Un simple abrazo.

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Lo abrace fuerte, me aferre a él porque el adiós era inminente y aun así estaba tratando de alargarlo lo más posible, sabía que los demás estaban mirando, sabía que tenía que soltarlo y lo hice. Solo porque aun con su silencio las miradas parecían susurrarme que lo hiciera.

 Cuando lo solté, el pequeño vacío que se formó en mí, no se comparaba con el que venía a continuación, el abrazo que verdaderamente estaba esperando. Si el  primero era un abrazo de amistad, este definitivamente era uno de amor, ya lo había disimulado con el primero. Ya había dado a entender que mis abrazos serian de largos, una simple fachada. Los demás abrazos solo eran para crear una ilusión a este momento, necesitaba que realmente creyeran que daba un abrazo más, cuando en realidad estaba desecho por dentro, este abrazo era tan íntimo, era más especial, contenía todo mi amor.

Este abrazo estaba dejando algo más que un simple vacío, se estaba llevando mi alma consigo. Saber que no lo volvería a ver solo me partía el alma en maneras en las que no soy capaz de describir. Me estaba aferrando lo más fuerte que podía, susurrándole estupideces para no hacer el momento incomodo, para que no leyera en mí que lo necesitaba demasiado.

¿Qué haría sin el ahora? En esta relación era yo quien escuchaba, el simple sonido de su voz atraía mi atención, todos los problemas que me contaba solo me hacían sentir impotente, quería ayudarlo, quería estar ahí para él. Más que nada ansiaba tenerlo entre mis brazos y poder susurrarle que todo mejoraría, incluso si no fuese así, sentía la necesidad de tranquilizarlo, de mejorarlo.

Cuando creí que había pasado el tiempo suficiente, antes de que los susurros empezaran a cuestionarme, me obligue a mí mismo a soltarlo, mis manos deslizándose por su suéter sin sentir su textura, como si solo tocara su piel. Puse mis brazos a mis costados, para controlar la necesidad de tomarlo una vez y pedirle que se quedara, o que me permitiera irme con él.

Sin soltar una lagrima y sin dejar de sonreír, volví a pronunciar otra estupidez, esta vez para todos a nuestro alrededor. Ellos rieron, el sonrió. Su sonrisa lejos de ser perfecta me hacía sonreír, me hacía sentir en casa ¿estaba mal querer más de él? Y sin embargo sabiendo la respuesta no podía evitarlo.

Después de despedirnos todos, lo mire alejarse, obviamente voltee hacia atrás, sabía que los demás me miraban pero, parecía dejar de importarme ante la necesidad de tener un poco más de él. Como si de alguna manera pudiera guardar su esencia. El no volteo hacia atrás, siguió su rumbo hasta que doblo la esquina y le perdí de vista. Sentí el pesar caer sobre mí, estaba listo para ser derrumbado ahí mismo. Lo único que me seguía deteniendo eran los demás, coloque una sonrisa falsa y unas cuantas estupideces más en mi boca y seguí caminando.


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