Olvidé cuidarme (2º capítulo)

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Recomiendo, antes de esta lectura, leer la primera parte de este relato (Olvidé cuidarme). ¡Espero que os guste!

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Siempre he pensado que tenía un problema. Aparecía en mi cabeza pero, de alguna manera, era un pensamiento inefable. Ni siquiera a Mark podía contarle todo esto.

- ¿Cómo está Sam? - dijo mientras daba un gran sorbo a su café.

- Con sus cosas de adolescente. Aún así, sigue queriendo estar con su madre.

- ¿Estás bien, Annie? - Mark y yo nos conocíamos desde los veinte años. Vivíamos en el mismo barrio y, aunque de jóvenes habíamos coincido varias veces en el mismo grupo de amigos, no fue hasta la universidad cuando empezamos a hablar y a tener confianza el uno en el otro. Mark no tiene pareja. Y pocas veces me ha presentado a alguna de sus novias. Le gusta viajar, ser libre, poder montarse en su coche y desaparecer durante semanas sin tener que dar ningún tipo de explicación.

- Sí, sí. Tendré un mal día.

- Annie, ya somos mayorcitos. Puedes contarme las cosas.

Solo pensaba en el mensaje que recibió anoche.

- Verás... - dije apartando mi teléfono de la mesa y apoyando mis codos sobre ella - Estoy metida en un buen lío.

- Todo tiene solución, ya lo sabes.

- Esto creo que no - no dejaba de mirarlo, rogándole que no me sacará más información; rogando que todo quedase ahí.

- Bueno, cuéntame. Si no, no podré ayudarte.

- No puedo, Mark. Me encantaría, pero no puedo.

Mark me miraba con deseo. Conocía esa mirada. La mayoría de las veces que quedamos para tomar un café, para cenar o para cualquier otro plan, llegaba siempre el momento, da igual lo que haya ocurrido anteriormente, en el que Mark me mira con deseo. Solo pude bajar la cabeza.

- Mark, sé que puedo confiar en ti; pero, de verdad, créeme. Este no es el momento adecuado.

- Está bien - dijo mientras se recostaba en el respaldo de su asiento.

 

Pasaron varios minutos donde solo se podía escuchar el sonido de la vida del resto de personas que se encontraban en la cafetería, hablando cada vez más alto, como si eso les hiciese sentir más importantes.

- Solo dime una cosa, Annie. ¿Es por el mensaje que recibiste anoche?

Mi corazón se paralizó. Mi cabeza dudó absolutamente de todo. Dudó incluso de quién era yo. No sabía si tenía delante al mejor amigo con el que había compartido absolutamente todo de mi vida, o a la persona que me estaba traicionando.

- No.

- Perfecto.

La mirada de Mark tornó de deseo a maldad. Me asusté.

- Cómo... ¿Cómo sabes de ese mensaje?  - dije temblorosa.

- Hay cosas que tú no me quieres contar, así que las tengo que averiguar por mi cuenta.

- No es que no quiera contarte las cosas, Mark. Solo que esto lo tengo que resolver por mí misma.

- Está bien. Te dejaré entonces que lo hagas por ti sola.

 

Me levanté, cogí el bolso y salí de la cafetería. Los dos ocultábamos la verdad, como habíamos hecho hace casi veinte años atrás.


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