CORTO RELATOS DE MI VIDA: LA SEÑORA GREGG: El trauma del mayordomo. Continuacón y fin de la Primera parte.

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(CONTINUACION).

no lo podía creer, aunque pensé que cuando estuve en esa posición no fue tan desagradable, en fin, los seguí observando desde la ventana, cuando el hombre se cansó de chupar vagina se levantó, y pude ver la verdadera dimensión de aquella polla, era enorme,  y parada se miraba aún más grande, lo único comparable con esa polla era la de un caballo, si esa noche la sirvienta no llega a tocar la puerta, posiblemente ese hombre me hubiera deshecho mis partes íntimas si no es que me hubiese matado de tanto meterme ese monstruo en por mi vagina, Bárbara estaba con la boca abierta escuchando la historia, pues bien después de mostrar tan descomunal miembro lo empezó a meter en la vagina de la sirvienta, la mujer gritaba y se retorcía, el tipo se la metía sin compasión, una y otra y otra vez, le sacaba la polla de la concha solo para que se la chupara, a la pobre a duras penas le cabía la cabeza de esa polla enorme, pero el hombre quería meterlo hasta la garganta de la mujer, ella daba sacudidas como cuando alguien no puede respirar, entonces el hombre le sacaba el pito de la boca, ella jadeaba, y agarraba aire pero aquello era insoportable, el hombre al ver que no podía hacer que la mujer se la tragara toda, le dio la vuelta y la puso a gatas, ella sabía lo que venía y le rogaba que no se la metiera por atrás, pero el maldito no escucho razones y de una sola embestida la penetro por el ano, la mujer daba de gritos como si la estuvieran matando y no era para menos, el hombre se la metía duro por el ano, hasta que la mujer ya no pudo más y se desmayó, yo que solo estaba viendo por la ventana empecé a llorar, pensaba que pude ser yo a quien le hubiera tocado esa suerte, después de satisfacerse, el maldito recogió la ropa de la sirvienta y la tiro afuera de la cabaña, después cargo a la mujer, la dejó tirada entre unos arbustos y cerró la puerta, corrí hasta donde estaba la sirvienta, le hablé pero no respondía, puse la cabeza de la mujer en mis piernas y poco a poco ella fue despertando, me miró y dijo:  gracias niña, pero te hubieras ido si ese maldito te ve aquí puede hacerte daño, le ayudé a pararse y a vestirse, después las dos caminamos hacia la casa grande, antes de llegar la sirvienta me pidió que no contara nada ya que si lo hacía despedirían no solo al maldito sino a todos, le dije que no iba a decir nada, entramos a la casa y recibí un tremendo regaño.

(CONTINUARA)…


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