El Gallo Pepe y su Esposa. (Fábula)

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(Ante una advertencia que me hizo un amigo escritor, debo informar que TODAS MIS OBRAS ESTÁN LEGALMENTE REGISTRADAS).

 

 

 

Dormían todos en la granja,  aclaraba  y de pronto un estruendoso ¡Quiquriquíiiiiiiii! hizo brincar a los animales y aves. Furiosa, Julia una hermosa gallina, miró a su esposo el gallo Pepe que aleteaba de nuevo y lanzó su poderoso canto, para terminar  con un paseo jactancioso, luciendo sus plumaje de bellos colores.
_¿Hasta cuándo me vas a despertar así, con tanta alharaca _la pobre gallina había amanecido con dolor de cabeza, raro en esta especie, pero ocurrió.
_Perdona, ¿Escuché mal? ¿Te estás quejando de mi trabajo para despertar a todos en la granja?
_Pero  ¡¡¡Pepe!!! _ya estaba histérica Julia. _¿Cómo es posible que no te puedas levantar en silencio como los demás?
_Yo, la estúpida gallina poniendo huevos todos los días _continuó quejándose. _¡No  tienes ninguna consideración conmigo y…. dices que me amas!
_OK _repuso el gallo,  _mañana no armaré tan grande alharaca, como dices tú.
Al día siguiente, como es lógico, al no cantar el gallo todo el mundo se quedó dormido y despertaron a media mañana. Los humanos habitantes de la granja estaban asustados, veían al gallo en silencio y todos los animales, incluidas las aves, andaban  despistados y conversaban en corros ¿Qué flautas pasó con el gallo? Murmuraban que estaba enfermo, que había perdido la voz de barítono, en fin las especulaciones  aumentaban. Pero lo que más molestaba a todos, era que no había comida, pues los granjeros al levantarse tarde no les habían llenado sus comederos.
Julia, la señora gallina, que ya se le había pasado su migraña, estaba terriblemente avergonzada. Se sentía culpable por su egocentrismo y ella, que admiraba y amaba a Pepe el gallo, con humildad le pidió perdón a su marido y que echaba de menos su poderoso canto matinal.
_Bueno, baby, soy un gallo muy macho, pero  comprensivo. Te dolía la cabeza y  no me di cuenta. Te amo tanto, mañana cantaré para ti, mi amor.
Al día siguiente con el canto del gallo, la granja volvió a su ritmo normal.

 

 

Moraleja.

 

¡Cuántas desavenencias se suscitan
Hasta en el matrimonio más legal
Por un dolor de cabeza se gritan

Y hasta el  mundo quieren parar!

 


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