Al salir de clase 3/5

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Yo sabía perfectamente que este tipo tenía la intención de descargar su semen sobre mi cuerpo. Entendí que lo de las tetas había sido una excusa para acercarse físicamente a mí y tenerme "a tiro", no en vano la industria del porno lleva ya muchos años imponiendo en los hombres un morbo adicional con las eyaculaciones faciales y el sometimiento de la hembra a todos los fluidos pastosos de sus montadores. Y David no iba a ser menos. Reconozco que no me dijo absolutamente nada acerca de cómo quería acabar aquel pajote inesperado, pero cuando noté, y escuché también, que estaba a punto de descargar su pasión pueril, tomé la iniciativa de remangarme la falda lo justo para poder doblar las rodillas y agacharme frente a él mientras, con una de mis manos insistí con leve fruición en extraer de mi alumno toda su sustancia.

-"Dame tu leche" le susurré con voz sinuosa mirando hacia arriba y pajeando su estaca muy lentamente pero de forma contundente, abrazando todo aquello como si no quisiera soltarlo nunca más, notando todas las protuberancias del cilindro carnoso y culminando siempre el abrazo en su glande a punto de explotar. No sé por qué se me ocurrió pensar en ese momento que una polla joven y de ese tamaño tendría que expulsar también una gran cantidad de esperma primerizo, pero no me dio tiempo a razonar esa teoría porque, sin un solo gruñido de aviso, David decidió cruzarme la cara con sus chorros espesos mientras mi mano reclamaba cada ráfaga. Una tras otra yo acompañaba sus andanadas con un "¡oh!" de sorpresa y excitación. Llegué a contar cinco o seis chorros de leche, y cuando de aquel pollón ya solo salían las últimas gotas, David miró hacia abajo y me dijo que me iba a acompañar al lavabo. Quise entender por su ofrecimiento que me había puesto perdida de semen por todas partes.

Afortunadamente, aquel día estábamos solos en la casa, y mi acompañante me cogió de la mano para guiarme y ayudarme a desembadurnar mi rostro y mi pelo. Me senté en un taburete y dejé que, grumo a grumo, el chico limpiara mi piel con unos cuantos kleenex, casi la mitad de la caja, hasta hacer desaparecer cualquier atisbo de secreción. Con una toalla húmeda limpié también las zonas afectadas de mi ropa, y cuando creí estar lista, me levanté, salí del cuarto y pillé mi bolso para despedirme hasta el viernes siguiente. Al pobre David no le dio ni siquiera tiempo a despedirme porque salí de ahí como alma que lleva el diablo. Tal vez por vergüenza, quizás por exceso de lujuria, es posible que por tratarse de un crío, o posiblemente, por ser mi alumno. El caso es que tras recibir todo su éxtasis y encubrir el mío, yo estaba realmente incomoda en aquel lugar.

El lunes siguiente sonó mi iPhone y lo cogí. Era David. Quería expresar su sincero agradecimiento por la experiencia inédita de la que había sido protagonista, y también estaba interesado en conocer mi estado, ya que "salí escopeteada" de su casa, según sus propias palabras, y eso le pareció raro. Estaba en lo cierto. Pero no le di importancia ni explicaciones. No pareció sentirse muy bien tras hablar conmigo, de forma que le cité para dar la clase del viernes en mi propia casa. Le pareció bien y me emplazó a cambiar también impresiones de todo lo ocurrido. El chaval quizá no era aún un hombre, pero sin duda discernía.

El viernes, al salir de clase, David vino directamente a mi casa. Le recibí como siempre nos saludábamos, pero ahora parecía que él estaba incómodo, abochornado. Le emplacé a sentarse junto a mí en la mesa del comedor, junto a los libros de gramática inglesa. Estando ya los dos colocados y dispuestos a repasar las lecciones, me dirigí a él:

-”No me arrepiento de lo del otro día David, en realidad no le he dado más vueltas. Simplemente me fui así de rápido porque comprenderás que la situación no es muy apropiada. Eres mi alumno y te llevo 10 años de edad... En fin, no sé si me entiendes”.

-”Claro que sí, señora”, me respondió el muy cerdo.

-”¿Me has llamado SEÑORA?”

-”Bueno, eres una MILF buenorra”, siguió con la broma.

-”¿MILF con 28 años que tengo?... no me queda nada, chaval”.

El mozo se estaba quedando conmigo, y no se lo iba a permitir. En un solo movimiento coloqué mi mano sobre su paquete para reprocharle sus comentarios acompañando el gesto físico de intimidación, pero al intentar agarrarle las pelotas por encima del pantalón, noté que ya se había puesto tan duro que me fue imposible adivinar a qué correspondía cada bulto, cada arruga. Él pegó un salto de disgusto en la silla, ya que era evidente que al dolor de sus estrecheces ahora se añadía mi golpe de disgusto.

-"Niño, ¿pero ya estás duro?", le pregunté con gran sorpresa.

-"¿Sabes qué pasa Eva?" Quiso justificarse. "Que cuando te he visto ahora al llegar, me acordé de lo guapa que estabas el otro día con todo mi semen en la cara".

La conclusión que extraje de sus palabras es que el niñato de marras había pasado, en solo 3 días, de ser un virgen desconsolado y misántropo, a convertirse en un corre caras con el ego subido y dotes de ligón profesional. Es curioso cómo estos medio hombres, circunspectos e introvertidos consiguen sacar su vertiente más guarra y atrevida.

-"Hoy vas a aprender a follar como un hombre", le lancé sin contemplaciones mientras apartaba la mano de su paquete y me levantaba de la silla para dirigirme al sofá y sentarme en él con gesto altivo y arrogante, mientras el pobre David se iba tornando blanco por momentos.


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