LAS SIRENAS

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 Las sirenas:

-Mirel, tengo algo que mostrarte. Reúnete conmigo en la playa esta noche de luna llena a las doce de la noche.

-Vas a convertirte en un hombre lobo?- rió ella dulcemente- o piensas ir a una fiesta llena de buenorros en bañador? Espero que sea lo segundo...

- Te veo a las doce! no te retrases!- sonreí para tranquilizarla.

 

Me puse mis mejores galas para esa noche, tenía que hacerlo, lo que tenía que enseñarle podría ser algo muy hermoso o algo tremendamente horroroso. En el caso de ser lo segundo prefería causar una mejor impresión con mi delicada ropa de su color favorito, azul.

Cerca de la playa había un chiringuito de esos que salen en las películas, dónde un chico conoce a una chica, los dos son muy atractivos y se desean desde el primer momento. Se emborrachan con un par de cocteles bien adornados y acaban haciendo el amor en el mar. A veces son devorados por un tiburón de tamaño industrial, otras gozan de la belleza inmaculada de la luna.

La cuestión es que decidí tomarme un par de mohitos para que no me delataran los nervios, la gente dice que beber tranquiliza, yo no lo sé. Con dos mohitos hice acopio de toda mi valentía y me dirigí a nuestro punto de encuentro.

Mirel estaba ahí de pie, tan hermosa como siempre y con su sonrisa que tanto la caracteriza. No quería decepcionarla.

-  Hola princess! Qué guapa estás!- mi saludo tradicional, pero no por ello menos verdadero, no podía faltar.

- Hola hermanita! Llevo todo el día intentando adivinar lo que ahora vas a mostrarme y no he llegado a ninguna conclusión...

- Bueno, no alargaré más la intriga- me obligué a sonreír para ella- acércate conmigo al agua.

- Vamos a bañarnos?- inquirió ella.

- Sí pero sólo por una razón. Sé que no lo creerás hasta que lo veas con tus propios ojos, sólo quiero que sepas que no te lo he contado nunca porque me horrorizaba la idea de perderte para siempre.

- Y ya no te horroriza?- no entendía cómo aquella situación podía divertirla tanto.....Dios....

- Sí, pero ya no quiero esconderlo más, no a ti, quiero que me quieras así.

- Keira, me estás asustando, qué quieres que vea?

Empecé a caminar hacia el agua y a medida que mis pies eran acariciados por las suaves olas estos cambiaban poco a poco de forma. Primero nació una pequeña unión entre mis dedos, casi inapreciable, pero después empezaron a aparecer brillantes escamas de color turquesa que eran imposibles de esconder y finalmente mis piernas se unieron en un abrazo inseparable y mis pies dejaron de ser mis pies para ser una esbelta cola tan bella cómo peligrosa a la vez. Mi equilibrio precario me hizo caer al agua y cuando mis cabellos se mojaron empezaron a crecer hasta cubrirme toda la cintura y los pechos.

Fue algo maravilloso ver en sus ojos asombro y no horror, ver una sonrisa de incredulidad y aprobación a la vez!

- Cómo es posible?-

- Pero lo es, existen, existen las sirenas y otras criaturas que crees leyenda. No tienes miedo, verdad? sabes que jamás te haría daño.

- Lo sé, deberías habérmelo explicado! Es algo...extraordinario, quiero saberlo todo, todo , todo!

- Nuestros orígenes también son leyenda para nosotras. Hubo una primera sirena y después que se hicieron a partir de ella. Todo empezó mucho, mucho tiempo atrás:

Los hombres creían en los espíritus y en la magia, creían en dioses de los cuales no se sabe en la actualidad sus nombres. Esos dioses eran benévolos algunos, otros crueles…

Nuestra especie surge de una crueldad, de la envidia y del pecado.

Niria se llamaba. Era la mujer más hermosa de toda la Tierra, su belleza era alabada por los dioses, incluso envidiada. Pero esta empieza siendo una historia de hombres, de pasión y de traición.

Niria era la hija menor de un pescador. En ella recaían las labores más sufridas de la casa y también las del barco que su padre comandaba. Su padre le obligaba a acompañarle en sus largas travesías y a desenredar con sus delicadas manos la red con la que pescaba. Un día, en una de estas largas travesías, Niria conocía al nuevo ayudante de su padre, Daener, del cual se enamoró apasionadamente. De su padre su amor debían esconder ya que él ya había concertado para ella un matrimonio en su más tierna infancia a cambio del barco que le daría la fama.

Este tipo de historias sólo tienen un final, siempre los amantes son descubiertos y castigado. Está no será una historia distinta, Niria y Daener fueron descubiertos por Sios, el mejor amigo de él quien amaba secretamente a Niria y quien confesó todo a Rengar, su padre.

Rengar, eencolerizado llamó a su Dios más querido y temido: Aquens, protector de las aguas. Le pidió que castigara a su hija pues ningún castigo mortal podría alcanzar los propósitos de este.

Así fue como el dios convirtió a Niria en sirena, condenándola a vagar por las aguas, captando a otras mujeres bellas y tan corrompidas como ella que quisieran seguirla a las profundidades y desde ahí dar caza a pescadores y guerreros que se aventuraran a cruzar las frías y cristalinas aguas de Varamar.

Su padre, arrepentido por el daño cometido a su pequeña, volvió a llamar al dios y pidió que la cambiara de nuevo. Aquens, confundido y encolerizado por tan extrañas peticiones decidió concederle una parte de su deseo bajo la condición de que debía pagar un precio, su vida. Rengar no rechistó y su vida al dios cedió. Este cumplió su promesa y devolvió a Niria sus piernas y su belleza como mujer, transformó a su padre en tiburón y lo echó al mar dónde nunca más se volvió a saber de él.

Pero de ella sí que se supo, el hechizo no había sido revertido del todo pues en las noches de luna llena, al tocar el agua del mar Niria en sirena se volvía a convertir y con los años descubrió que si cortaba un trozo de su larga cabellera y se lo entregaba a otra desventurada ésta podía compartir con ella su pesada carga tanto en la tierra como en el agua.

-Y ahora sí, mi pequeña Mirel, te he traído aquí esta noche para pedirte que seas mi amiga en las aguas cómo lo eres en la tierra. Ya habrá tiempo para saber de nuestra naturaleza. Ahora sólo dime, vendrás?

 


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