Las Nieblas de Avalon:El Vampiro de Nothing Hills. (I)

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A DIFERENCIA DE MI ESPADA, TENGO NOMBRE. ME LLAMO ARTURO PENDRAGON, MAS CONOCIDO COMO EL REY PEREGRINO. Y ESTE NO ES EL PRIMERO NI EL ÚLTIMO DE LOS EPISODIOS DE MIS CRONICAS: LAS NIEBLAS DE AVALON.

 

El Vampiro de Nothing Hills

 

La niebla, como un telón que se alza, comenzaba a disiparse ante los ojos de los peregrinos. Arturo descabalgó de su montura con su halcón Merlín sobre su hombro izquierdo y, desenvainando a Sin Nombre, se dirigió desconfiado hacia la pequeña ermita que se dibujaba lentamente frente a él.

-No presiento peligro alguno, Arturo. Si te fías de la palabra de un mago obligado a encarnarse en halcón peregrino, claro.

-Tienes razón, Merlín, pero la experiencia acumulada en nuestro errabundo camino por las Nieblas de Avalon me hace estar constantemente alerta cuándo se descorre el velo de una nueva aventura.

Tomando a su caballo de las riendas, el joven Arturo caminó hacia el pórtico de la ermita y llegando al portón de oscura madera golpeo este con su puño. Una triste y varonil voz respondió.

-¿Quién va?

-Un viajero en busca de refugio, ermitaño.

El pesado portón se abrió sin apenas hacer ruido. La imponente figura humana de un fornido anciano con el cabello totalmente blanco apareció en el umbral.

-Entrad, pues, a mi humilde morada, peregrino. Os invito a compartir mi frugal cena y os ofrezco el descanso que pueda ofreceros unos pobres jergones y un precario techo.

El humo de la pipa que fumaba el ermitaño ascendía perezosamente hacia las alturas como una oración sin fe. Afuera la oscuridad se adueñaba de los alrededores, como podía ver Arturo desde un ventanuco de la ermita.

- Será mejor que vos y vuestro halcón paséis la noche aquí, peregrino. El Vampiro acecha en las Colinas de la Nada desde el crepúsculo hasta el amanecer.

-¿Vampiro, decís?- preguntó Arturo.

-Ese condenado bastardo, sí. El Vampiro de Nothing Hills, así vuelva a los infiernos de los que nunca debió regresar.

-¿Qué historia es esa, ermitaño?

-Una que os contaré si gustáis de ello, peregrino. La noche es larga y me temo que el frío nos mantendrá despiertos a nuestro pesar.

Desde hace siglos, estas tierras alejadas de Dios sufren la maldición y el terror de un poderoso y antiguo vampiro que habita en las ruinas de un castillo situado en una de estas colinas.

Este ermitaño que os acompaña hace años era el Señor de Nothing Hills, peregrino. Como muchos de mis siervos, yo también maldije el día en que nací cuando el vampiro del que os hablo me arrebató aquello que más amaba, mi joven y bella esposa. Asesinada como otros muchos antes por ese engendro del Demonio.


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