CUANDO TE ENCONTRÉ (5)

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ALEXANDRA 

Estaba viviendo los días más felices de su vida, con la ansiedad y el ímpetu del primer amor que arrasa todo. Ciertamente todo resultó más fácil desde que Ethan habló con Óscar, aún así decidieron no comentarles nada a los padres de ella por el momento. Solo había una cosa que ensombrecía su felicidad: la inminente marcha de Ethan y Óscar a Siria como voluntarios. Eso era lo único que no le permitía disfrutar libremente de todas las sensaciones y emociones nuevas que estaba experimentando al lado de Ethan.

Él lo sabía y trataba por todos los medios de tranquilizarla con sus besos y sus caricias. Alexandra nunca sintió tantas ganas de llegar al final con nadie, realmente nunca fue más allá de algún beso. Pero con él era distinto, el roce más inocente estaba cargado de sensualidad con ese chico. Ella se apartaba suavemente y un poco avergonzada por no sucumbir a la pasión que se crea entre un hombre y una mujer.

Pero en el fondo ¡lo deseaba tanto! , solo la frenaba su inexperiencia, su inseguridad ante ese hombre tan sexy que le había confesado una noche de luna en la playa que estaba enamorado de ella. Aquellas palabras las llevaba grabadas en su mente y retumbaban en su corazón.

Una tarde que estaban solos, disfrutando de un hermoso atardecer en el porsche de la casa, ella estaba sentada recostada en una de las tumbonas y él sentado entre sus piernas, con su espalda pegada al pecho de ella. Ethan acariciaba sus piernas con sus manos grandes y fuertes y ella lo tenía rodeado, abrazando sus hombros y su pecho.

Él no llevaba camiseta, solo unos pantalones cortos y ella un bikini rosa pálido. El sol ya no estaba tan fuerte y había una agradable brisa marina que Alexandra agradeció porque tenía mucha calor, aunque a él no se lo mencionó por supuesto. 

-"¿En qué piensas?", le preguntó ella con los ojos cerrados. Ethan se dio la vuelta para mirarle la cara y con los ojos desbordantes de amor y la voz tomada por la emoción, le contestó:

-"Estaba pensando que podría morime ahora mismo y que lo haría muy feliz" Ella lo miró sin poder disimular todos los sentimientos que albergaba por dentro. Ethan se acercó a su rostro y acariciando con su nariz la de ella y respirando su aliento, le dijo en un susurro:

-"No existe otro lugar en el mundo donde quisiera estar ahora mismo. No existe otra persona con la que quisiera estar más que contigo" Alexandra no pudo contenerse y terminó por juntar sus labios a los de él, que ya la esperaban. Besos húmedos, enredo de lenguas, lío de manos, piernas entrelazadas, la pasión se había desatado en los dos y, sin embargo, fue él el que poco a poco, intentó calmar las ansias de ambos. 

-"Alexandra, no quiero que pienses que...", ella no lo dejó terminar lo que iba a decirle porque le puso un dedo en los labios y mientras acariciaba su pelo castaño le dijo sonriendo:

-"No lo pienso. Lo único que sí pienso es que te quiero"

-"Y yo a ti. Pero a veces te noto insegura, como si tuvieras miedo. Deseo despertarte muchas cosas créeme, pero no miedo".

-"Lo siento de verdad, no puedo evitarlo. No es miedo... quizás es vergüenza. Ethan yo nunca... bueno, que yo nunca he estado así con nadie quiero decir" le confesó ella cabizbaja.

-"Dios! no sabes lo loco que me tienes. No entiendo como eso puede ser cierto con lo preciosa que eres, pero la verdad es que me alegra mucho saberlo" contestó Ethan guiñando un ojo seductoramente. " No te preocupes por nada, yo haré lo que tú quieras, iré cómo tú me digas" y se abrazaron bajo el cielo ya teñido de un azul añil.

ETHAN 

Se abrió a ella como quien no tiene ya nada a lo que aferrarse, le explicó de sus padres, de su abuela que fue la que estuvo con él de pequeño, de los días de soledad cuando la perdió a ella también, en general un poco de lo que había sido su vida. También le contó de sus días en el ejército mientras ella lo miraba embobada. Lo que sí no le contó, y eso que ella tímidamente le preguntaba, era por las mujeres con las que había estado. Ethan no podía decirle que había estado con muchas chicas, aunque solo tuviera veintiún años. 

-"Alexandra, cuando te encontré olvidé todo lo demás. No existe para mí nada más que estar contigo" y ella se tranquilizaba con sus palabras dulces de amor.

Los días soleados pasaban, los atardeceres hermosos caminando por la playa y las noches acurrucados juntos sentados al fresco de la brisa marina. Estaban siendo unos días inolvidables, pero la sombra de la marcha de Ethan y Óscar planeaba sobre ellos todos los días, a todas horas, y era lo único de lo que precisamente, ninguno quería hablar. 

Y llegó el temido día: Ethan y Óscar habían terminado su permiso y debían volver a sus obligaciones en el cuartel y prepararlo todo para su marcha a Siria. Aunque para eso aún faltaban cuatro meses, debían prepararse especialmente para ese tipo de misiones. Después regresarían a casa para Navidad y una vez pasada esta, sería cuando se trasladarían a aquel país. En año nuevo, ellos ya estarían pisando suelo sirio.

Ya estaban en el aeropuerto, él con su ropa verde militar y su petate colgado al hombro. Ella muy callada, triste y aguantando unas lágrimas que estaban a punto de salir. Ethan ya se había despedido de los padres de su amigo y Alexandra ya lo había hecho de su hermano. Se acercó a Ethan ante la mirada atónita de sus padres que no entendían nada y estos miraron a su hijo que sólo se encogió de hombros y les murmuró algo por lo bajo.

Alexandra abrazó a Ethan con todas sus fuerzas y él solo pudo sostenerla entre sus brazos y besarle su pelo suave y dorado, entre te quieros y promesas.

-"Tus padres nos están mirando, pequeña" le dijo Ethan con la voz entrecortada. Ella tenía la cara llorosa escondida en el pecho de él.

-"Ethan, ya no me importa, solo quiero que por favor te cuides mucho y que cuides a mi hermano. Necesito que volváis sanos y salvos. Si no lo haces, nunca te lo perdonaré" le contestó ella con los ojos llenos de lágrimas. Estas impregnaban ya la camiseta del uniforme. 

Ethan levantó las manos y las puso en la cara de ella , y muy cerca de su boca le murmuró:

-"No llores por favor, me parte el alma verte así. Te prometo que me cuidaré, por ti, y a Óscar también. Alexandra te quiero, no lo olvides. Te llamaré siempre que pueda, los meses pasan volando y cuando menos te lo esperes será Navidad y volveremos a vernos" y no pudo contener sus ganas de besarla, a pesar de los padres, a pesar de la gente que abarrotaba el aeropuerto. Nada hubiera impedido que Ethan y Alexandra unieran sus bocas en un beso profundo, hambriento, el beso de la despedida.

 

 


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