Mis noches junto a ti

¿Acaso hay algo más placentero en esta vida que dormir a tu lado? Sentir tu cuerpo junto al mío. La piel caliente y suave. El lento acompasar de tu respiración con la mía. El leve roce de tus manos. Las caricias torpes, somnolientas. Tu hermoso rostro laxo, totalmente en paz. Tus brazos rodeándome la cintura. Mi cabeza perfectamente encajada en el hueco de tu hombro, como si estuviera hecho a medida para mí. Tu fragancia perenne, amada, sugerente. El entrelazar de nuestros cuerpos como si fuéramos la tabla de salvación del otro, perdidos ambos en la inmensidad del océano de nuestros sueños. Los gruñidos, leves, bajos, testigos de nuestra comodidad. El roce de las sábanas al retorcernos levemente en brazos de Morfeo. Y en los tuyos…

Qué maravilla dormir a tu lado. Qué maravilla despertar junto a ti.

Sentir cómo tu cuerpo se despereza junto al mío, buscando estirarse y desenvolverse del sopor duradero de la noche. Observar tu sonrisa adormilada, tus ojos nebulosos mientras tratas de enfocarme y te acercas a mí de nuevo para estrecharme entre tus brazos. Tu nariz, suavemente recorriendo mi cuello, embebiéndose de mí, haciéndome cosquillas al trazar la línea de mi mandíbula. Tus labios, acercándose a mi odio para susurrarme los buenos días con un rescoldo de voz enronquecida por la noche, y los míos devolviéndotelos con el apenas ápice de voz que tengo en el cuerpo. Y la perspectiva de una mañana juntos alegrándonos el pecho y permitiendo que el sol molesto que nos lancea desde la ventana sea un más que bienvenido compañero de viaje.

Ojalá todas mis noches a tu lado. Ojalá todos mis días junto a ti.

Dedicado a todas las personas que beben de mis relatos. Yo también bebo de vosotros.