Historias de Fantasma a la Barloventeña. Parte final.

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        Un día visitando a mi tía Jacinta al entrar a su casa pude sentir la presencia de un espíritu para ser más específico un hombre viejo con un peculiar olor a tierra, como no sentir nada malo lo dejé pasar por el momento. Pedí la bendición y seguí derecho por el corredor de la casa hasta el patio que era bastante extenso en terreno lleno de mandarinas, naranjas, plátano y algunas Matas de cacao. Me encantaba estar ahí comiendo mandarinas que era la más dulce de lugar y mecerme en la hamaca. Mi tía se metió en su cocina para hacerme mis arepitas dulces con anís que ella sabe son mi delirio. Aprovechando que ya no estaba a la vista de ella, me baje de la hamaca en dirección al rancho donde estaban el gallinero pues mientras mi tía me ofrecía las arepitas pude visualizar al espíritu que siguió hasta el gallinero.

       -Se que está aquí ¿qué haces aquí en la casa de mi tía? ¿Qué quieres? -En efecto se hizo visible era un anciano con ropa de trabajar en el monte pero al hacerse más nítida su apariencia pude reconocerlo. -¡Abuelo, eres tú! ¿¡Qué haces merodeando la casa de tú hija!? -mi abuelo había muerto cuando tenía seis años, tenía 75 años cuando falleció de cáncer pulmonar era un fumador de cigarrillos y tabaco empedernido. Estando frente a frente me contó que aún no podía marcharse necesitaba cuidar de sus plantas y las gallinas ponedoras  además que debía cuidar a mi tía pues vivía sola y el espantada a quienes se atrevieran a robar la cosecha o que fuera hacerle daño. Mi intención no era hacerlo desaparecer, de hecho me lleno de alegría poder hablar con mi abuelo. Recordé en ese instante unas historias de boca de los vecinos que aseguraban haber visto salir a un anciano de la casa y caminar hacia la parte trasera de la casa, incluso unos bandidos corrieron despavoridos a ser terriblemente asustado tratando de robar la cosecha. Ahora comprendía que él sólo estaba  cuidando sus cultivos.

      Cuando iba a preguntarle por mamá desapareció en ese instante se aproximaba mi tía Jacinta con un plato repleto de sus ricas arepitas dulces y un vaso de jugo de naranja.

     Le pregunté si alguna vez había sentido la presencia del abuelo y respondió -siempre al caer tarde llega el olor a cigarrillos casi a la misma hora que papá  terminaba de trabajar y entraba a la casa para reposar antes de darse un baño y cenar. Todos los lunes le pongo su velita y ruego por su alma para que descanse en paz. Pero hazme el favor muchacho y come que las hice con mucho cariño mi niño.  

       Hay espíritu que se quedan eternamente o por lo menos hasta sienten que ya cumplieron su misión. Estaba visto que el abuelo no tenía interés en cruzar al otro lado pero a fin de cuenta era el ángel de la guarda de tía Jacinta.

      Está historia de aparecidos no siempre tienen finales felices pues el mundo de las almas esta lleno variedad, algunos como mi abuelo protegen a sus seres queridos, otro andan por ahí atormentados de sus pecado en busca del descanso eterno, también muchos ha dejado de aparecer debido a tanta violencia e incluso le temen a los vivos. Si me dejan los ayudó a cruzar o los obligó dependiendo sin son malos o buenos. Tal vez en otra ocasión les cuente otras historias de fantasma a lo criollo sin tanta sangre ni exorcismos extravagantes, aunque no me crean a veces mandar hacer una misa puede sacar de pena a un espíritu atormentado. . .


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