visión paranoica

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Yo, Benito pellín, más profundo que mi nombre y mi forma, director humano de mí mismo, soy una producción excelente. Gane el balón de oro de los 34 últimos galardones de los días pasados. Sin ir más lejos, hay siete críticos inagotables (muy diferentes) que consultan habitualmente en un salón grande de revista, que me califican entre “ahora está mejor” y “ahora está peor” como si fuera un solomillo.

Después de cuatro días de locomotora exhibición, y según las conclusiones consignadas de los críticos del citado salón grande de revista. Yo, Benito pellín, había acumulado la escasísima cantidad de 202 menciones del “ahora está mejor” mientras que el “ahora está peor” había acumulado la escalofriante cifra de 18002 babeantes descalificaciones.

A veces a babor y otras a estribor ¿Cuánta diferencia hay entre las dos posiciones? Según al patrón o la patrón que le preguntes, para algunos seguramente, si está muy escorado a babor mejor dejar que te hundas, y para otros, si está muy escorado a estribor puede que no te hundas. La enorme diferencia entre la impresionante inmoralidad e injusta desvergüenza que exhiben cada uno de estos dos espacio interno o conciencia sucia que se convierten en pensamientos…bien, lo sé. Aunque puedo preguntarme por qué es así. Desde luego, Yo, Benito Pellín, sin identidad y sin dueño, desde el punto de vista filosófico es creíblemente estupendo que sienta y perciba las ñoñerías de seres petulantes del tamaño de unas marmolerías de acero.

Profundos cambios que hay a lo largo de la vida, cabios que surgen y se relacionan con la situación de salud, cultural, laboral, familiar etc…que son tan radical que, a veces me a rasco las carnes con violencia, como si me hubiera tocado una ortiga.

La palma de oro se la lleva Yo, Benito Pellín, porque decido ir a las cuatro de la madrugada a la orilla de la playa, quitarme la ropa y quedarme encuero, luego meterme en el agua helada con una navaja amarilla de Albacete y nadar hacia dentro todo lo rápido que pueda, hasta ya no tener capacidad para moverme. Una vez, quieto, exhausto cortarme el cuello y morir ahogado. “Muerto por el castigo de algunos y alegrías de otros”. Después de todo lo sucedido, reencarnarme en el ser más criminal y malvado del mundo y, así torturar y matar a los que me castigaron con dureza y se alegraron.

Sería una bonita película Yo, Benito Pellín. Eso sí, los expertos, críticos, profesionales y la visión ortodoxa de los neuromas del salón grande de revista, dirían mayoritariamente por una cosa u otra “ahora está peor”.


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