra como la noche y que le devolvía una mirada fría y sin piedad mientras lo hacía.

 Gritaba pidiendo socorro mientras se retorcía contra la pared, que ya empezaba a teñirse de rojo.. Una vez más después de tantos años...Pero en aquella calle en las afueras hacía años que no vivía nadie y sus terroríficos gritos se perdían en la quietud de la noche. Y entonces otra enorme figura se recortó en el dintel de la puerta, hambrienta y terrible.

—Me has dado a elegir entre silencio y dolor… yo te voy a ofrecer las dos cosas, a Silencio ya lo conoces

            El asesino intento incorporarse torpemente, solo para resbalar en su propia sangre, y cayó hacia atrás mientras veía como Dolor se acercaba a él, sin prisa, casi con pereza, pero con una destreza mortífera.

Ella se sento en el frio suelo de madera sin dejar de mirar aquella terrorífica escena con una cruel sonrisa en sus labios hinchados.

-Disfrutad, tenemos toda la noche-Dijo mientras sacaba una pequeña petaca de whisky y un paquete de cigarros de su chaqueta.

Años después por fin reía.


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