Las elecciones nunca son fáciles (1)

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Cuando agarró mi mano supe que era especial, que era todo lo que siempre había deseado. 

***

Aquella noche Tamara me llamo para salir al club Neydis, la verdad que no me apetecía mucho ir, tenía un examen importante al día siguiente, pero después de que Tamara insistiera durante media hora en que necesitaba ir por que el chico con el que llevaba meses hablando por chat iba a ir y se moría de ganas de conocerlo. Y como buena amiga y fácil de convencer, ahí estaba yo, doce en punto de la noche en la cola del Neydis.

Aquella noche el Neydis estaba lleno, hacían una fiesta de universitarios y aquello estaba repleto de gente, dude mucho si nos dejarían entrar, aquella gente iba tan elegante que no creí que pudiéramos pasar. Tamara iba guapísima había ido a la peluquería le habían rizado su gran melena pelirroja y pintado de forma muy sencilla pero a la vez muy atractiva. Se había puesto un vestido blanco ajustado de pecho a cintura con un escote de corazón y con una suave caída desde la cintura hasta llegarle por encima de las rodillas, le quedaba perfecto, realmente creo que si hubieran diseñado el vestido a su medida no le habría sentado tan bien. Por el contrario yo iba demasiado sencilla, me había puesto un pantalón de pitillo blanco ajustado y una camiseta de palabra de honor negra con un lacito en medio del pecho.

Cuando llegamos a los porteros del club nos pidieron los DNI's y nos dejaron pasar sin ningún problema, respiré aliviada de no haber fastidiado la noche a mi mejor amiga.

-Donde has quedado con el Tamara?- le pregunté mientras íbamos de camino al baño a retocarnos antes de guardar las cosas.

-Verás Érika, emm no he quedado exactamente con él

-Como que no has quedado exactamente con él?

-Se que viene por que me lo dijo ayer mientras charlábamos y bueno tenía tantas ganas de conocerlo que no podía esperar más.

-Él sabe que has venido?

-No, pero seguro que se alegra de verme y de que al fin charlemos en persona.

-Tamara!- grité cabreada- me has hecho salir esta noche para ver a tu chico misterioso y el ni tan siquiera sabe que vienes y no sabes ni si querrá hablar contigo... Además, cómo piensas reconocerle?

-Érika lo siento, tenía miedo a que si supieras la verdad no me acompañases, me muero de ganas de verle. No se realmente como es solo se que es moreno, alto y que venia con un pantalón negro y una camisa azul

-Tamara, habría venido igual. 

-Gracias.

-Solo una cosa mas, dos horas a las dos en punto salgo para casa mañana tengo un examen importante y he de descansar.

-Te lo prometo Érika, dos horas.

Eran la una de la mañana y aún no habíamos encontrado a Raúl, el chico misterioso de mi amiga, no había ni rastro de chicos con pantalón negro y camisa azul, cuando estábamos a punto de tirar la toalla y a disfrutar de el rato que nos quedaba en el club entró en el un chico alto, moreno y vestido tal y como Tamara había descrito. Cuando lo vio pareció estar muy segura de que era el, cogimos la copa y nos movimos hacia la zona del club donde estaban y Tamara empezó a bailar cerca suyo de forma muy sensual. Pronto comenzaron las miradas, las sonrisas y en cuestión de un par de canciones estaban tomando algo, Tamara se acercó a mi y me dijo que podía irme si quería que ella iba a quedarse más rato que quería ir poco a poco con el para que no se molestara por haber ido al club, así que me despedí y fui a buscar mis cosas.

-Disculpa, se te ha caído la pulsera- escuche que decían, al girarme me encontré de frente con un chico alto media aproximadamente metro ochenta y cinco, de ojos verdes, tenia una sonrisa preciosa, iba vestido con un tejano y una camisa blanca, con la cual aun destacaba mas su precioso moreno.

-Gracias- respondí al ver que me había recogido mi pulsera, pulsera que ni tan siquiera me había dado cuenta que se me había caído.

-De nada, ya te marchas? Es demasiado pronto para recogerse no? O es que eres una princesa como la cenicienta y has de marchar a casa pronto?- me dijo con una sonrisa en la cara

-Bueno realmente soy una chica normal que tiene mañana un examen importante- dije riendo- y usted es un príncipe en busca de su cenicienta o es que también marcha pronto a casa.

-Mañana tengo que trabajar, he venido por compromiso, hacia tiempo que había dicho que vendría y no quería dejar a mis amigos plantados. Así que aquí estoy una copita y para casa.

-Encantada de conocerte, me marcho ya.

-Igualmente, por cierto cuál es tu nombre? 

-Me llamo Érika

-Igualmente Érika, tienes un nombre muy bonito. Vuelves en coche?

-No, vivo a quince minutos de aquí iré dando un paseo

-Vas a volver sola a estas horas de la noche! Podría pasarte algo, deja que te acompañe por favor.

-Como se que tu no eres el peligro.

-Mírame a los ojos, y si crees que soy un peligro no te acompañare

En ese momento se puso a escasamente 5 centímetros de mi cara, todo un escalofrío recorrió mi cuerpo, ese chico me proporcionaba tranquilidad, confianza y además me moría de ganas de besarle.

-Esta bien, puedes acompañarme.

De camino a casa hablamos de un montón de cosas, estaba estudiando en la universidad, quería ser periodista, tenia 22 años y una hermanita de 6 años llamada Lucia. Vivía en el pueblo de al lado al mío y tenía un Opel corsa blanco. Le gustaba la música pop y le encantaba ir al cine. Era tan parecido a mi que me pareció que era mentira.

El camino a casa se me hizo cortísimo, nunca se me había echo tan corto. Estábamos en mi portal, en ese momento el agarro mi mano, y supe que era especial, que siempre había deseado encontrar a alguien que me hiciera sentir tanto en un primer momento. En ese instante el se acercó a mi cara.

-Por si acaso eres una princesa no puedo irme sin hacer lo que se hace en los cuentos de hadas

Y me besó tan dulcemente que casi se me sale el corazón del sitio.

-He de irme Érika, por cierto mi nombre es Raúl, tienes mi número apuntado en un papel dentro de tu bolso, si quieres volver a verme solo has de encontrarlo.

En ese momento se me paró el corazón en seco, cuantas posibilades había que hubiera un chico moreno, alto de 22 años que estudiara periodismo y se llamara Raúl en el club Neydis la misma noche. No se me había pasado por la cabeza esa posibilidad hasta que me dijo su nombre, quizás estaba tan agusto y relajada que mi mente o quería pensar que ese sueño podía tener un mal final, pero la cosa estaba muy clara. Acababa de besar al chico misterioso de mi mejor amiga.

CONTINUARA


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