LA ILUSIÓN DE UN PROPÓSITO - 1 Parte

Por
Enviado el , clasificado en Intriga / suspense
1230 visitas

Marcar como relato favorito

Tres días distaban de la tradicional Nochevieja y Carmina iba a cumplir un sueño que perseguía desde hacía varios años. Un propósito con mucha ilusión, el de formar un hogar, casarse y tener descendencia. Desde que había conocido a su primo Eduard en aquel verano en el que esté la conquisto, contándole un atardecer en la playa, el árbol genealógico de los dos y del linaje en la familia...

Todos aquellos pensamientos se desvanecían cuando miró presurosa su reloj, en el que apreciaba que era la hora de salir, o perdería el avión que la llevaría a reencontrarse con su primo el vizconde de Marley. Saliendo de la habitación retrocedió unos pasos, olvidaba la fotografía que Eduard le había enviado para que reconociese el lugar cuando llegase a la ciudad, dado el aspecto tenebroso de la mansión y bastante alejada de la misma, esta no era muy conocida.

Por fin se encontraba acomodada en su asiento, cumpliendo las pertinentes sugerencias de la azafata, ya notaba los nervios en el estómago al despegar el avión. Pero respiró hondo, su mayor ilusión, era aquella y después de las innumerables llamadas de Eduard estaba claro que iba a cumplirse.
En unos minutos todo se tranquilizó, el avión estaba rumbo a su destino, ella por supuesto tranquilizada y después de aquel café caliente, relajada al máximo, ahora ya todo estaba en calma...

Comenzaban ya a verse las luces del aeropuerto, el trayecto, se le había hecho corto. Igual al ser la primera vez que viajaba a ese lugar no controlo muy bien la distancia y se dispuso a desembarcar...
Tomó un taxi, dio la dirección y al ver la cara de extrañeza del conductor le enseño la fotografía que llevaba en su cómoda mochila, el hombre asintió con la cabeza al verla y acelerando el automóvil la nombró como “la casa fantasma de Marley”...
Al llegar a la puerta una sirvienta ataviada con un encorsetado uniforme le abrió la puerta, por la cual entró Carmina creyéndose haber atravesado un túnel del tiempo al pasado.
Cargando todavía su pequeña maleta, daba vueltas sobre sus pasos observando las reliquias que decoraban aquella estancia, las lámparas suspendidas en el techo parecían auténticas joyas, encima de los muebles, candelabros de bronce dignos de aquellas películas de terror que tanto le gustaban a ella...
Cuando sintió que una mano fría se posaba en su hombro, era la de un, no menos horrendo mayordomo, que el resto del escenario que contempla, y al que el sol del verano no había cambiado el tono de su piel, le agarraba entonces, sonriente el equipaje.
La invitó a subir, aquella escalera que parecía no tener fin, y en la que a lado y lado, había cuadros de unas dimensiones exageradas que colgaban en las paredes, con personajes que la seguían con la mirada...
De pronto ante sus ojos la figura de Eduard se posiciona, saludándola y rompiendo así la sobriedad del momento que estaba pasando.
¿Qué tal prima Carmina? Espero que disfrutes de estos días, estás muy bella...
Sube y ten cuidado, es muy traicionera esta escalera...
Estaba muy guapo, y muy elegante con aquella bata de raso en la que llevaba bordada la inicial de su nombre. Pero algo parecía diferente en él, a pesar de que su seductora voz era la misma y sus palabras la siguen enamorando igual que aquel verano.
La habitación de Carmina estaba justo al lado de la de Eduard, aquella noche después de la cena los dos entre risas subieron a ellas, y fue entonces cuando sin saber cómo, Carmina perdió el equilibrio y apunto estuvo de rodar por las escaleras, dándose de bruces con uno de los retratos en el que figuraba una bella dama a la que Eduard identificaba como Eleonora, la esposa de su antepasado Edgar... Y que murió en un extraño accidente justo en aquella escalera...
Te avise de que tuvieses cuidado...
No quisiera perderte... Y dejó de hablar enmudeciendo por completo...

Cuando Carmina levantó su mirada, observaba asustada otro de los retratos detrás de Eduard, compungida y sin poderlo creer, veía el enorme parecido que tenía con su primo, y como él se lo presentaba como el tatarabuelo Edgar...

©Adelina GN


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed