Hasta siempre, amor.

Por
Enviado el , clasificado en Amor / Románticos
1542 visitas

Marcar como relato favorito

Este relato está hecho después de una crítica constructiva de juanpa en mi relato "miradas que hablan”, gracias, espero que les guste.

 

Su mejor amiga la esperaba en el aeropuerto, llevaban dos años sin verse y parecía que había sido ayer cuando se habían visto. Cuando se encontraron se sumergieron en un afectuoso abrazo. Entre ellas había una complicidad única, se hablaban con la mirada. Habían crecido juntas, compartido primeros amores y desilusiones. La vida las había separado y ellas se habían jurado encontrarse cada dos años mínimo.
Laura era hija única, mientras Elena tenía dos hermanos. Laura cada vez que podía salía del aburrimiento de su casa y se introducía en la casa ruidosa y llena de movimiento de Elena. Se sentía una más, sus hermanos la trataban como otra hermana, le hacían bromas y jugaban con ella.

- Laura, ¿Por qué no preguntas por Samuel?, - le preguntó Elena mirándola a los ojos.
Una lágrima cayó por su mejilla, seguía sintiendo el mismo dolor, pensaba que ya estaba curada pero no. Un nudo atravesaba la garganta de Laura, no dejando expresar una sola palabra.
- Tranquila.
- ¿Sabes?, la peor decisión de mi vida fue irme a estudiar a Madrid.
- Querrás decir compartir piso con mi hermano.
- No, sabes que elegí Madrid porque sabía que allí estaba él, es más, que nuestros padres insistirían para que compartiéramos piso.
- Entre ustedes nunca ha habido nada, tú tienes tú familia y mi hermano la de él.
- Que nunca hayamos tenido sexo no quiere decir que no nos hayamos amado.
- Está aquí,-dijo Elena guardando unos segundos para que Laura asumiera lo dicho- no te quise decir nada para que no te arrepentirás de venir. Se está quedando en casa de mis padres, con su familia.

La noche estaba espectacular y la fiesta increíble, se habían encontrado con multitud de amigos, parecían dos adolescentes, cubata va, cubata viene, palique, risas, hasta que entre la multitud de la fiesta sintió que alguien la miraba, giró lentamente y ahí estaba él, sonriente, deleitado, extasiado. Al ver que lo miraba, no evitó su mirada, levantó las cejas, y profundizó en sus ojos, desnudando su alma, deseando su cuerpo, sintió su deseo, su pasión.
Se acercó a ella. Ella intentó huir, aún sabiendo que no podía ir muy lejos. Le dio dos besos en sus mejillas reteniendo sus labios breves segundos, intentando absorber su aroma y extraer parte de ella.
- Estás tan guapa que tienes a todos estos como babosas. ¿Te acuerdas de mí, no?. Llevo tanto tiempo sin saber nada de ti, que pensaba que me habías olvidado.
- Sabes que por desgracia para mi, no puedo olvidarte.
- Pienso en ti a diario, Laura. Hace cuatro años fue la última vez que te vi. Recuerdo con mucho dolor como nuestros ojos se conectaron, por primera vez valore lo que perdí, un huracán de sentimientos hacían que mi vida fuera a la deriva sin rumbo. Te pedí que fueras mía esa noche y te negaste.
- ¿Tuya?, esperaste a que tuviera una hija en el mundo para pedirme semejante cosa. No, no me culpes a mí.
- Tú, siempre has querido ser la víctima. Siempre te has ido de los sitios sin enfrentarte a los hechos, en Madrid te fuiste sin decir adiós, es verdad que me declaraste tu amor y yo orgulloso de mi, pensé que con mi juventud tenía tiempo para todo, que tú me esperarías siempre, también es verdad que te presenté a mi novia, pero nunca pensé que sería mi mujer, siempre pensé que al final acabaría contigo, pero de la noche a la mañana me dijeron que te casabas, que te casabas con otro que no era yo.
- Al mes de declararme tu amor te casaste con ella, Samuel.
- ¡Se lo debía!, aparte tú me habías rechazado, me habías dejado claro que primero era tú familia. Tenía que seguir adelante, seguir con mi vida.

Elena que veía en la distancia que la cosa se estaba caldeado y que su cuñada se acercaba a su hermano y a su amiga, puso fin a la conversación con un baile entre ellos.
- ¡Que bien nos lo estamos pasando, ehhh, chicos!, ahí viene tu mujer  Samuel -dijo señalando con el índice.
La mujer de Samuel era de la misma edad que ellas, guapa, alta y muy a pesar de Laura simpática.
Se saludaron y compartieron el resto de la noche.
Laura y Elena pasaron el día como zombies, del sillón a la cama y de la cama al sillón hasta que llegó la hora de la cena, una cena que Laura había intentado no ir, pero que bajo ningún pretexto se había podido negar.
Subían en el ascensor a casa de los padres de Elena, ésta la miró de reojo diciéndole -tranquila, te noto un poco nerviosa.
- Es algo que no puedo controlar -le contestó, dándole un apretón en la mano.
Salieron a recibirlas Marcos el hermano menor de Elena, y sus padres, después de saludarse pasaron al salón donde estaba Samuel, su mujer y sus niños. Laura saludó a los niños haciéndolos reír con un par de carantoñas, después saludó muy rápido a Samuel y a Sandra, tomando asiento, sentados  uno frente al otro. Laura lucha para que sus miradas no se encuentren, ¿él sabrá el daño que le hacen?. Él siempre dominando la situación, al ver que su mirada no se encuentra con la de él, hace sonidos con toques de atención, pero ella no mira, sabe que son para ella, Samuel vuelve a hacer sonidos, así que a Laura no le queda otra que levantar la cabeza y ahí están ellos, sus ojos, diciendo, hablando a los suyos, su corazón palpita, su alma se debilita.

Llegó la hora del postre, Samuel se levanta e invita a Laura a ayudarlo - acompáñame a la cocina, Laura, deja que estas mujeres descansen llevan todo el día trabajando. Cogió parte de la vajilla que iba al fregaplato,salió del salón seguro de sí mismo, firme.

Laura lo imitó, pero ni tan segura ni tan firme.

Elena cómplice de lo que estaba pasando, se hizo cargo de la situación, haciéndose el centro de atención, con sus bufonerías y payasadas.

Laura entró en la cocina, temblorosa, la vajilla vibraba entre sus manos, intuía para que la hacía ir a la cocina.

Samuel la esperaba, como un tigre espera a su presa. La miró y se acercó a ella, cogiéndole las manos y apagando el castañeteo de los platos. Con la pierna cerró la puerta,  arrinconando a su presa. Se acercó, y directamente le encestó un beso, un beso del que Laura quiso zafarse, pero que sus más primitivos instintos no la dejaron.





¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed