Una experiencia única VI final

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Areli es tan altanera, parece una niña malcriada, pero tan hermosa que cualquiera en mi lugar seria su esclavo por menos, me trajo a una tienda exclusiva de ropa y ahora se está probando conjuntos que son más sensuales que en las pasarelas de moda eróticas. Finalmente un vestido de encaje oscuro con escote hasta el ombligo y sin espalda es su decisión final, unas zapatillas altas y un bolso y estamos listos para nuestra cita.

Nos dirigimos al hotel y nos duchamos juntos una vez más, caricias y besos se enjugan con el agua tibia, nuestros cuerpos se desean y comienzan a estimularse, pero ella se sale de la ducha y me dice que me espere, que en una hora le podre hacer lo que quiera.

“me está poniendo muy caliente y no lo resisto, vas a ver niñita, te voy a hacer gritar hasta que supliques piedad”

El teléfono suena y es recepción, nos indica que nuestro transporte ha llegado, bajamos por el ascensor, mirándonos de lado y recorriéndonos con la mirada, yo tengo mi mejor traje, ella esta hermosa, tan elegante y tan sensual que derretiría los yermos más fríos de la tierra.

Una camioneta negra nos espera al salir del hotel, y el chofer abre la puerta donde se encuentra nuestro anfitrión, Darío, ella entra seguido de mí, la puerta se cierra y a lo lejos se ve a Lilia y a Uriel mirarnos sorprendidos desde la fuente del hotel.

El nos invita unos tragos y en solo unos minutos estamos en el embarcadero del Caribe Paradise, un yate no muy grande pero elegante, no tardamos mucho en entrar y enseguida unos vasos de whisky en las rocas chocan en virtud de tan especial encuentro. El yate se empieza amover y podemos admirar un poco el paisaje, Areli no pierde tiempo y comienza a tocar la espalda de nuestro anfitrión y el deja el timón y lo pone en automático.

Se voltea y comienza a recorrerla con sus dedos en su rostro y acariciando su cuello, ella también lo acaricia en el pecho y va recorriendo su saco despojándolo de él suavemente, otro whisky y ella comienza a bailar muy sensual mientras lo sienta en un sillón y se monta sobre él, besándolo en la boca mientras él, toma sus piernas subiendo su vestido.

Ella comienza a desabotonar su camisa y finalmente se la quita, Darío sigue subiendo el vestido hasta que sale por su cabeza dejándola en solo una tanga negra de encaje, sus pechos libres y excitados sobre su boca, el, las acaricia, sus manos las aprietan excitándolo de un golpe, ver la escena me tiene creciendo la euforia, ella me ve y camina hacia mí, sensual como es ella con el detrás de ella con la mirada perdida en lujuria.

Ya frente a mí, me besa, me quita saco y camisa, afloja mi cinturón y comienza a bajar mi pantalón, ella ya conoce mi miembro y este salta cuando baja mi bóxer frente a su cara, lo masturba y le da unos besos en la punta, voltea la mirada y tiene erecto, firme y grueso otro miembro, con la otra mano lo toma y comienza a chuparlos a ambos con mucha intensidad, turnándoselos en la boca y a veces, introduciendo ambos en su boca aunque no es posible metérselos juntos.

Se levanta y con sus manos nos masturba mientas nos besa en la boca, se muerde los labios y nos mira con fuego, sus pezones erectos y la entrepierna con fluidos resbalando ya desde el fondo de su ser nos indican que es tiempo de hacerla disfrutar. En efecto, es Darío quien la toma y la recuesta en un sillón largo, como un loco se lanza sobre su sexo empapado y lo chupa con voracidad, ella siente su lengua recorrerla y me pide acercarme a su cara, toma mi pene entre sus manos y se lo lleva a la boca para succionarlo completo, lo devora con lascivia y el la motiva succionándole los fluidos haciéndola excitar al máximo.

-Por favor...ya...ahora...-Decía incoherentemente entre jadeos, presa de la excitación.

Como orden, el deja de chuparla para acomodarse, Areli abre mas las piernas y un grueso miembro pálido entra en ella haciéndola morder mi verga por placer, no sentí dolor, mas bien, quise provocarla más y metí todo mi miembro hasta ahogarla, Darío y yo nos movíamos duro y ella solo apretaba el respaldo del sillón con desesperación, seguimos así unos minutos hasta que ella nos dio la señal de cambiar, Darío se recostó y ella lo monto sin mesura, me coloque detrás de ella y la penetre también por su sexo, era una doble penetración a la que ella gritaba con libertad, sus gritos nos excitaban mas y poco a poco su sexo fue cediendo y la penetrábamos cada vez más rápido, cuando llegamos a establecer el ritmo, un orgasmo chorreante se hizo presente, ella mordió el hombro de Darío mientras arañaba su cuerpo, la dejamos incorporarse, saque mi pene de su sexo y se lo di a chupar a lo que ella sin duda correspondió, me volví a colocar detrás de ella, y poco a poco fui penetrándola de forma anal, nuevamente su placer era evidente, gemía y gritaba despertándonos a ambos mas perversión y calor.

La nalguee y Darío mordía sus pechos que aun tenían marcas de la noche pasada, Areli también mordía su cuerpo y también ella en ocasiones se daba palmadas en el culo, estábamos muy calientes y Darío sintió su primer sensación de orgasmo.

- Ay que cambiarnos

Yo me recosté boca arriba y Areli se coloco mi pene dentro de su ano, dándome la espalda, Darío, levanto sus piernas hasta arriba, y la penetro suave y se movía lento, en su cara había la sensación de un orgasmo y mientras yo la penetraba el dio un trago grande a su whisky, se incorporo y sentí su verga deslizarse junto a la mía, quería introducirla en ese ano medianamente dilatado, pero su intento no tuvo éxito. Fue hasta la mesa y saco una bolsita, la inhalo y se incorporo con fuerzas renovadas.

Se dirigió a nosotros y su miembro estaba durísimo como piedra, lo introdujo en su ano pero un evento lo sacudió fatalmente, respiro fuerte y Areli y yo pensamos que tendría ese orgasmo anunciado, pero su cuerpo se desvaneció ante nosotros.

- ¿Que paso David? ¿Se murió? No puede ser. –Dijo Areli sorprendida.

Sin saber que hacer solo tratamos de localizar sus signos vitales, -Esta muerto –Respondí.

Lo colocamos en un sillón y tratamos de manipular el timón para hacernos regresar, en un acto de adrenalina llevamos el yate a la playa, nos lanzamos por la borda y caminamos hacia la orilla, asustados y temerosos buscamos la manera de llegar al hotel, Uriel y lilia nos esperaban sorprendidos de nuestras caras de pánico. Cuando estábamos a punto de confesarles lo sucedido el teléfono de Areli sonó.

“hola, chicos, ¿donde están?, ¿donde se fueron?”

- Adiós imbécil. –Contesto ella furiosa.

-Lo peor es que nos quedamos a medias, -Dije yo con la calma llegando.

Unos nuevos tragos y poco a poco la relajación nos tenía a los cuatro desnudos.


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