CORTOS RELATOS DE MI VIDA: LA FIESTA PARTE 2.

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(CONTINUACION).

Le dije que no lo hiciera que tenía un guardadito, refiriéndome a dinero, y que se lo daría al llegar a casa, pero el hombre no quiso, dijo, su panocha o nada, llorando le suplique, no lo haga, le pedí que respetara mi embarazo pero el hombre no atendió y metió su cerda mano entre mis piernas,  quise gritar pero me tape la boca ya que no quería despertar al niño, yo solo podía retorcerme y aguantar aquello, el hombre dijo que me moviera con las piernas abiertas hacia él, lo hice, entonces volvió a meter la mano entre mis piernas y mientras lo hacía yo no paraba de llorar, en un momento aquello que era tan asqueroso se fue convirtiendo en el placer más extremo que nunca había sentido, así que después de un momento me entregue al placer que eso me causaba, durante unos 5 minutos el hombre no saco la mano de mi panocha, yo mordía mi mano para no gritar pero ahora ya no era de miedo o de angustia sino de lujuria y placer, fue entonces cuando aquel hombre me dijo: ábreme el cierre, sácalo y chúpalo, quede helada y le dije no entiendo y el hombre me tomo  por el pelo, siempre he tenido pelo largo, liso, negro, me llevo hasta el cierre del pantalón diciéndome, ábrelo y saca lo que hay dentro, dude en hacerlo pero algo me poseyó, le abrir el cierre del pantalón y saque aquella cosa negra, grande llena de venas, era una cosa espantosa, el hombre dijo chupa vamos chupa, me resistí pero el hombre me tenía tomada del pelo y me obligo a chupárselo, al fin abrí mi boca, y empecé a chupar aquel pene tan grande y negro como si no se lo hubiese lavado en años, al principio jadeaba como si me faltara el aire pero después de un rato empecé a succionar tan fuerte que aquel hombre por poco nos estrella en una barda, era algo nuevo para mí, no dejaba de succionarle la pija hasta que por fin el hombre no pudo más y freno el auto, a decir nadie venía detrás de nosotros, si no, no lo hubiéramos contado, el hombre tenía una cara de susto pero no era por el frenazo sino porque aún le seguía chupando y succionando el pene, entonces el hombre me tomo por la cabeza como queriendo quitarme pero no podía hacerlo, yo estaba poseida y aferrada a su enorme miembro, de repente el hombre exhalo como si hubiese muerto y empezó a retorcerse yo impresionada con aquello lo hacía más fuerte, pensé que había muerto, pero no, el hombre había eyaculado hasta quedar desfallecido, cuando levante la cabeza mi boca estaba llena de la leche de aquel hombre, sentía como corría por los lados de mi boca el semen del malnacido, me vi por el espejo retrovisor con la boca llena a punto de reventar entonces sentí un sabor diferente, era un sabor entre dulce y salado, no puedo describirlo con precisión, sentí que tenía que tragarlo, por mi cabeza pasaban muchas cosas, mientras una voz me decía que le escupiera su propio semen en la cara al maldito malnacido que minutos antes me había abofeteado, manoseado metido los dedos en mi concha y por si fuera poco me había hecho chuparle la pija a la fuerza lo que ni a mi esposo le había hecho y era algo que durante las peleas él siempre reprochaba, ¨frígida ni para chuparme el pito sirves todas las mujeres le chupan la polla a sus maridos y vos por qué no, quien te crees, un día voy a obligarte a hacérmelo¨, de pronto vi al hombre a los ojos, el hombre desconcertado no sabía que hacer estaba tan exhausto por el clímax que no tenía fuerza para levantar una mano, lo vi fijo y de pronto sucedió algo tan insólito que ni yo lo podía creer, empecé a tragarme el semen poco a poco, como si lo estuviera disfrutando, como si se tratase de crema batida, valla como si fuera un maldito manjar, no podía creerlo, no daba crédito a eso que estaba haciendo, cuando termine de tragarlo todo me senté en el asiento, me compuse el vestido como si nada hubiera pasado y le dije al hombre con voz fuerte,  puede darme mi ropa interior por favor, el hombre saco de su bolsa mi calzoncito blanco y me lo dió, discretamente metí  mis piernas en él y lo subí sin enseñar más de lo que se podía ver, el hombre siguió conduciendo y en todo el camino ninguno de los dos volvimos a decir palabra, al fin llegamos, baje del auto, abrí la puerta de la casa, el hombre cargo a mi esposo y lo llevo hasta su habitación, lo puso en la cama y después bajo a la sala, yo corrí al auto y tiernamente desperté a mi pequeño, le dije, llegamos vamos tienes que ir a la cama,  me abrazo y entramos a la casa, lo subí hasta su cuarto y le puse su pijama, me dio un beso y se acostó, cerré la puerta, baje las gradas y el hombre aún estaba en la sala, como queriendo algo más, me acerque a él y le dije algo que nunca en su vida iba a olvidar, el hombre dio media vuelta y salió de la casa como si hubiera visto al diablo, nunca más lo volvimos a ver, después mi esposo nos comentó que aquel hombre a los pocos días de eso había renunciado del trabajo y se había marchado sin decir a donde.          

(CONTINUARA)…


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