LA VOZ

Sus pensamientos evocaban aquellas palabras que de niña Marina, había pronunciado tantas veces cuando su corazón se ahogaba en un dedal de agua.

* Mamá, mami tengo miedo... Pero ahora ni con el grito más desgarrador podría ser auxiliada por ella, alguien aquel triste día la intento convencer de que se había ido a un lugar donde no tendría más dolor y la tranquilidad reinaría por siempre en ella. Marina no logro entenderlo nunca, solo sabia que su ausencia la atormentaba y que en la noche nadie acudía a consolarla, cuando sus ojos de adolescente infantil lloraban aterrorizados por la oscuridad de la noche.

* Mamá, mami tengo miedo .... Repetía ahora en su cabeza una y otra vez esperando siempre con resignación que su madre le contestase. Escondida debajo de la sabana procuraba no ser escuchada, a pesar de que su llanto se prolongaba, horas y horas. No teniendo noción del tiempo Marina, llevaba varios años repitiendo lo mismo cada noche, siempre al acostarse, cuando su tata la arropaba durante unos minutos y luego no volvía aparecer hasta la mañana siguiente. Ni tan siquiera con las continuadas aclaraciones de aquella joven mujer, que se hizo cargo de ella al morir su madre, comprendería Marina que nunca más volvería a verla.

*Mamá, mami tengo miedo... Aquella noche fue diferente, su mamá le contestaba que no lo tuviese, que durmiese apaciblemente, que nunca estaría sola, que ella estaría siempre a su lado para custodiar sus sueños y velar por ella. La voz que la ya no tan niña Marina reconocía como la de su mamá, la calmo apartando las temidas pesadillas que no dejaban descansar su mente.

* Mamá, mami tengo miedo... Decía como tantas noches Marina, y la voz le seguía con ternura hablando, atendiendo con dulces palabras todas aquellas veladas inquietas. Noche tras noche en la soledad, debajo de aquella sabana que la cubría y en la que ya no se distinguía su pelo negro, los años habían nevado sus sienes, ya no cumpliría los cincuenta, pero siempre continuaría escuchando aquella voz que traía a su memoria, cada vez que evocaba la infantil frase... 
* Mamá, mami tengo miedo...

©Adelina GN