El matasapos

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El Matasapos


Éste, como todos los sapos, murió en su ley; saltando por ahí, por donde no debía saltar. Hay que acabar con todos esos hijueputas que nos quieren joder – me dice, mientras yo, pleno de asombro, no dejo de contemplar el féretro –. Usted… ¡No! – le dice mi mirada perpleja –. Su mueca macabra lo confirma. En estos momentos, repentinamente, a mi mente vuelven las imágenes de los sapos aplastados sobre la carretera, que siendo niño veía mientras con mi familia viajaba a la costa para pasar vacaciones cerca al mar. ¡Subteniente, muy buen trabajo! Será usted prontamente ascendido y pasará a comandar el escuadrón – el cinico interrumpe mi viaje hacia el pasado –. ¿El escuadrón? ¿Cuál? ¿Ése escuadrón, acaso? – me pregunto –. Finalmente... Todo es cierto.


Jacobo, sociólogo romántico, y yo, un engreído subteniente, con nada en común excepto el haber sido compañeros de colegio, coincidimos en el caso del Escuadrón M.A.S. (Muerte A Sapos) o, popularmente, conocido como “Matasapos”; un grupo armado ilegal el cual estaba desde hace meses detrás de los ataques y asesinatos selectivos a líderes sociales y activistas que venían denunciando el paramilitarismo en la ciudad. La Policía me hacía ver eso como una simple leyenda urbana. Él, que si lo tomo en serio, recolecto elementos que la Fiscalía uso para señalar al Capitán Cortés como comandante directo de la organización. Eso le valió a Jacobo la invitación a trabajar como reportero y cronista en un prestigioso diario nacional. Sentí envidia, pero me di cuenta que era solo el lloriqueo de un niño que quería el dulce de otro.


Días después de la imputación de cargos, el capitán fue asesinado en extrañas circunstancias. Evidentemente, eso no era una cuestión de un tomate picho en el guacal, el guacal estaba podrido. Existían vínculos entre los matasapos y la alta oficialidad. Pero me negué a creer tal cosa.


Una buena mañana, de mi día de descanso, acepté desayunar con Jacobo para charlar. Quería hablar con usted porque tengo testimonios de los Sargentos Sáchica y Pataquiva, ellos venían trabajando tiempo atrás junto a Cortés con los “Pajones” y el “Bloque Sabana”. La Dirección Metropolitana, para no participar directamente en los casos de “limpieza social” que iba realizando el paramilitarismo, decidió crear el “Matasapos” como cuerpo parapolicial y que mejor que los mencionados coordinasen. La organización se hizo principalmente para perseguir y matar a gente que haya tratado de determinar los vínculos entre la Policía y los paramilitares. Ahora mismo iré a la Fiscalía General a hacer denuncia oficial contra el General Pérez – dijo el sociólogo y nuevo peridiodista con reluciente sonrisa –. No pude siquiera interpelarlo. Para mi Pérez era como un segundo padre, era mi mentor, quien me forjó como oficial de policía.


Jacobo, se dispuso a ir a la Fiscalía. Cuando iba llegando, una navaja se envaino en uno de sus ojos de águila. Presuntamente lo habian querido robar. Las pruebas que tenía en su poder jamás fueron encontradas ni en la escena del crimen ni tampoco en dominio del asesino.


¿Seré un sapo más aplastado sobre la carretera del poder u… Otro matasapos?


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