EL GRAN ENCUENTRO

                                       EL GRAN ENCUENTRO

Se mostraba inquieto con gestos apresurados un señor de unos cincuenta años que en cierta manera sembraba un cierto desconcierto por su forma de comportarse a las puertas de la entrada de teatro conocido por el nombre del “Gran Encuentro”. Se aglomeraban numerosas personas para presenciar la obra “Esencia Vital”. Se fueron acomodando en sus asientos y el señor al que nos referimos se puso una careta que bien podría confundirse con un aspecto diabólico, pudiendo adivinarse que era para no mostrar su rostro poco agraciado. Pero no era el único motivo, sino también no querer mostrar sus emociones ya que era una persona de estas que podríamos llamar de apariencia cristalina. Una vez iniciada la obra y como si de una fiesta de disfraces se tratase y bajo su disimulada apariencia, comenzó a relacionar dicha farsa del espectáculo con lo que le rodeaba en su vida y a ver la tristeza que albergaba la condición humana y su necesidad de convivir con dicha mentira. A medida que transcurría la obra se acumulaba una tristeza inconfesable en su maltrecho corazón. Se dispuso a apuntar algo en una nota que a continuación posó sobre su asiento, y después en un intento de alcanzar el nirvana se arrojó desde el segundo palco donde se hallaba presenciado el acto y se encontró con una de las incomprensibles razones del existir, aunque para el fuera una liberación, la ineludible muerte. En la nota misteriosa que fueron a recoger más tarde para explicarse el motivo de dicho suceso traía anotado “lo siento, si tal vez he de sentirlo, pero esta vida no es de mi agrado”. Entre el bullicio del gentío, y el cuerpo desplomado del hombre y su pesar, sobre la sangre derramada en este trágico acontecimiento se dio por finalizada la obra de “Esencia Vital” en el Gran Encuentro.